El obispo Salvador Giménez, Joan Mir y Guillem Ferrer presentaron la memoria de 2014. | Gemma Andreu

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Más cronificada que nunca y sin síntomas de mejora para este año. La pobreza sigue latiendo con fuerza en la Isla y lo hace, de forma más acusada, entre los españoles. Caritas Diocesana de Menorca atendió el año pasado a 1.632 personas, lo que significa que se beneficiaron de la ayuda 3.338 ciudadanos, teniendo en cuenta que «quienes vienen lo hacen en representación de un núcleo familiar».

Esta cronificación queda más que patente con el hecho de que el 49 por ciento de los usuarios de los servicios de la entidad lleva más de tres años recibiendo ayudas. En 2013, no superaban el 25 por ciento.

En los últimos años, el número de personas atendidas se «ha estabilizado», según señala el secretario general, Guillem Ferrer. Y es que, aunque se atendieron 67 personas menos que en 2013, no se ha paralizado la sangría de la pobreza.

Ferrer explica que en estos últimos ejercicios de crisis económica hay una franja importante de usuarios inmigrantes que ha marchado, por lo que el resultado debería ser una reducción del número de atenciones. No obstante, se mantiene la cifra porque crecen los pobres españoles. Ferrer advierte de que «quienes acuden al servicio son aquellos que tocan fondo, los que llegan a final de mes aunque sea a duras penas, no vienen».

Aunque el número de personas se mantiene estable, aumenta el número de servicios que reciben los usuarios por la necesidad del momento. Así, se dieron 9.648 respuestas frente a las 9.327 registradas en 2013 o a las 7.283 de hace cinco años.

Ferrer aboga por más empleo y sueldos dignos. Y no prevé para este año una mejora. Estima que la cifra de personas atendidas se mantendrá estable.