El pianista menorquín, arropado por los componentes de la Orquestra Simfònica del Vallés y bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez, el sábado en el Palau de la Música Catalana durante el estreno mundial de «Talaiot» .    | Lorenzo Duaso

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A sus 36 años, los logros que ha conseguido el músico menorquín Marco Mezquida ya son muchos. Cuenta a sus espaldas con una extensa, y variada, discografía, gracias, en parte, a ser un artista siempre abierto a las colaboraciones múltiples con diferentes proyectos. Todo ello le ha aupado a una posición de reconocimiento en el panorama musical nacional, y también internacional, un camino en el que sigue avanzando. El último gran logro en esa carrera, siempre al alza, ha sido el estreno del que seguramente sea el proyecto más ambicioso hasta ahora, la composición sinfónica «Talaiot».

Un encargo realizado por la Orquestra Simfònica del Vallès y el Palau de la Música Catalana. Arropado por los primeros, con el acompañamiento de más de 60 músicos, y en un emblemático escenario como el segundo, el sábado tuvo lugar el estreno mundial de esa pieza inspirada en la tierra natal del pianista mahonés y sus monumentos prehistóricos. La presentación de su nuevo trabajo despertó un gran interés en el escenario barcelonés, desde el que también se retransmitió el concierto en streaming.

Una obra que ayer mismo interpretó otra vez en el Teatre La Faràndula de Sabadell, de nuevo bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez. Por el momento no se han programado más conciertos de «Talaiot», aunque es de esperar, vista su envergadura artística, que haya más citas y que alguna sea en Menorca.

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Un concierto para orquesta y piano que el propio artista enmarca dentro de géneros tan variados como la música romántica, impresionista, ibérica, minimalista y, por supuesto, con toques de jazz. Una partitura que por momentos evoca también a la grandeza de las bandas sonoras y que Mezquida interpreto con su habitual estilo, siempre elegante pero también con tics de su querencia por lo experimental.

«Talaiot» se extendió aproximadamente durante 50 minutos y exhibió un espectacular final. Una propuesta que embaucó al Palau, cuyas repetidas ovaciones obligaron a que el mahonés tuviera que regresar en varias ocasiones al escenario para dar las gracias y, de paso, obsequiar a su público con un bis que se tradujo en el regalo de tres piezas en solitario.

Como no podía ser de otra forma, al final del concierto quiso contar sobre el escenario con el otro gran artífice en la construcción del «Talaiot» musical, el también menorquín Francesc Llompart, amigo de toda la vida que ha colaborado en las tareas de orquestación.

El apunte

«Fue una de las noches más memorables de mi carrera musical»

«Fue una de las noches más memorables, históricas y preciosas de mi carrera musical».Así resumía el menorquín el resultado del esperado estreno de su obra «Talaiot», consciente de la presión que implicaba tener que defender «un viaje musical con mucha intensidad y belleza». Una actuación que, a su juicio, «tuvo la contundencia» que quería darle a su discurso dedicado al talayot, «a su parte más meditativa y espiritual, que me conecta con ese monumento, su energía telúrica, de observación y de paz, que es lo que quería contar». Un trabajo que le hace sentir «feliz y halagado» de haber compartido con Francesc Llompart.