La Catedral acogió uno de los momentos de más espiritualidad de las fiestas | Javier Coll

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Tras una mañana intensa y repleta de emociones, la fiesta vivió su particular momento de reposo y paz con la celebración de la Missa de Caixers. El hecho de que el programa de actos de la mañana se alargara más de lo que ha sido habitual durante los últimos años hizo ayer que la celebración en la Catedral no comenzara hasta pasadas las cuatro de la tarde. Fue entonces cuando el caixer capellà, Bosco Faner, se dirigió a los presentes para recordar que estamos ante «una fiesta que nos recuerda que hemos de vivir la fe con ganas», una actitud que a su juicio no es si no el motor «de la buena convivencia de nuestro pueblo».

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En una ceremonia que contó con la participación del obispo Salvador Giménez, Faner pronunció ante caixers y cavallers una homilía durante la que recalcó que las fiestas de Sant Joan, tal y como las conocemos ahora, no serían posibles «sin la convicción de un pueblo que ha cuidado y madurado su fe y sus iglesias y que ha homenajeado constantemente, entre otros santos y santas, a Sant Joan Baptista celebrando la Eucaristía».
El párroco de la iglesia de Sant Esteve hizo hincapié durante la celebración de la misa en la importancia de tres valores que considera fundamentales. Y el primero de ellos fue la figura de Sant Joan, «una persona que con un sonido más fuerte que el del tambor y el fabiol de las fiestas, que ya es decir, llamaba con fuerza a todo un pueblo diciendo '¡preparad el camino al señor!'».

En segundo lugar, invitó a los presentes en la Catedral, al igual que hizo «el más grande de los profeta» a transmitir con claridad la palabra de Dios. En ese sentido, recalcó que como la bandera que se exhibe durante las fiestas, «así hemos de mostrar nuestra fe». Por último, hizo referencia a la necesidad de proponerse «ser mejor personas», ya que según él eso es lo que Sant Joan siempre pedía.