El payés aparcero de la finca de Lloc Nou, en Ciutadella, expondrá en el Foro Menorca Illa del Rei su visión sobre el sector agrario y las propuestas que deberían aplicarse para mejorar la situación | Laura Bañón

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Pau Bosch Moll (Ciutadella, 1977) es el payés aparcero de la finca de Lloc Nou, en Ciutadella, un predio que cuenta con una cabaña formada por 30 vacas y que se dedica a la producción de queso artesano. Bosch, presidente de la organización agraria FAGME desde 2009, participará el próximo martes en el Foro Menorca Illa del Rei, que tratará sobre «El campo de Menorca a debate: debilidades, fortalezas, oportunidades y nuevos modelos de explotación».

¿A qué problemas se enfrenta en la actualidad el campo en la Isla?
— Uno de los grandes problemas que tiene el sector se refiere a los elevados sobrecostes por el efecto de la insularidad y el reto de competir con los precios de la Península y de otros países. Por otra parte, el rendimiento de las fincas es bajo y, además, nos preocupa el constante abandono de las explotaciones agrarias.

Unos problemas que no son nuevos, perduran desde hace mucho tiempo...
— En efecto, se trata de una situación endémica. El anterior Govern balear realizó una serie de gestiones en el tema de la insularidad, por lo que a través de la PAC el sector recibirá una pequeña compensación económica como reconocimiento a este hecho. Como mínimo es un pequeño paso, entre otros muchos que deberán realizarse, el hecho de que el Ministerio de Agricultura reconozca que la Isla compite en inferioridad de condiciones con el resto de la Península.

¿A qué otros pasos se refiere?
— El principal es que Bruselas nos dispense el mismo trato que ofrece a las demás regiones europeas que están en una situación similar a la nuestra. Una vez que se nos compense el sobrecoste que soportamos por vivir en una isla ya podremos trabajar en igualdad de condiciones que el resto de territorios europeos.

¿Como por ejemplo?
— Hay islas en Grecia que tienen reconocidas sus peculiaridades por ser territorios insulares, circunstancia que no ocurre de momento con Menorca. Se trata de un agravio comparativo, puesto que Balears está considerada una comunidad autónoma rica, por la actividad turística, pero el turismo y la agricultura son dos realidades diferentes.

¿Qué medidas deberían adoptarse para evitar el abandono de las fincas rurales?
— La concesión de subvenciones es como poner parches a un problema. Algunas de las medidas adecuadas para ayudar a que las fincas sean rentables son potenciar las denominaciones de origen, ayudar a la promoción de los productos agrarios y agilizar las tramitaciones administrativas, entre otras que facilitarían la actividad de las explotaciones.

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Hace unos días, el conseller de Medio Ambiente, Javier Ares, se reunió con tres asociaciones agrarias de la Isla, una de las cuales es la que usted preside. ¿Qué sensación tuvo al finalizar la reunión?
— Aunque se hablaron de temas muy generales que afectan al sector, la primera impresión sobre la disponibilidad del nuevo equipo de gobierno insular fue buena. Una de las cuestiones en la que coincidimos fue la necesidad de diálogo entre las partes. También defendimos que no se utilice el sector agrario en las disputas entre los partidos políticos y que sea el propio sector quien marque el camino a seguir y las prioridades para garantizar su viabilidad. A veces ocurre que por motivos partidistas se adoptan medidas insuficientes o equivocadas.

¿A qué otros problemas más concretos se enfrentan las fincas?
— Uno de estos problemas en la actividad diaria de las fincas menorquinas es la eliminación de animales muertos. Hay explotaciones que tienen problemas para enterrar dichos animales. Además, el sistema que se utiliza en la planta de Milà no funciona correctamente, por lo que debería estudiarse cómo solucionarlo.

¿Utilizan agua depurada para el riego?
— En la zona de Ciutadella hay una red de suministro de agua depurada para el riego de fincas, que, cinco años después de su ejecución, todavía no funciona por una serie de deficiencias que impiden su uso. Hay una infraestructura realizada, que en su momento representó una cuantiosa inversión económica, que no puede utilizarse. Nosotros somos los primeros interesados en utilizar estas aguas depuradas, con lo que evitaríamos extraer agua del subsuelo.

¿Considera que debería potenciarse el Contracte Agrari de la Reserva de la Biosfera (CARB)?
— En la reunión con el conseller Javier Ares nos interesamos por el CARB para saber si el Consell insular potenciará esta iniciativa, que en los últimos años ha experimentado un retroceso. El CARB es un buen instrumento para afrontar las labores de mantenimiento que se realizan en las explotaciones y representan una compensación económica de unos trabajos necesarios que siempre se han efectuado.

Unos trabajos que permiten preservar el paisaje rural.
— En efecto, el beneficio de estos trabajos repercute en la imagen de la Isla y, por tanto, en la sociedad menorquina. Cabe mencionar el desbroce de los acebuches, el arreglo de las parets seques y la recuperación de otros elementos etnológicos que conllevan mucho trabajo, pero que si desaparecen la Isla perderá parte de su identidad. No me gusta que nos llamen jardineros —un oficio tan digno como otro— por realizar estos trabajos, los payeses cuidamos la herencia recibida de nuestros antepasados, como siempre se ha hecho.

Otro acierto de los últimos años ha sido la diversificación de la actividad agraria.
— Las fincas con la infraestructura adecuada mantienen la producción láctea. Otras se dedican a la cría de ovejas, a la producción de carne vacuna o a la agricultura ecológica. La diversificación es importante para garantizar el futuro del campo.