Como en casa. Estar en otra isla le resulta familiar. Lluís reside en la capital, Cagliari | L.Z.P.

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Promueve una Europa integrada, en la que el conocimiento de sus distintas nacionalidades rompa las barreras que algunos, políticamente, intentan volver a levantar. Es el Programa Erasmus, que hasta 2016 había movido a 3,5 millones de estudiantes europeos, de cerca de 4.000 universidades, para quienes sin duda, de algún u otro modo, supuso un cambio en sus vidas. Lluís Zacarías no había nacido cuando el programa echó a andar, impulsado por la profesora italiana Sofía Corradi, 'Mamá Erasmus', en 1987. Recoge los frutos de la construcción europea con una estancia en Cerdeña, de la que, como tantos otros antes que él, seguro regresará con una mochila cargada de experiencias.

¿Qué estudios realiza actualmente en Cerdeña?
- La mitad del tercer curso del Grado en Biología Humana, me vine a Cerdeña en febrero. Estudio en la Università de Cagliari, en la capital de la isla. Tengo una beca del Programa Erasmus y eso me ayuda a estar aquí.

¿En qué consiste su formación?
- Los estudios son ciencias biomédicas, es como una mezcla entre biología y medicina, y está muy encarada a trabajar en investigación en empresas farmacéuticas y en ámbitos sociosanitarios.

Cerdeña no es un destino muy habitual de estudiantes 'Erasmus', ¿por qué lo eligió?
- En la UPF, mi universidad, dentro del programa todo son convenios cerrados y, no es que hable mal inglés, pero este era el único sitio en el que no me exigían un nivel B2 porque las clases son en italiano. Y la verdad es que entre el castellano y el catalán se hace fácil, desde el primer momento he entendido el italiano muy bien.

Entonces fue lo que se dice una elección por descarte.
- Sí, era Cerdeña o Sudamérica, y cuando dije en casa que igual iba a Argentina -porque la UPF tiene convenios bilaterales con otras universidades de diferentes países-, mi madre se volvía loca (ríe). Aunque también es cierto que me apetecía, todo el mundo te habla bien de Italia y el italiano me parece una lengua bonita y melódica.

¿Le resulta familiar Cerdeña, se parece a Menorca?
- Sí se parece. Estuvimos un día haciendo una excursión por la Sella del Diavolo (Silla del Diablo, una de las sendas de trekking más conocidas de los alrededores de Cagliari) y la verdad es que caminando entre las plantas, las rocas, en el terreno virgen... parecía que no había salido de Menorca, porque las playas son también similares, hasta que giraba la cabeza y veía a lo lejos la ciudad de Cagliari, enorme, y me daba cuenta de que sí, de que estoy en otra isla.

No habrá sido difícil su adaptación entonces.
- No, el cambio ha venido más porque dejas Barcelona y tu universidad y es como volver a empezar, también en el aspecto social, porque tienes que volver a hacer amigos. Aquí he conocido a un grupo de polacos, ¡quién me lo iba a decir!, porque mis compañeras de piso son polacas. Y ahí es cuando te das cuenta, a medida que vas conociendo gente, de lo importante que es saber inglés, yo empecé a estudiarlo en tercero de Primaria y creo que deberíamos estudiarlo mucho antes. Aunque entiendas italiano, hace falta inglés para conocer a más gente y la verdad es que desde que estoy aquí lo he mejorado mucho.

Llegó a Cagliari en febrero y ahora encara el verano, ¿hay mucha diferencia en actividad, ambiente y turismo?
- Es estacional, no es como Barcelona que todo el invierno ves turistas, aún así aquí empiezas a ver movimiento turístico antes que en Menorca. Esta es una ciudad mediana. Estéticamente, la parte antigua de Cagliari me recuerda un poco al Born de Barcelona, con calles estrechas y edificios antiguos, es muy bonita. Alrededor ha ido creciendo la ciudad.

