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En Caritas Diocesana de Menorca los brotes verdes no existen. No se ven por ninguna parte. Es más, consideran que 2014 va a ser peor que 2013 incluso 2015 peor que este año. Sus indicadores proceden de la gente que lo pasa peor, de los que no tienen más remedio que pedir su ayuda para subsistir y tener una vida digna. La entidad concluye que la pobreza se «cronifica», y que aunque hiere más entre el colectivo de desempleados empieza a ser significativa entre trabajadores con condiciones laborales precarias. Hasta el punto que los ingresos medios mensuales de los beneficiarios de Caritas se sitúan en los 350 euros.

Caritas presentó ayer su memoria de 2013 con motivo de la festividad del Corpus, en la que se hace una llamada a la caridad, y que se celebrará el próximo domingo día 22, excepción hecha de Ciutadella, donde se adelanta al día 15 para no coincidir con los actos propios de las fiestas de Sant Joan. El obispo Salvador Giménez recordó ayer que «el cristiano no puede vivir sin mirar a su hermano y su necesidad».

El número de personas atendidas se ha estabilizado pero una cuarta parte de estos beneficiarios llevan ya tres años o más acudiendo a Caritas. El perfil del usuario de Caritas va mutando. La mayoría están en paro y dos tercios no pueden ni acceder a la economía sumergida. Los españoles ya son mayoría, en contraste con no hace muchos años cuando era a la inversa. El éxodo, el regreso a casa de extranjeros, es evidente.

Antònia Florit, gerente de Caritas, señaló los preocupantes datos del informe Foessa, que concluye que siete de cada diez personas de Balears está afectada por situaciones de vulnerabilidad y exclusión social, algo muy directamente relacionado con el paro y la precariedad laboral. Florit destacó la necesidad de disponer de una radiografía social más precisa de la Isla.

La gerente fue especialmente crítica con las leyes aprobadas por la administración en los últimos tres años, «que han tenido un impacto muy negativo en las personas vulnerables». También explicó que se ha puesto en marcha un programa de seguimiento de situaciones contrarias a los derechos humanos en la calle, que está deparando sorpresas.