El «Mein Schiff 1», fondeado en la bocana por el riesgo que conllevaría su maniobra de entrada en el paso por la Illa del Rei. | Javier Coll

TW
13

Ambientazo en el puerto de Maó este lunes por la mañana. En los muelles, dos cruceros, el más grande que jamás ha entrado en la rada, el «MSC Armonia», y el «Thomson Majesty». Junto a ellos, un improvisado embarcadero en el que van y vienen barcas auxiliares, con una capacidad para un centenar largo de personas.

Dos catamaranes amarillos echan una mano, contratados por la compañía. Transportan a los cruceristas del «Mein Schiff 1», fondeado en la bocana por el riesgo que conllevaría su maniobra de entrada en el paso por la Illa del Rei.

El «MSC Armonia» está dentro y tiene once metros más de eslora (275 frente a 264), pero el tamaño no lo es todo.

Los tres cruceros suman 5.420 pasajeros (más que el censo de Es Mercadal). El 8 de noviembre de 2013 coincidieron en Maó cuatro que sumaban algo más de eslora, pero casi la mitad de pasajeros.

Los cuatro del 26 de octubre de 2015 se quedan muy lejos en todo. Es la mayor concentración de cruceristas que se ha producido en Maó en una sola jornada, en concreto entre las 9.28 y las 14.56 horas.

El impacto se percibió de punta a punta de la Isla, por el tirón de las excursiones en autobús.

No todos los cruceristas pisan tierra. Las piscinas y la barra libre son fuertes tentaciones. Por ejemplo, en el «Mein Schiff 1» unos trescientos se quedaron en el barco. Se perdieron un paseo de media hora entre el punto de fondeo y el puerto. Y media hora más para volver, un regalo por el que algunos pagan. Además, la operativa en plena bocana no es complicada. Ayer ayudó un día espléndido, sin una pizca de viento. Cualquier capricho eólico complicaría la situación. Es el problema de quedarse en la desprotegida bocana.

El «Mein Schiff 1» llegó sobre las seis de la mañana. Tardaron en salir los primeros turistas, y hasta poco antes de las once iban llegando a los muelles a un muy buen ritmo. A las 13 horas decenas de alemanes (casi todos lo eran en este barco) ya hacían cola para volver. Eran de los que no perdonan el bufé. A bordo, el capitán, Rolf Noack, reclamaba a la representante de la consignataria, Rosa Cardona, que se adelantara la operativa de los catamaranes ante el temor de no cumplir horarios. Mañana acaba en Palma el recorrido de Tui Cruises que durante diez días les ha llevado por Barcelona, Gibraltar, Lisboa y Cádiz, para empezar otro idéntico. Y hay que enlazar con los vuelos.

Noack, como capitán de un barco debutante en Maó, hizo de anfitrión a las autoridades con el protocolario intercambió de regalos. También intercambió opiniones sobre el fondeo. «Acepto la decisión de los gestores del puerto, pero el barco podría haber entrado, y más con este tiempo».

A Jesús Fernández-Reyes, representante de Autoridad Portuaria, le puso algún reparo sobre la prueba realizada con un simulador, definitiva para impedir su entrada en el puerto. Se le anunciaron nuevos tests, que poco le consuelan. Vuelve en diez días y deberá volver a fondear, con la esperanza de que se repita la calma chicha.

El problema fue que, hace un par de años, cuando Tui Cruises valoró la escala se le dijo que podrían entrar. Confirmaron. Luego vino la prueba del simulador, el riesgo detectado y la orden de fondeo. En otros puertos también se fondea, pero ya se sabe de antemano y se valora si vale la pena.