Cristina Gómez, candidata de Unidas Podemos al Parlament. | Gemma Andreu

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Busca su tercer mandato. ¿Por qué esta vez al Parlament?

—Si hubiera vuelto a optar al Consell me vería como un freno al relevo que pregonamos en Podemos. Y llegar al Parlament será todo un reto. Podré cambiar leyes como la de Vivienda, que se han quedado muy cortas.

Cortas en manos del PSOE, cuya gestión no duda en criticar.

—Así es. Aún cuando la ley autonómica la hayan hecho suya los socialistas, quienes la impulsamos fuimos mi compañero Aitor Morrás de Eivissa y yo. Sin competencias, quise gestionar también Vivienda desde el Consell. Por mi perfil profesional, me asignaban Servicios Generales. Y sí, soy una picapleitos, pero he venido a cambiar el mundo y lo acepté con la condición de llevar también Vivienda y Participación Ciudadana. La ley permite a los Consells comprar suelo. Pero me pregunto si la administración debe pagar estas burradas: medio millón por el solar de Oristano en Ciutadella o dos millones por los dos que hay a la entrada de Es Mercadal.

¿Ustedes le pueden disputar más votos al PSOE que a Més?

—Es que cuando irrumpió Podemos y dio la campanada en el Congreso nos llevamos muchos votos prestados del PSOE, que no es de izquierdas. Es como un ministerio. ¿Y Més? Su electorado es identitario. Pero para mí la patria es la infancia y es la tierra que pisas. Además, Més no es tan de izquierdas como se cree. Los valientes para transformar somos nosotros.

¿Sí? Póngame un ejemplo.

—Uno que me ha sabido mal es la limitación a la entrada de coches, que podíamos aplicar con la nueva Ley de Reserva de la Biosfera. Pero ha resultado un vodevil, una espantada. Més, que gestiona las dos áreas clave (Medio Ambiente y Movilidad), se comprometió a redactar el reglamento, pero no lo hizo porque el PSOE tampoco quiere. Es más, ¿cómo puede Més pedir la cogestión del aeropuerto cuando ha sido incapaz de currarse la del bus? Es inaudito. Es otra reclamación identitaria, pero no realista.

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¿Está de acuerdo con el nuevo PTI que va a aprobarse?

—Me llama la atención que a todos les parezca normal que el Pla General pueda impedir una altura más de los edificios en Ciutadella, con la falta acuciante de vivienda que hay, pero que nadie ponga el grito en el cielo por el aumento constante de la planta hotelera. Dicen que el veneno está en la dosis..

Y sin limitar la entrada, ¿cómo evitamos el colapso de julio y agosto?

—Con un decrecimiento turístico. Lo que se gasta en promoción es excesivo. Alargas la temporada, pero no dejas también de crecer en verano.

¿Llega a Menorca todo el dinero que nos corresponde?

—Més pide la gratuidad del bus solo para algunos colectivos, nosotros para todos. Balears recauda más que nunca por la compra de casas de lujo y, por eso, pedimos que se reinvierta en redirigir más gente al transporte público.

¿Y si las elecciones dan carpetazo a los gobiernos progresistas?

—La indigestión será absoluta. Me metí en Podemos tras sufrir la puñalada trapera de Rajoy, cuando desde el Ibavi luchábamos contra las cláusulas abusivas de los bancos. Y desde la asociación de padres de Sa Graduada nos oponíamos al TIL. Pero Bauzá y Rajoy parecen chuches al lado de los actuales líderes de Vox. ¿En qué cabeza cabe votar en contra de subir sueldos y pensiones? Sería un drama. Por eso, mi clamor es para movilizar al electorado. Pero soy optimista. Creo que Menorca seguirá libre de Vox.

El perfil

Una abogada «enamorada» de Podemos, su bici eléctrica y su casa

Divide su corazón entre Soria, donde vive su padre, y Maó, donde tiene su pareja y su vida. Con permiso de sus dos hijas, que ya salen fuera a estudiar. A Cristina Gómez (53 años) le gustaría «que fueran de Podemos», como su madre, «y así formar las sagas y familias que son tan comunes en otros partidos», bromea. Pero Podemos, partido del que dice «seguir enamorada» desde que ingresó a raíz del movimiento 15M, es «diferente». «Nosotros sí ejecutamos aquello que prometemos», remarca, y le pide a las elecciones que le conviertan en el grupo mayoritario de los gobiernos de coalición. Para darle cuerda al cambio tiene a su gato «Mixo guapo» al lado y la bicicleta eléctrica a la que da pedales en casa. «Ha sido mi mejor inversión», asegura. Porque «la más importante» es la vivienda en la que reside, y que valora, «pese a que no terminaremos de pagarla hasta la jubilación», porque no todos los menorquines tienen su misma suerte. De hecho, aunque volverá a ejercer de abogada tras su paso por la política, ha convertido el acceso a una vivienda digna en su gran caballo de batalla institucional. Tras dos mandatos en el Consell, ahora quiere cerrar su trayectoria en el Parlament.