¿La universidad ayuda a los alumnos Erasmus a adaptarse?
- Te dan facilidades, cuando vas de Erasmus las universidades te ayudan por ejemplo para irte y luego para recibirte en el sitio de destino, los primeros días mientras buscas piso. Yo tuve mucha suerte, encontré por Facebook el piso, el 20 de febrero dormí en un bed & breakfast, eso era un lunes y el martes ya nos instalamos, aunque aún no tenía muebles. Es más fácil encontrar piso aquí que en Barcelona, y más barato.

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En el terreno académico y universitario ¿qué ha encontrado?
- Lo primero que choca es que los exámenes aquí son orales, desde que van al instituto mayoritariamente realizan sus exámenes orales, aunque haya también algún test escrito. Hablándolo con compañeros de la universidad esto nos parece como un poco más subjetivo que los exámenes tradicionales escritos. Es muy diferente a la temporada de exámenes en el sistema universitario español, aquí los exámenes se alargan casi dos meses. También lo veo más teórico que práctico, sin mucho feedback.

¿En qué sentido?
- En mi universidad tenemos más horas de laboratorio, de investigación, de búsqueda de literatura biomédica y de elaborar trabajos. Es algo que también me han comentado algunos compañeros que han estado de Erasmus en universidades españolas. Aquí el examen es el centro de todo.

¿También sus compañeras de piso y sus amigos polacos son estudiantes de Erasmus?
- Sí, lo que pasa que al venir de Polonia a ellos sí les está costando realmente el idioma. No es igual para nosotros, al ser otra lengua románica. Los estudiantes polacos también notan que los precios son más caros, porque no están en el euro, ellos tienen el zloty, y con el cambio de moneda les sube mucho el nivel de vida.

Al final los estudiantes europeos forman una familia e incluso se organizan en cada país.
- Sí, está la ESN (Erasmus Student Network), la organización que recibe en todos los países a los estudiantes, siempre programa actividades. Está muy bien, porque llegas sin conocer nada, y este comité programa excursiones y encuentros para ir conociendo gente. Es una experiencia muy enriquecedora, al principio tienes un poco de miedo pero las ganas de irte y probar, lo superan.

¿Cómo es la vida en Cerdeña, sus tiempos?
- Ni tan acelerada como en Barcelona ni tan tranquila como en Menorca. Aquí en Cagliari ya hay más ruido en las calles, muchos autobuses, un ritmo más de ciudad. El carácter es parecido al español, es una isla mediterránea, la gente te habla, te pregunta qué tal estás cuando vas al súper y ya te empieza a conocer, te hacen algún chiste.

¿Ha podido viajar por las islas?
- A finales de abril organizamos un viaje a Sicilia, alquilamos un coche entre todos y fuimos unos días de camping, nos hicimos la isla entera. Allí se nota la diferencia que hay en Italia entre norte y sur. No se nota tanto en España, en infraestructuras y nivel económico. En Cerdeña el nivel de vida es parecido al de Menorca.

¿Cómo es un día normal en su vida de estudiante?
- Estoy haciendo asignaturas de dos cursos, por las mañanas voy a clase y todos, todos, todos los profesores suelen llegar quince minutos tarde, no son puntuales. El modo de dar las clases teóricas es muy parecido al de mi universidad, y ya por la tarde, según el día, hay clases o no. Tenemos tiempo libre para estudiar o para hacer actividades y conocer la zona.

El programa nació no solo para estudiar, sino para conocer a jóvenes de otros países y crecer personalmente, ¿lo recomendaría?
- Sí, es una experiencia que recomendaría a todo el mundo, porque además, siendo de Menorca, si quieres estudiar una carrera vas a tener que salir fuera igualmente y con la beca Erasmus conoces gente de otros países y piensas, al final no somos diferentes, así se evitan nacionalismos extremos.

¿Cuando termine sus estudios, hacia dónde se encaminará?
- Lo primero es acabar la carrera y después me gustaría estudiar un máster de asesoramiento genético, para aconsejar a las familias.
La investigación no me atrae tanto y el asesor genético es una figura relativamente nueva pero que está en alza, no solo realizar las pruebas genéticas sino acompañar a esas personas y asesorarles.