Celebrando su cumpleaños (izquierda) con su novia Erva Tecim | X.C.

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A pesar de su juventud (Maó, 1996), tenía una cosa muy clara cuando acabó el Bachillerato: quería estudiar ingeniería aeroespacial y lo de menos era dónde tendría que vivir para lograrlo. Como a muchos estudiantes, la nota de corte le marcó un camino, el de salir a buscar sus estudios universitarios en el extranjero. Así llegó a Varsovia con solo 17 años. Pasó del IES Joan Ramis i Ramis de Maó a la Politechnika Warszawa, la Universidad Politécnica de la capital polaca, donde quiere completar su carrera.

¿No le impuso respeto el marcharse tan lejos recién salido del instituto?
— No, no me daba miedo, nadie se muere por ir a vivir fuera; yo quería estudiar ingeniería aeroespacial y en el primer curso de Bachillerato reconozco que no me esforcé lo suficiente, las notas no me daban para entrar en una universidad española. De todos modos también quería salir del país, así que no me importó. Lo único es que esperaba comunicarme en inglés.

¿Y qué pasó?
— Que lo normal es que las personas de más de 40 o 50 años hablen solo polaco, los jóvenes sí hablan más inglés. Pero los más mayores, como estaban en zona de influencia comunista, solían aprender como segundo idioma el ruso. En la universidad las clases también son en inglés, así que yo me fui antes para reforzar el idioma. De todos modos ahora ya puedo hablar un poco de polaco, mal, porque la gramática es difícil, pero sí como para ir a comprar, algo básico. Y si no te comunicas, con gestos, las manos...

¿Cuándo llegó a Varsovia?
— El 27 de junio de 2014. Hice un curso de inglés para preparar la entrada en la universidad, ya que necesitas pasar el examen de B2.

¿Por qué Polonia?
— Buscando alternativas pensé que, como siendo de Menorca ya tenía que salir fuera a la Península, también me podía ir fuera pero a otro país. Mi padre buscó y así lo encontramos. La primera opción fue Ucrania, pero después allí surgió el problema de la guerra que hay en una parte del país y a mi madre aquello no le hizo gracia.

Le creo.
— También pesaba la cuestión económica, buscábamos una universidad y un país que no fueran muy caros, y Polonia es un país barato y dentro de la Unión Europea, aunque no están en el euro, tienen su moneda, el zloty, y eso se nota bastante. 600 zlotys vienen a ser unos 150 euros. Y además la universidad es gratuita.

¿No se paga matrícula y tasas?
— En algunas carreras, como la mía, no se paga matrícula, en eso he tenido suerte. No se trata de una beca sino que aquí en Polonia funciona así para determinados estudios, no todos, pero sé de otras carreras técnicas como la mía en las que tampoco se tiene que pagar matrícula.

¿Por qué quería estudiar fuera del país?
— Porque ves que mucha gente hace carreras superiores y acaba trabajando de cualquier otra cosa que no es lo suyo, así que pensé que cuanto antes saliera mejor.

¿Está muy enfocada la enseñanza superior en Polonia a que lleguen estudiantes de fuera?
— Bueno, la mayoría de mis compañeros de clase son polacos. Ahora mismo, con la gente que ha abandonado en el primer semestre, extranjeros estamos dos indios, un bielorruso y yo; somos veinte en el grupo, así que el resto son polacos. El problema es que la clase es en inglés pero si ellos no entienden, algún profesor, no todos, se pone a hablar en polaco para aclararles las cosas, y claro, los indios y yo no les entendemos.

Por lo demás, los estudios son como en un centro de aquí, supongo...
— Tenemos once asignaturas, todas de números menos economía. Hay cálculo, programación, mecánica de estructuras, mecánica, mecánica de vuelo, termodinámica, circuitos eléctricos, polaco, y engineering graphics, no sé traducirlo, algo así como dibujo técnico.

¿Es una carrera dura?
— Mucho trabajo, no puedes salir de fiesta, desde que empecé la carrera apenas he salido. Aproveché en verano al llegar porque ya me esperaba que fuera así. En realidad no hay nota de corte para entrar, pero la eliminación se hace igual cuando entras. Al empezar había cuatro grupos de 20 a 30 alumnos y ahora quedan tres grupos.

