Adolfo Vilafranca se abraza con Jordi López, cabeza de lista al Parlament, en la sede del PP de Menorca. | Katerina Pu

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Menorca no ha sido ajena a la ola de cambio que las elecciones municipales y autonómicas han dejado en gran parte de España. Mejorando los sondeos, los populares han liderado el vuelco del poder local en la Isla. No llega a los históricos resultados de 2011 pero crece más de diez puntos desde 2019. La izquierda balear pierde sus buques insignia, incluida Formentera, mientras el PP absorbe la práctica totalidad del voto de Ciudadanos y más allá. Tampoco le ha afectado el alza de Vox, que rompe su particular maldición en Menorca y se estrena en las instituciones, aunque lo ha hecho por solo 32 votos. Así las cosas, Adolfo Vilafranca podrá gobernar si cede a las pretensiones del partido de Jorge Campos, que ya ha dicho que le tiende la mano aunque están por ver las contrapartidas que reclama.

Quién se lo iba a decir a este economista de Ciutadella a principios de año: ha sido el aspirante más votado en todos los municipios de Menorca. El PP ha tenido menos de cinco meses para construir un candidato a la presidencia insular casi desde cero, forzado por la crisis interna que destronó a Coia Sugrañes. Susana Mora cede la vara de mando después de seis años. El PSOE se mantiene como el referente político de la izquierda insular y mantiene intacto su apoyo electoral, a pesar del desgaste de la marca socialista en todo el país. El golpe electoral se lo llevan los socios minoritarios del tripartito: Més per Menorca pierde uno de sus tres consellers y Unidas Podemos desaparece de la política insular, al igual que Ciudadanos.

La herencia del modelo territorial y turístico

La alineación de astros que deja la noche electoral para el PP llega hasta el Consolat de Mar, donde Adolfo Vilafranca se podrá entender con una presidenta de sus mismas siglas, Marga Prohens. Cuando llegue al despacho, el nuevo presidente del Consell se encontrará con un Plan Territorial Insular aprobado de forma definitiva a pesar de su voto en contra, una Ley de Reserva de Biosfera que le faculta para limitar la entrada de vehículos a la Isla y la patata caliente de las obras de la carretera general. El PP las empezó y será el encargado de acabarlas. Las preguntas se agolpan ante los próximos meses: ¿Habrá tiempo todavía para indultar el puente de Rafal Rubí? ¿Pondrá en peligro esa decisión la declaración de Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial?

Susana Mora comparece junto a Marc Pons en la sede del PSOE insular. | Foto: Gemma Andreu
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El PSOE se afianza en Maó, Ciutadella y Es Mercadal

El mapa del poder municipal también se tiñe de azul. El PP pasa de dos a cuatro alcaldías en Menorca con mayoría absoluta, si bien se queda fuera de las dos principales ciudades: Héctor Pons se afianza en Maó y la izquierda vuelve a sumar en Ciutadella, con una leve ventaja para los socialistas frente al PSM, que en cuatro años pasa de la primera a la tercera posición, y Es Mercadal. Mientras el alcalde de Alaior retiene los siete concejales que le permiten gobernar en solitario, la primera edil de Es Migjorn, Antònia Camps, arrasa a los socialistas: si hace cuatro años se impuso por una diferencia de cinco votos, la de este domingo fue de 289 sufragios.

La nómina de alcaldes populares con mayoría absoluta se amplía con Lluís Camps en Es Castell, en lo que supone su regreso triunfal a la política municipal, y Pedro Pons en Ferreries, que protagoniza un vuelco electoral en un pueblo gobernado en los últimos ocho años por la Entesa. A las puertas de un gobierno en solitario se ha quedado la cabeza de lista del PP de Sant Lluís, Loles Tronch, que deberá entenderse con el incombustible Jorge de Diego, que se dio de baja de su partido tras haber iniciado el pasado mandato en las filas naranjas.

Más concejales el PP, menos las agrupaciones

En el conjunto de los municipios de Menorca el PP ha sido el partido con más concejales: ha pasado de 40 a 53 ediles, mientras que el PSOE pasa de 29 a 32. Se fortalece de esta forma el bipartidismo en los ayuntamientos, donde los mayores damnificados han sido las agrupaciones de electores progresistas, que han pasado de 36 a 25 concejales. La desaparición de Cs ha pasado a engrosar las filas de electos del PP, mientras los centristas repiten sendos concejales en Es Castell y Sant Lluís, con sus nuevas marcas, Ipec y Xbalears.