El restaurate ubicado a la salida de Maó, víctima de un individuo con mucho descaro

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¿Quién no se ha marcado un simpa alguna vez en su vida, o ha permanecido, ruborizado, junto a algún amigo o conocido que ha sido capaz de aproximarse con tanto sigilo como enorme descaro a la puerta del local y la ha traspasado sin abonar la correspondiente factura?. Se trata de un simpa, es decir, marcharse SIN PAgar la cuenta, el timo que sufrió el restaurante Can Bernat des Grau, de Maó, el pasado martes cuando un cliente se fugó del local antes del postre y el café.

El sujeto en cuestión se dio un buen homenaje gastronómico, a base de almejas, gambas rojas y pescado fresco, regado con un buen caldo. Mientras consumía el pescado, poco antes de culminar el ágape con un postre de la casa, salió del local y... nunca más se supo, explican desde el restaurante.

El importe de la factura de la comida se habría aproximado a los 90 euros, pero el individuo pudo digerirla convenientemente por la cara. «Es frecuente que la gente salga a fumar o al baño, por eso no prestamos demasiada atención, pero lo cierto es que no apareció y se fue sin pagar», reflejan los dueños. Poco después pusieron el hecho en conocimiento de la Policía Nacional.

Dado que circula en las redes sociales que este timo puede haberse producido en otros locales de Menorca, «nosotros avisamos a la Policía y también lo hemos puesto en internet para que los restauradores estén alerta», añaden. Según su descripción se trataría de un hombre español, de 1,85 metros de estatura, moreno, pelo corto y que vestía un chandal. Otra cliente del local informó a los dueños que le había visto salir del aparcamiento conduciendo un «Mercedes», modelo antiguo, de color gris.

Cualquier bar o establecimiento nocturno de copas sufre en mayor o menor medida la desfachatez de personas capaces de tomarse una o varias consumiciones sin pasar por caja, en la mayoría de los casos, estratégicamente situados cerca de la puerta de salida. Los camareros o el dueño del local no pueden mantener constantemente la vigilancia sobre los clientes, está claro, de ahí que sea imposible impedir el sencillo timo. Quizás con ese propósito es muy común que el empleado entregue al cliente el ticket de la consumición en el mismo momento que la sirve y aguarde pacientemente a que éste sea abonado.

Lo que resulta una pequeña trastada, más propia de jóvenes o adolescentes, adquiere una trascendencia mayor cuando se produce en un restaurante de Madrid. El Pequeño Nicolás, celebre impostor de la última crónica nacional, protagonizó un sonado simpa el mes pasado porque la factura que dejó sin abonar ascendía a 500 euros, aunque le costó una denuncia y la detención posterior.