Albert Feliu, hermano de la artista, durante el acto celebrado el sábado en Sa Farola. | Gemma Andreu

TW
2

En el que era uno de los rincones más especiales para Núria Feliu, la zona residencial de Sa Farola, en Ciutadella, sonaron este sábado dos de las canciones favoritas de la que está considerada como una de las grandes damas de la canción catalana. Con su hermano Albert a la guitarra y la voz de su sobrina Mireia, la composición de Ortega Monasterio «Sa balada d’en Lucas» puso un toque emotivo al homenaje celebrado ayer tarde. Una melodía que no formaba parte del repertorio de Feliu, pero sí sonaba en las reuniones familiares.

Asistentes al acto celebrado este sábado en Sa Farola de Ciutadella. | Gemma Andreu

La otra partitura que sonó fue la de una canción como «El darrer adeu», firmada por su buen amigo Pere Tàpias y en cuya letra se decía «enterrar-me en un lloc, en un lloc ben a prop de la platja». Y ese fue precisamente uno de los deseos de Feliu, quien muchos años antes de morir, ya transmitió a sus familiares su deseo de que parte de sus cenizas se depositaran en Sa Farola, cerca de dónde pasó algunos de los mejores veranos de su vida, alojada en la casa «Claveles», propiedad de la familia Vinent Barceló, a la que estuvo unida durante décadas por una gran amistad.

Noticias relacionadas

Sus cenizas ya descansan en Menorca

Desde este sábado los restos descansan también en Menorca tras una celebración en la que no solo hubo música y de la que también fue partícipe el menorquín Cris Juanico. Hubo momentos para parlamentos de recuerdo a modo de homenaje y lecturas poéticas, como la que protagonizó otra sobrina de la artista, Mireia. Ella fue quien puso voz a «Ara», uno de los poemas favoritos de la cantante obra de Miquel Martí i Pol.

La familia. Las dos sobrinas, Mireia y Eulàlia, el padre de estas, Albert Feliu junto a su esposa y dos de las nietas, se desplazaron hasta Ciutadella para cumplir con la voluntad de la artista.

Aportaciones que sirvieron de acompañamiento a Núria Feliu en su regreso al que sin duda era uno de sus rincones favoritos en el mundo, «Sa Farola».