Vida tranquila. Una de las virtudes que más aprecia de estar instalado en Menorca | A.C.

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Cuando se le pregunta por cómo está siendo su experiencia menorquina, la resume en dos palabras: «enriquecedora y encantadora». Alessandro ha encontrado aquí «el silencio, la paz y la tranquilidad de la naturaleza», tres tesoros que le ayudan a ahondar en su ser. «La tranquilidad exterior se refleja en tu interioridad, y eso te permite crecer», comenta.

Pero empecemos por el principio y la pregunta obligada. ¿Qué le trajo por Menorca?
— Lo que en realidad ocurrió es que conocí la Isla por que mis padres vinieron de viaje de novios en 1963. Aquí pasaron una semana fantástica, en un lugar que entonces era muy diferente, mucho más virgen. Estamos hablando de hace más de medio siglo, tanto es así que para regresar volaron en un viejo avión de la época de la Segunda Guerra Mundial. Ellos siempre me contaron que la isla era fantástica, pero no fue hasta hace 18 años que me decidí a visitarla por primera vez.

Sí que tardó.
— Sí, y eso que siempre me ha gustado mucho viajar, pero antes tenía planes para visitar lugares de otras partes del mundo. Lo que ocurre es que por mi trabajo, ya que me dedicaba a la importación de joyas étnicas, he viajado bastante a lo largo de mi vida, pero una vez que llegué a Menorca, la primera cosa que pensé fue «aquí tengo que venir a vivir».

Amor a primera vista, se podría decir.
— Sí, puede que algunos no lo lleguen a entender; lo que sentí es difícil de explicar. Estoy aquí porque amo esta isla.

Pero tardó algún tiempo en instalarse en Menorca.
— Sí. Lo primero que hice al cabo de un tiempo fue comprar una casa, en Platges de Fornells, y disfruté de ella durante algunos veranos, pero no decidí instalarme definitivamente hasta hace cinco años, y ahora vivo en Es Mercadal.

¿Cómo ha sido la adaptación a la vida menorquina?
— Buena. Una de las cosas que hay que tener en cuenta es que cuando vas a un lugar nunca te puedes olvidar de que eres el huésped. Por eso no puedes pretender que los demás se adapten a tu manera de ser o a tu cultura. Si vienes con esa actitud de adaptación, todo irá bien siempre. Creo que algunos compatriotas cometen el error de pensar que esto es como una copia en la que pueden reproducir su vida italiana. Y a mi juicio, eso no puede ser así, hay que respetar a la gente y sus costumbres.

Cada lugar tiene su ritmo.
— Efectivamente, y hay que acostumbrarse a los ritmos de Menorca, como por ejemplo cuando tienes que reformar una casa o tienes una cita de trabajo y estás acostumbrado a la puntualidad. Pero hablando de otras cosas, hay que decir que es un lugar fantástico para personas que como yo que tiene la posibilidad de trabajar desde casa.

En su caso viene de una ciudad grande.
— Tampoco demasiado, Verona tiene unos 300.000 habitantes. Pero sí que es una ciudad bastante estresante; hay turismo durante todo el año y bastante actividad ferial.

¿Cómo fue el cambio a un sitio tan tranquilo y pequeño como Es Mercadal?
El filósofo que inventó el taoísmo dice en uno de sus libros que la dimensión ideal para un hombre para vivir es un pueblo donde habitan entre 4.000 y 5.000 personas, y Es Mercadal es la medida perfecta. Aquí, tú sales a comprar un periódico y no sabes cuándo vuelves, te encuentras con cualquiera y te pones a hablar, tomas un café, puedes tardar dos horas en regresar a casa. Todo es mucho más relajado.

¿Está en contacto con otros italianos de la Isla?
— Es una comunidad muy fraccionada. A pesar de que alguien ha intentado forma una asociación que nos reúna, no se ha conseguido. Yo creo que el italiano que vive aquí busca una vida tranquila y se quiere adaptar a la Isla. Tenemos contacto unos con otros, pero en el fondo somos gente bastante aislada.

¿Cuál sería a su juicio la mayor virtud de Menorca?
— La capacidad que tiene de transmitir la paz en sí misma. Menorca tiene una alma muy tranquila y apaciguada.

