Peter Suárez disfruta jugando como un niño con el Fort Comanche o el Scalextric. | Gemma Andreu

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Entrar en casa de Esperança Villalonga Barber y Peter Suárez y descubrir su colección de juguetes de los años 70 y 80 es retroceder a la infancia de aquellos que tienen más de 30 y 40 años. Las muñecas Nancy, las Barriguitas, el Scalextric, el Cinexin o juegos de mesa como Monopoly, Magia Borrás o Juegos Reunidos Jeyper, son algunos de los tantos juguetes que componen su vasta colección.

Fue Peter Suárez (L'Hospitalet, 1964) quien empezó a coleccionar trenes, coches y el Scalextric. Su esposa, Esperança Villalonga Barber (Alaior, 1964) se sumó después, y ambos han conseguido reunir una de las mejores colecciones de juegos de aquellas décadas. La afición por coleccionar juguetes setenteros y ochenteros se le despertó a Esperança Villalonga cuando un día en el antiguo Punto Verde de Alaior descubrió una colección de muñecas de su infancia tiradas en un contenedor. «No puede ser que se pierda parte de nuestra memoria», pensó. De alguna manera su afición coleccionista le hace recordar los tiempos en que trabajó en la tienda de Llucia Mora en Alaior, un establecimiento de souvenirs y librería, además de juguetería. Desde su puesto de trabajo «vi el cambio que se produjo, cuando hubo el boom de los juguetes».

Exposición en es castell

Ahora regenta un tienda de golosinas en Es Castell, en la qua tiene expuestos algunos de los juguetes de la colección. «A la gente les hace gracia verlos, es un recuerdo sentimental de la infancia, y muchos dicen 'yo también tenía uno'», señala. Por eso «Jo també en tenia un» es el título de la exposición con los juguetes que colecciona el matrimonio que se organizó este fin de semana en la Sala Multifuncional des Castell y que «cayó muy simpática a la gente». Explica que «hacemos la colección por nostalgia, por sentimiento. Una amiga me regaló un geyperman y me hizo muy feliz». Sus amigos les han ayudado a hacer crecer la colección, y el pequeño de la casa, cuando lleva a sus amigos, tiene claro que con los juguetes de papá y mamá «no se juega».