Desde que viera un concierto cuando era adolescente en su pueblo natal, Cox no ha soltado las baquetas para marcar el ritmo en numerosos proyectos musicales | Javier Coll

TW
1

Su nombre completo es Terence William Harvey Cox, pero en el mundo de la música se le conoce como Terry Cox. Un artista modesto que prefiere, confiesa, no lucirse con los solos de batería; lo suyo es marcar el ritmo, y lo ha hecho codeándose con unas cuantas estrellas. El éxito con su banda de folk de los 60, Pentangle, le trajo a Menorca para tomarse unos días de respiro... Desde entonces han pasado ya casi 45 años y por aquí sigue.

Una mirada al pasado. ¿Por qué Menorca?
— Fue en 1970 y vine de vacaciones. En realidad es una historia larga...

Tenemos tiempo...
— Acababa de hacer una gira por Estados Unidos con mi grupo Pentangle, era el año 1969, en plena guerra de Vietnam. El país estaba dividido, a favor y en contra de la contienda. Y se da el caso de que había gente que nos preguntaba por qué no estábamos combatiendo, pero claro, no sabían que nosotros éramos ingleses y que no teníamos nada que ver. La cosa estaba tensa, y una noche, cuando terminamos un bolo, la gente quemó un edificio, en la universidad de Kent...

¿Se les identificaba dentro del género de la canción protesta o de mensaje pacifista?
— Sí, estábamos en una línea más pacifista... Lo que ocurre es que la gente siempre puede leer la parte de la moneda que quiere... Después de los incidentes me encontraba cansado de todo aquello y de vivir en ese ambiente; me puse nervioso. Fue entonces cuando el mánager me dijo: «hay un sitio al que fui el año pasado y no hay nadie, es muy tranquilo». Y yo respondí: «vale, eso es lo que quiero». Nada más tomar tierra con el avión en Menorca, mi esposa dijo «yo me quedo».

Dicho y hecho...
— A las siguientes navidades regresamos para comprar una casa, eso fue en 1971 y desde entonces hasta ahora hemos vivido aquí. Al principio nos instalamos en Sant Lluís.

Su mujer lo tuvo claro, pero usted...
— Por mi profesión de músico estuve muchos años viajando, yendo y viniendo, pero nuestra base fue la Isla. Durante esa época trabajé con muchos artistas como músico de estudio, después de dejar a un lado temporalmente el proyecto de Pentangle.

Y lo hizo con figuras de renombre. ¿Es cierto que grabó la batería del «Space Oddity» para David Bowie?
— Sí, en 1969. David tenía por aquel entonces más o menos 18 años y mucha energía... Y la canción sigue sonando, ha superado muy bien el paso de los años. Lo curioso de esa grabación es que se decidió poner un mantel sobre la batería para conseguir un sonido muy especial, eso fue lo que quiso el productor, Tony Visconti.

También ha sido músico de estudio de Elton John, Bee Gees, Charles Aznavour.... Casi nada...
— En el caso de Elton, Reggie por aquel entonces, lo conocí porque tocaba con la orquesta del show televisivo «Top of the Pops», y él era corista; todavía no era famoso.

Con Aznavour sí que tuvo una relación profesional más duradera...
— Sí, durante seis años, como músico de estudio pero también en las giras. Pasé mucho tiempo en Francia. Él era una estrella muy grande.

Acaba de grabar una sesión en un estudio de Maó. ¿En qué proyectos anda metido?
— La fundación de Bert Jansch, el guitarrista de Pentangle, que falleció en 2011, quiere hacerle un homenaje. La persona que está al frente del proyecto me preguntó si podría participar, y lo haré con una canción que he escrito sobre su vida, y acabo de terminar su grabación.

¿Cómo comenzó su pasión por la música?
— Una vez vi tocar a un batería en High Wycombe en uno de los conciertos que cada mes ofrecía una big band. No sé por qué me llamó tanto la atención, pero desde ese momento he dedicado toda mi vida a la música. A los 14 años comencé a recibir clases, pero la persona que me enseñaba no sabía demasiado, así que con el tiempo seguí formándome en Londres. Luego practiqué mucho por mi cuenta, excepto los dos años en los que tuve que hacer la mili.

Noticias relacionadas

Después se dedicó a la música por completo...
— Sí. Recuerdo mi primer bolo en un pub, acompañando a una cantante, cuando una persona borracha que estaba entre el público nos pedía que paráramos. Me tiró una pinta de cerveza y un bocadillo de queso a la cara. Yo no paré porque me estaban pagando por tocar. Eso es el mundo de la música, pensé, pasan muchas cosas, y es verdad. Fue la primera vez que subí a un escenario como profesional... Tenía 21 años. Luego, unas cosas llevaron a otras hasta que formamos Pentangle, un grupo en el que Dany Thompson y yo poníamos la parte más jazzística y el resto el folk.

¿Hasta cuándo duró el proyecto?
— Hasta 1973. Pero en 2009 nos volvimos a juntar para hacer una gira de reencuentro.

Las bandas se forjan muchas veces a base de historias de sexo, drogas, fiestas y un poco de leyenda. ¿Hubo una época de años locos?
— No... (silencio).

¿Tenían groupies?
— No puedo hablar de eso (risas). Sí que había groupies. También había drogas, pero yo no las toqué. Siempre estuve limpio. Sabía que si no, no podría tocar, lo tenía muy claro. Mientras yo desmontaba la batería después de los conciertos, el resto de músicos ya estaban ligando con las chicas (risas).

¿Qué supone la música para usted?
— Es el centro de la vida. Pero si no tienes ilusión, ya te puedes olvidar, porque la vida en sí es dura. Recuerdo en los comienzos, cuando viajamos para ofrecer un concierto desde Londres hasta Edimburgo y nos volvimos sin cobrar.

¿Cuál ha sido su referente musical a lo largo de su vida?
— Muchos, pero uno de ellos Miles Davis. Tuve la oportunidad de saludarle una vez en Nueva York.

Volvemos a la Isla. Usted fue el fundador de un conocido restaurante, Pan y Vino...
— Sí, lo abrimos mi esposa y yo en 1985. Lo sacamos adelante toda la familia. Disfrutamos mucho, pero también fue duro, lo traspasamos en 2008, antes de la gira de reunión. No teníamos mucha experiencia al principio, pero fue bonito, una buena etapa y nos cambió la vida.

¿Se sintió bien acogido en la Isla?
— Sí, cuando llegamos había pocos ingleses. Nos integramos bien en la vida menorquina. Tengo muy buenos amigos aquí. En Menorca me he sentido como en casa.

¿Echa algo de menos de su país?
— (Silencio)... No. Casi nunca voy a Inglaterra... La última vez fue en 2011 para algunos conciertos.

¿Su rincón favorito de Menorca?
— Es Grau es un sitio increíble.

Está jubilado, pero no ha abandonado las baquetas...
— Sí. Aunque ahora muchos locales quieren solo un guitarrista con playback, dos músicos o tres como mucho, la batería suele quedar fuera.

¿Algún bolo próximamente?
— Queremos hacer un concierto a beneficio de las personas afectados por la enfermedad de alzheimer, y en esas estamos, probablemente será en febrero y en formato de trío junto a Pere Arguimbau y Suso González.