Acantilados. Es habitual ver cómo los bañistas utilizan la arcilla que se encuentra en determinadas playas. El problema es que esta costumbre empieza a provocar derrumbes en algunas zonas. - Archivo

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Todos los veranos se repite la misma estampa: bañistas cogiendo arcilla procedente de los acantilados asociados a la playa para, posteriormente, untársela en el cuerpo, una costumbre que cada vez es más conocida por los turistas y que, incluso, ha creado alguna que otra cola con personas que querían hacerse un tratamiento de belleza gratuito.
El caso es que QU4TRE, una consultoría ambiental, ha realizado un estudio sobre la erosión que llevan a cabo, de forma involuntaria, los usuarios de las playas de Menorca que disfrutan de dichos baños de arcilla ya que se ha producido la caída de un bloque en Binigaus debido, precisamente, al descalzamiento por la extracción de arcillas.

Curiosamente, Xisco Roig, de QU4TRE, advierte que "las medias erosivas obtenidas por el uso de baños de arcillas son muy superiores a los resultados por la pérdida de sedimento adherido en cuerpos ocasionados por arena llevada en los pies y toallas". De hecho, la cantidad de sedimento arcilloso utilizado en determinadas playas como Binigaus puede suponer la erosión de 1,62 toneladas al año.

Con ello, la desestabilización de la base del acantilado conlleva el descalzamiento y debilitación de la base, "lo que favorece la caída en masa de los bloques, lo cual representa un peligro en cuanto a la caída de granular o en bloques en las pocas zonas de sombra de las playas analizadas".

Problema de seguridad
El hecho de que puedan caer partes de los acantilados en algunas playas menorquinas no se reduce tan sólo a un problema ambiental, si no que también supone un peligro para los usuarios, tal como afirma Roig.

Existen numerosos trabajos basados en los efectos y causas de la erosión del litoral arenoso, sin embargo, la microerosión no ha sido analizada con profundidad.
El hecho de que los usuarios de las playas rasquen de forma continuada ciertas cantidades de arcilla puede repercutir en el estado de los acantilados más de lo esperado porque, además, es una práctica que acelera los procesos erosivos del viento y la lluvia.

Quizá sería el momento de plantearse los resultados de este estudio y decidir si hay que tomar medidas o controlar una práctica tan habitual en Menorca.