Juliana. El director adjunto de "La Vanguardia", ayer en el Club Nàutic de Ciutadella - Paco Sturla

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En los tiempos que corren, lo más fácil es ser pesimista. Las encuestas revelan que son muchos más los que creen que lo peor aún no ha pasado que los que piensan que los nubarrones negros se alejan. Son mayoría los que ven el vaso no medio vacío, sino casi sin agua, que no los que creen que está medio lleno y bajo un grifo que poco a poco va subiendo su nivel. Para el director adjunto de "La Vanguardia", Enric Juliana, cambiar el chip y apostar por una visión más optimista es clave para superar esta crisis. Ayer lo explicó en el Cercle d'Economia de Menorca.

"En este momento conviene cultivar una actitud optimista, o si se quiere, proactiva. La historia de España está caracterizada por los movimientos pendulares. El crecimiento económico introdujo en la sociedad un efecto euforizante. Cuando llegó la crisis, surgieron dificultades de diagnóstico y después de aceptación de la realidad. Cuando la euforia baja, se produce un desplazamiento hasta el extremo contrario y la euforia se convierte en un pesimismo muy intenso", diagnostica el periodista.

Y este pesimismo no contribuye a nada, apunta Juliana. De hecho, a pesar de que admite que "no hay indicios rotundos para el optimismo, debemos plantearnos si nos sale a cuenta ser tan pesimistas. En situaciones complicadas como ésta, los estados de ánimo son muy importantes. Una sociedad deprimida no tiene fuerza. Hay que buscar enfoques constructivos para ir empujando poco a poco hacia la solución. Sino, la situación tiende hacia el colapso interno".

Sin embargo, es fácil pensar que ser optimista en una situación como la que estamos atravesando, es situarse en el bando de quienes gobiernan. Para Juliana, no se trata de estar en un bando u otro, ni tampoco maquillar la realidad. "No se trata de creer o de no creer, sino de cuál es la actitud con la que encaramos la situación. Podemos instalarnos en el pesimismo barroco, pero es peligroso. Tampoco hay que endulzar las cosas, porque el exceso de azúcar no es bueno. Hay gente que lo está pasando muy mal, y sería ofensivo decir lo contrario. Pero tampoco tenemos un país en fallida. Psicológicamente no estábamos acostumbrados a esta situación, nos habíamos creído que esto no nos volvería a pasar nunca más. Hay una generación de personas que no han vivido una crisis, entre ellas Rodríguez Zapatero. La situación explota en un momento en que el país está dirigido por un hombre que no sabe qué es una crisis económica y debe buscarlo en los libros porque no tiene la experiencia personal de haber vivido una situación así".

Algo está cambiando
Juliana admite que su discurso es difícil en estos tiempos. No es fácil ser optimista con el paro, los desahucios o la falta de crédito que preside esta sociedad. El director adjunto de "La Vanguardia" explica que las cosas, aunque quizás no lo parezca, están cambiando. "España ha iniciado lo que los economistas denominan devaluación interna. Antes, cuando un país tenía su moneda nacional, podía depreciar su moneda y al cabo del tiempo esto provocaba unos efectos positivos sobre la economía, porque por ejemplo los hoteles de Menorca eran más baratos para los extranjeros y se llenaban más. Sin embargo, también se producía inflación, algo que acaban pagando los más pobres. Con el ingreso en el euro, el instrumento de devaluación de la moneda ya no existe, y además los alemanes tienen fobia a la inflación y por tanto no quieren medidas de carácter monetario. Así, la cosa se compensa con una devaluación del coste de las cosas y de los salarios. Es el proceso en el que está España, agravado por la falta de crédito que supone el mayor colapso del consumo en Europa. La caída de los ingresos fiscales en España es de 60.000 millones de euros, más que cualquier estado europeo".

Esta descripción invita poco al optimismo, admite Juliana, pero su discurso prosigue: "Llega un momento en que tocas fondo, y los efectos de la devaluación interna se empiezan a notar. Ahora la producción industrial crece, se vuelve a vender al exterior, se ha estabilizado la prima de riesgo, y eso puede atraer de nuevo a los inversores... Es como una hélice que ha estado girando durante un tiempo a una velocidad muy alta en una determinada dirección, que se ha parado y empieza a girar en dirección contraria y debemos conseguir que siga así".

Incluso entre los dos grandes partidos, según Juliana, algo ha cambiado. "Hace un tiempo, el PSOE no quería saber nada del Gobierno, y ahora cada vez hay más socialistas que visitan La Moncloa. Se buscan puntos de acuerdo porque el país necesita esta sensación de que hay unos mínimos denominadores comunes. Ahora se habla de cosas que antes no se tocaban".

Catalunya-España
Enric Juliana vive desde Madrid la tensa relación entre Catalunya y España, y el proceso independentista iniciado por la Generalitat. De entrada, el periodista apunta que "en algunos momentos es cierto que España está contra Catalunya. Ahora, hacer de esto un reduccionismo es equivocarse. En los momentos importantes de conflicto en Catalunya han habido catalanes en un bando y en otro. Las naciones no son bloques monolíticos".

Juliana cree que "el gobierno catalán sí tiene argumentos para emprender el camino que ha decidido caminar. No se ha hecho nada ilegal, En el combate político en España se suele dramatizar mucho, es una estrategia político. Pedir una consulta no es hundir el país". Ahora bien, el periodista cree que si este referéndum se hiciera ahora, el resultado no sería del agrado de la Generalitat. "Si el gobierno español accediera a que se realizara la consulta, ganaría la posición favorable a mantener Catalunya dentro de España. El problema es que el gobierno español no está tan convencido de ganar como lo están los británicos en el caso de Escocia".