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¿Cómo ha sido su integración, se relaciona con los polacos?
— Me relaciono más con gente extranjera, tengo dos amigos españoles, uno de Barcelona y otro de Lleida, con los que voy a jugar a pádel a la única pista que hay en Varsovia. Aquí es un deporte que aún no se ha puesto de moda. Y comparto piso con mi novia Erva, que es de Turquía.

Los polacos en general me parecen gente muy tranquila, les gusta beber, sonríen poco cuando no te conocen y cuando les conoces, ya dejan de ser tan serios.

¿Fue fácil encontrar vivienda e instalarse?
— He pasado por varias casas. Ahora estamos en una que está bastante bien, al cambio sale por unos 300 euros cada uno, y está en el centro, a solo una parada de tranvía de la facultad. Este es un piso que para los precios de Polonia es caro.

¿Qué impresión le ha causado Varsovia?
— Tenemos dos líneas de metro, una se ha construido hace poco, pero lo que más se usa aquí es el bus y el tranvía. Hay muy buena comunicación de transporte, aquí en invierno con el frío a nadie le hace gracia esperar a que venga el bus ni diez minutos. Hay muchas infraestructuras que aún son de la época comunista, casi siempre son edificios grises, sin pintar, todos iguales. Es una ciudad que está creciendo, también tiene zonas muy modernas. Durante la Segunda Guerra Mundial fue destruida, pero la ciudad antigua se reconstruyó después tal y como era antes de la guerra.

Ahora mismo también es una ciudad muy estudiantil, de moda para hacer un 'Erasmus'.

¿Y cómo lleva ese frío continental viniendo del Mediterráneo?
— Hombre se nota. Ahora mismo (la entrevista se realizó en las últimas vacaciones de Pascua) el termómetro marca 3 grados y dicen que este año no ha sido tan frío. Pero no lo he pasado tan mal porque no es húmedo, te tapas y ya está. El clima, la familia y la distancia es lo que me provoca más añoranza.

Porque la comida polaca me gusta, es barata y dan mucha, se come mucho cerdo y sopas, también una pasta típica de aquí que se llama pierogi, que está rellena. Y si quiero comida española hay muchos restaurantes que tienen.

Decía que es una ciudad muy demandada por los becarios del Programa Erasmus ¿ha conocido a muchos?
— Sí, he conocido a otros españoles, muchos estudiantes pero también que han venido a trabajar por la crisis. Muchos pequeños empresarios, por ejemplo que montan restaurantes..., pero aquí no les importa, les gusta lo español y el idioma, me dicen que les suena como a música.

Parece muy centrado para su edad ¿siempre tuvo claro que estudiaría ingeniería?
— No, no, pasé por diferentes fases, quise ser desde cocinero a periodista; pero luego me empezó a gustar la física, desde que estudiaba en el colegio San José de Maó. Fue la física, las 'mates' y la física lo que me atrajo, me empezaron a gustar.

¿Piensa acabar la carrera en la Politécnica de Varsovia?
— Sí, sí, sí. Son tres años y medio y quiero completarla aquí. De momento no sé si regresaré a España o Menorca, iré a donde tenga trabajo, hay mucho mundo que ver, pero creo que Estados Unidos sería el lugar ideal para la carrera que hago. Aunque también estudio un par de asignaturas de Administración de Empresas por la UNED, para que me abra más puertas.

Aprovecho para decir que en Polonia la universidad exige que presentes el título de Bachillerato, físicamente, y lo necesitaba ya en febrero pero aún en Menorca no me lo han dado, porque dicen que la Conselleria de Educación no los ha expedido. He tenido que mandar un escrito al rector de mi universidad para ver si lo puedo entregar más tarde pero lo necesito para que conste en mi expediente. Desde luego me enfadaría mucho que todo lo que estoy estudiando no me valiera porque en Menorca no me han entregado aún mi título de Bachillerato.