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Pero que en verano se transforma en una especie de marabunta. Usted, que trabaja como editor de una guía turística de Menorca para italianos, lo sabe. Hábleme de sus proyectos.
— En realidad tengo dos proyectos. Uno de ellos es un magazine (www.voglioviverecosi.com) en italiano en la red que habla de todo lo relacionado con el cambio, el interior y el exterior, cambio de vida, y tengo como unos 10.000 visitantes diarios. Pero aprovechando que vivo aquí he creado una guía (www.isoladiminorca.com) para informa a los italianos que no la conocen y quieren venir de vacaciones.

Entonces, será todo un experto en la Isla.
— Me queda mucho por descubrir. Voy poco a poco. Aunque es un sitio pequeño, siempre hay cosas que conocer.

¿Qué buscan los italianos cuando vienen de vacaciones a Menorca, sol y playa o algo más?
— Ahora, Menorca está identificada como la isla de las Balears a la que tienes que venir si buscas la tranquilidad y relajarte. Pero la idea que está en marcha es dar a conocer que es un lugar al que se puede venir en temporada baja porque hay muchas cosas que hacer, como senderismo o actividades culturales, por ejemplo. Pero quien viene aquí, lo primero que busca es el sol, relax y comer bien.

¿Ha desbancado Menorca a Formentera como destino preferido de los italianos en Balears?
— Sí. Pero los italianos que vienen aquí son, y tienen que ser, diferentes, a los que van a Eivissa y Formentera. A estas dos últimas islas va la gente que le gusta más la ostentación. Aquí es una historia totalmente diferente.

¿Cotiza al alza cada vez más Menorca?
— Los datos dicen que habrá unas 300.000 plazas de avión para viajar a la Isla desde Italia, y creo que eso ya supone un incremento respecto a 2016. El problema es que faltan los vuelos en temporada baja, y los que hay no son baratos. Hay gente me escribe y me cuenta que lo que encuentra es demasiado caro, y cambian a destinos como por ejemplo Grecia.

¿Qué feedback recibe de sus compatriotas a los que guía y visitan Menorca?
— El 99 por ciento de los que viene aquí quiere repetir. Me cuentan que les gusta el mar, la comida, la gente tranquila y amable. Aunque ellos lo prueben en julio y agosto, de igual forma perciben esa paz que transmite la Isla. Los italianos también aprecian mucho la materia prima fresca de la gastronomía menorquina. Hay muchos establecimientos que tienen su punto fuerte en el producto de mercado, y eso se valora.

¿Qué opinión le merece el modelo turístico menorquín?
— Si sigue el actual, mientras no se desnaturalice el alma de Menorca, perfecto; es decir, preservar lo relacionado con en medio natural, la reserva de la biosfera y la puesta en valor de la cultura. Ir más allá sería un error. De momento creo que se está gestionando bien. El hecho de que esté marginada respecto a los grande flujos turísticos que van a Mallorca puede ser algo positivo. La solución pasa por organizar actividades que se puedan desarrollar en temporada baja y darte a conocer. Potenciar sobre todo la actividad cultural durante el resto del año, pero nos encontramos con el problema de siempre, la falta de vuelos.

La cuestión de fondo es que da la sensación de que en agosto ya no cabe nadie más. ¿Cree que Menorca podría morir de éxito turísticamente o eso es mucho decir?
— La masificación es algo que puede perjudicar. Pero si vienes aquí y crees que por irte sin ver Macarelleta eres un fracasado, estás equivocado, porque la realidad es que hay muchísimas playas que merecen la pena. Yo trabajo precisamente en ofrecer información que dice que Menorca no es solamente Macarelleta, Turqueta y Pregonda. Hay muchos otros sitios que merecen la pena.

¿Qué echa de menos de su país?
— (Silencio) Ahora mismo, absolutamente nada. Viajo poco a Italia.

¿Qué le dijeron sus padres cuando les comunicó que se venía a vivir aquí?
— Encantados de venir a visitarme, pero no comprenden bien cómo puedo aguantar vivir en una Isla tan alejada del mundo del bullicio. Pero es mi vida y lo entienden.

¿Se ve viviendo en otro sitio?
— No, he venido para quedarme.

¿Con qué eslogan promocionaría Menorca en Italia?
— La isla más relajante del Mediterráneo.