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«Estamos ante una situación de crudeza y precariedad que si se alarga en el tiempo no sé lo que va a pasar. Hay situaciones límite que no pueden aguantar mucho». Son declaraciones del director de Caritas Diocesana de Menorca, Joan Mir, antes de acudir a la presentación del informe FOESSA, que describe una realidad, entiende, «de la que Menorca no es ni mucho menos ajena».

Ante los débiles indicadores macroeconómicos que apuntan a un inicio de la recuperación, la visión de los que trabajan con los más necesitados es otra: «La pobreza se está haciendo crónica», advierte, y, más allá de la dificultad de encontrar cifras concretas de la realidad específica de la Isla, tiene claro que la situación está lejos de dar muestras de mejora.

Mir apunta a algunas de las causas particulares de una Isla que «tiene una economía muy débil, con tres meses fuertes de trabajo» y también a algunas soluciones: «Hace falta una política enfocada a combatir la pobreza. A Caritas llegan personas fuera del sistema, a las que las administraciones no llegan». Es una realidad que vive todavía más de cerca la coordinadora de inclusión social de Caritas Menorca, Mar Pons, quien tiene claro que «de recuperación nada de nada».

Describe como cada vez más familias enteras, de incluso tres generaciones, «sobreviven gracias a la pensión de uno de sus miembros»; como los vales de alimentos que antes tenían un carácter más temporal ahora se alargan ante la imposibilidad de salir de las situaciones de dificultad; como la temporada turística no ha ayudado porque cada vez es más breve y con contratos más temporales que no permiten ni cobrar el paro... En definitiva una situación que, más allá de las cifras, preocupa y mucho.