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«El modelo menorquín hacia la sostenibilidad ni es un modelo, ni avanza hacia la sostenibilidad». Con esa rotundidad se pronuncia el Observatori Socioambiental de Menorca (OBSAM) en el apartado de conclusiones del informe 2012 sobre el Sistema d'Indicadors del Pla Territorial Insular, hecho público ayer y concluido en diciembre del año pasado, coincidiendo con el 20 aniversario de la declaración de la Isla como Reserva de Biosfera (en 1993).

Tras observar la evolución de los principales indicadores económicos y medioambientales, el observatorio dependiente del Institut Menorquí d'Estudis (IME) alerta de que «todos estos años de acumulación de datos muestran, con poco margen para la duda, que ni el PTI ni las otras medidas que se hayan podido tomar dentro del marco de la Reserva de Biosfera, han conseguido invertir la relación perniciosa que hace que la actividad económica en Menorca se produzca en detrimento del estado de conservación de la Isla».

Sin estrategia

Ahondando en las carencias de ese modelo menorquín sostenible que el informe ve, «cada vez con más nitidez», inexistente, el equipo científico del OBSAM advierte que «no responde a un programa de acción estratégica». De hecho, deja claro que el buen estado de conservación de Menorca, «es aún una herencia recibida de antes de la declaración de Reserva de Biosfera» y que «no es el resultado de la actuación consciente de estos años».

El contundente apartado de reflexiones finales deja claro, para que no queden dudas, que «ya no se trata de que necesitemos más tiempo para hacer que se noten los resultados de aquellos instrumentos que se han puesto en marcha, entre ellos el PTI –como hicieron en informes precedentes–, sino de la constatación de que las tendencias reales no van en la buena dirección». En ese sentido, advierte que esos instrumentos «se han demostrado del todo insuficientes para enderezar y hacer converger el aumento del bienestar económico y social con la preservación del patrimonio cultural y natural», el gran objetivo de la Reserva de Biosfera, que el OBSAM suspende con una rotundidad sin precedentes.


El equipo redactor del informe, capitaneado por el director del OBSAM, Sergi Marí, explica alguna de las razones que les llevan a las citadas conclusiones. Analizados los años posteriores a la elaboración del PTI, en 2003, advierten de que se produce una «contraposición entre la mayor parte de las variables que nos hablan de bienestar económico y las variables indicativas de la presión que viven los recursos naturales». Menorca, a su entender, ha demostrado en estos años no saber compatibilizar los dos conceptos.

En los años anteriores a la crisis, los informes sobre indicadores del PTI (en la práctica una radiografía del estado socioeconómico de la Isla en relación a su estado medioambiental) alertaban de un lento pero progresivo deterioro del estado general de conservación, pero «faltaban datos para verificar que las tendencias eran sólidas y que las medidas emprendidas estaban dando fruto».

Sin embargo, en los años de la crisis se han observado que algunas de esos indicadores con tendencias negativas se han frenado o incluso revertido: «Eso no nos puede alegrar nada porque son los años en los que la situación económica y el bienestar social han cambiado». Lo que el informe pretende destacar no son esas cuestiones coyunturales, sino las estructurales.