Román trabaja desde 2011 en un proyecto de investigación y análisis sobre la «rehabitación» como medida para revitalizar los centros históricos | Javier Coll

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Paseen por el centro de Maó y observen el espacio urbano y pregúntense si la ciudad tiene vida. Es la reflexión que lanza la arquitecto Roser Román tras analizar el estado en que se encuentra la ciudad y descubrir que ocho de cada diez viviendas vacías del centro urbano están en mal estado o en ruinas.

El trabajo de campo que ha desarrollado la arquitecto desvela que en el barrio que corresponde al centro histórico (el limite bordea la Plaça Esplanada, Carrer Sol, Moll de Ponent, Plaça Miranda y Ramón y Cajal) existen en torno a 500 viviendas sin habitar.

Estas cifras de despoblación repercuten «en el deterioro del espacio urbano con edificios abandonados, la pérdida de vida cotidiana por no haber habitantes y, por tanto, la terciarización de la ciudad», indica y añade que «Maó se ha convertido en una ciudad sin vida ciudadana, llena de edificios vacíos, con problemas estructurales e insalubres».

Román trabaja desde 2011 en un proyecto de investigación y análisis sobre la «rehabitación» como medida para revitalizar los centros históricos de las ciudades desde los criterios de sostenibilidad, estudio en el que sigue trabajando para conseguir una propuesta de gestión.

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