El tenor canario regresa una vez más a Menorca y en esta ocasión lo hace para interpretar uno de los roles que más le han acompañado en su carrera | Leila Leam

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No es la primera vez que visita Menorca por razones profesionales y a buen seguro no será la última. Celso Albelo (Santa Cruz de Tenerife, 1976), heredero del bel canto romántico más genuino, es uno de los tenores más solicitados del momento. Esta noche y el domingo afronta en el ‘Principal’ de Maó una obra que es clave en su carrera, «I Puritani».

¿Qué supone regresar a un escenario como el ‘Principal’?

—Reencontrarme con su público es siempre una alegría. Hace años que canto en Menorca, muchas veces participando en la temporada organizada por Amics de s’Òpera de Maó, donde me encuentro siempre a un equipo de profesionales que trabajan con pasión y mucho amor por la música; muchos de ellos ya son amigos a estas alturas. Por otro lado, la afición que hay en Menorca por la lírica es maravillosa, y disfruto muchísimo del contacto con su público.

Lo dice alguien que se ha paseado por los principales escenarios del mundo…

—Para mí no hay diferencia entre teatros. Enfrentarse al público es siempre una gran responsabilidad, ya sea en Menorca o en cualquier otro escenario. Trato de dar siempre lo mejor, por respeto a las personas que están ahí para escucharte y por respeto a mí mismo. Así que cantar en el ‘Principal’ de Maó me despierta tanto entusiasmo y me sube tanta adrenalina como cantar en Madrid, Bilbao, Milán, París o donde sea.   

¿Qué supone en su carrera un    papel como el de Arturo de «I Puritani»?

—Es sin duda uno de los personajes que más tiempo llevo cantando, y desde el inicio de mi carrera. Nunca imaginé que, a día de hoy, después de más de veinte años, lo tendría todavía en repertorio, pero aquí sigue. Arturo es un papel mítico para los tenores, por su dificultad y belleza, y para abordarlo hay que mantener una alta concentración, porque tiene una tesitura casi imposible. Por otro lado, a él le mueve el amor que siente por su patria y por su amada, y es gracias a esta fuerza y fidelidad que al final logra vencer todos los obstáculos, por eso me gusta. Es un rol que me ha dado grandes satisfacciones.

¿Hay textos que supongo que no se olvidan, papeles que los tiene más que dominados?

—Uno nunca tiene un rol absolutamente dominado. Arturo ha crecido conmigo durante todos estos años, y cada vez que lo he afrontado he aprendido cosas nuevas. Siempre hay aspectos que descubres y te sorprenden, y eso mismo hace que no te aburras al interpretarlos. Además, como decía, la dificultad en este caso es extrema, así que sería muy osado por mi parte decir que lo tengo dominado (risas).   

«I Puritani». ¿Cuál cree que es el secreto de esta obra de Bellini?

—La música de Bellini es bellísima y de una pureza extraordinaria. Era un genio de la melodía, que llega al oyente en vena y le atrapa. «I Puritani» tiene además pasajes sublimes y de gran dramatismo. ¡Puro bel canto romántico! Para los cantantes es de las óperas más exigentes que se han compuesto, pero al mismo tiempo su escritura vocal, a pesar de la dificultad, es un bálsamo para la voz. El bel canto te obliga a pensar constantemente en la importancia de la palabra y es fundamental tener una voz sana y unas bases sólidas para afrontarlo.

Viene de representar «Il trovatore» en Bilbao. ¿Cómo ha sido la experiencia?

—Ha sido fantástica, y va en la línea de ir ampliando mi repertorio de acuerdo con mi propia evolución vocal; por eso los títulos que canto deben ir adaptándose a mi desarrollo físico, ya que el cuerpo cambia. El bel canto, con compositores como Bellini o Donizetti, ha marcado mi trayectoria, pero desde hace un tiempo ha sido hora de ir incorporando otros autores como Verdi o Puccini, sin dejar de lado ni renunciar a algunas óperas que me han acompañado siempre. Había expectativas ante esta producción de Il Trovatore en Bilbao y creo que el resultado ha sido muy positivo, por lo que todo me indica que voy por el camino correcto.     

La ópera tiene siglos de tradición. ¿Qué momento de popularidad vive actualmente?

—La ópera sigue aquí, desde 1600, y si comparamos su estado de salud actual con el de los últimos siglos podríamos decir que está en su mejor momento. Cada vez hay más teatros y temporadas estables en todo el mundo occidental, pero también en Asia y África, con nuevas propuestas escénicas que renuevan el género, unas con mayor fortuna que otras, pero todas ayudan a mantenerlo vivo. Veo también gente joven en los teatros, por eso creo firmemente en la supervivencia de la ópera.

Siempre se ha tendido a tildar al género de un poco elitista… ¿Le parece justo?

—Es un género maravilloso, un espectáculo completo y único, que es caro de llevar a cabo, pero sería injusto decir que es elitista, ya que le llega a todo el mundo con un poco de interés. Además, se hacen esfuerzos por parte de las administraciones y de los propios teatros para llegar a nuevos públicos, al más joven y a los niños para crear afición, siempre a precios reducidos. No todas las entradas son caras. De hecho, hay conciertos de música de otros géneros cuyas entradas son bastante más caras que las de una ópera. Hay simplemente que darse la oportunidad. Cuando entras en el mundo de la ópera, te atrapa. Pese a la antigüedad del género, las historias que cuenta, en la mayoría de las ocasiones, te hablan de amor, de odio, de celos, en definitiva, de todo lo bueno y lo malo que mueve a los seres humanos.

Recomiende una ópera para iniciarse en este campo.

—¡Pues ahora mismo te diría que «I Puritani»! Una ópera de melodías bellísimas y de lucimiento vocal para todo el elenco de cantantes, coro incluido, con arias, dúos y escenas de gran impulso dramático. ¡No hay que perdérsela! Aunque recomiendo prepararse un poco antes de ir al teatro, leer el argumento y, a ser posible, escuchar las arias más conocidas. Todo está en las redes sociales.

Decía en una entrevista que    la música le salvó la vida… ¿Se imagina una vida sin cantar?

—La verdad es que no, pero es que disfruto cantando no solo en una ópera, sino simplemente con una guitarra en mano. La vida es música en sí misma y todos la llevamos dentro.

Es un artista consolidado y con experiencia. También he leído que querría pasarse toda la vida cantando. ¿Pasa factura una profesión tan exigente ?

—Esta profesión es maravillosa y al mismo tiempo dura, con muchas horas de soledad, lejos de los tuyos. Hay mucho de vocación en esto para seguir ahí, al pie del cañón, pero para mí no hay nada mejor en el mundo que subirse a un escenario y cantar. Lo que tengo claro es que cantaré toda mi vida, aunque no tiene por qué ser siempre en un teatro de ópera ni en un auditorio. Por otro lado, tengo otras pasiones que me llenan, en especial la de pasar todo el tiempo que puedo junto a mis hijos y familia.