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Nunca llueve a gusto de todos. El intenso temporal que azota Menorca desde hace unos días afecta gravemente a la actividad pesquera aunque supone un importante alivio para los payeses, que ven como la lluvia hidrata el hasta ahora seco campo menorquín.

El viento es el principal adversario de los pescadores. El oleaje de los últimos días dificulta enormemente el trabajo de las embarcaciones, que la mayoría de días han tenido que quedarse amarradas en los respectivos puertos. Los pescadores de Maó no salen desde hace una semana. El lunes pasado fue cuando salió por última vez la única barca de arrastre que entonces tenían operativa, puesto que las dos restantes finalizan este mismo lunes sus vacaciones.

Los profesionales de artes menores todavía tienen más dificultades para salir, puesto que las pequeñas dimensiones de las embarcaciones hace prácticamente imposible navegar en las actuales condiciones meteorológicas.

El aspecto positivo de las importantes lluvias de los últimos días hay que buscarlo en el sector agrario. Los payeses agradecen las precipitaciones, pese a que la intensidad de las mismas ha podido provocar pequeños daños en algunas fincas, como por ejemplo en barreras que se han roto, árboles caídos o incluso alguna chimenea desprendida.

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