Eric en el conjunto de playas y paseo marítimo situados enfrente del lago Michigan.

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En estos momentos Eric Navarro estará rumbo a Dinamarca para encontrarse con su hermano Albert y entrenar juntos antes de que comiencen los Island Games en Gotland, la isla sueca del Mar Báltico donde promete «darlo todo» para engrosar el medallero menorquín en su deporte, el bádminton. Viaja directo desde Chicago, en el estado de Illinois, donde actualmente cursa estudios de doctorado. Con su tesis espera contribuir a reducir la criminalidad de una ciudad que ha convertido en ruta turística las calles donde aún pesan los siniestros recuerdos de gángsters como Al scarface Capone.

¿Qué está investigando?

— Estoy metido en un proyecto de predicción de crimen. Chicago es una de las ciudades con más criminalidad de Estados Unidos y existe mucha presión del Gobierno para reducirla e intentar prevenirla.

Analizando la ciudad a través de su trabajo, ¿qué la caracteriza?

— Es una ciudad muy segregada por elementos socioeconómicos, el sur y el oeste son las zonas en las que hay más criminalidad, hasta el punto de que estar en un bloque (barrio) u otro marca la diferencia en temas de tu seguridad. Puede ser muy segura pero si sabes por dónde moverte.

¿Por qué eligió ir allí?

— Surgió a través de un proyecto que tiene la Universitat Politécnica para pasar seis meses estudiando en una universidad extranjera, una especie de beca Erasmus pero en Estados Unidos. Yo solicité plaza en Boston y en Chicago y me dieron la de Chicago, donde la UPC tiene un convenio con el Illinois Institute of Technology. Una vez aquí un profesor me preguntó si quería estudiar el doctorado y le dije que sí. Me entrevistó y me ofreció la plaza.

¿Está becado?

— Sí, desde que vine aquí el departamento de Ingeniería Eléctrica me ha pagado el máster y un sueldo, y ahora me paga el doctorado. Una oportunidad que en España creo que no habría tenido.

Conociendo los riesgos, ¿dónde se ha instalado?

— Vivo a 10 minutos de la universidad, así puedo ir caminando a la oficina. Es una zona segura, pero por ejemplo si me moviera diez bloques al sur, una distancia que viene a ser como la que hay entre Maó y Es Castell, entraría ya en zona peligrosa, por así decirlo. Hasta que no te acostumbras..., cuesta.

Esas partes peligrosas de la ciudad ¿las conoce?

— Son zonas a las que no he ido nunca, las conozco porque salen en los periódicos y porque tengo la información de la policía, por mi trabajo, pero son barrios a los que no iría nunca, ni durante el día. Hay muchas armas en la calle, muchos homicidios, cerca de 800 al año, eso es muchísimo, aunque también hay otro tipo de delincuencia como robos en casas o robos de coches.

¿Por qué precisamente le interesó estudiar esa materia?

— A mi siempre me ha preocupado la seguridad, cuando salgo soy consciente de dónde estoy y de la gente que tengo a mi alrededor e intento minimizar riesgos. Hace 3 o 4 años que me sentía atraído por el tipo de algoritmos que estamos usando ahora, es la misma tecnología que se utiliza en los coches autónomos, o para detectar objetos, o en el asistente Siri del iPhone. Que pueda aplicarse en la predicción del crimen, ayudar a 'mapearlo' es algo que me atrae.

¿Qué tipo de algoritmos son?

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— Usamos datos históricos del crimen, dónde se ha producido, de qué tipo de delincuencia se trata. Miramos también las coordenadas: si en el momento de cometerse había alguna tienda cerca, una estación de metro, qué tipos de calle hay, a qué hora se produjo... Con eso podemos montar un modelo que nos diga qué va a pasar en el futuro, con la suficiente precisión como para que pueda responder la policía. Los agentes no pueden mirar todas las cámaras de vigilancia a la vez -hay 15.000 en las calles de Chicago-, y con mis algoritmos pueden saber qué cámaras mirar y en qué momento del día, porque serán las cámaras que tengan más probabilidad de grabar un crimen, en tiempo real. También usamos tipos de algoritmos como los utilizados en la predicción de terremotos.

¿Qué relación tiene un seísmo con la criminalidad?

— Siempre que hay un terremoto después se producen réplicas, más movimientos, y con el crimen pasa algo parecido. Se ha demostrado que ocurre sobre todo cuando se produce un robo en una casa, normalmente durante unas semanas después hay más robos en los alrededores. Estamos buscando qué puede funcionar mejor para predecir el crimen, ahí está la investigación.

¿Son un equipo en el proyecto?

— En la predicción del crimen estoy yo con mi profesor, pero en otros temas relacionados él tiene a más estudiantes. Por ejemplo, hay una persona que evalúa el efecto que genera el hecho de colocar una cámara de vigilancia, si disuade al que va a cometer un crimen o no, a qué tipo de crimen afecta, y la policía puede usar esos datos para saber dónde colocar cámaras.

¿Son investigadores de todo el mundo?

— Mi profesor es chino, el doctor Yongyi Yang, aquí hay muchos asiáticos. De hecho en el departamento somos unos 30 y hay muchos chinos, españoles (muchos ingenieros que trabajan con imagen médica, sobre todo en enfermedades de corazón y cáncer), algún indio, canadienses y solo un estadounidense. Gente de todo el mundo, que tiene su propio proyecto, viene aquí porque hay mucho dinero que se dirige a la investigación y llegan por las oportunidades que ofrece Estados Unidos. Ahora hay cierta preocupación porque dicen que con el gobierno de Donald Trump podría haber recortes.

¿Corre peligro su trabajo?

— A mí no me va a afectar personalmente, el proyecto ya está financiado durante los años que dure. Puede que afecte a proyectos futuros porque los profesores piden recursos al Gobierno federal para realizar sus investigaciones.

¿Cuánto tiempo piensa residir en Chicago?

— Espero que máximo cuatro años más trabajando en este proyecto. Luego, aún no sé si volver a Europa, también pienso en instalarme tal vez en California, porque es la meca de la tecnología. También porque a bádminton se juega sobre todo en la costa oeste, las universidades allí tienen liga de bádminton y eso atrae a jugadores de un alto nivel becados por las universidades.

Tiene por delante la competición IGA. ¿Ha podido entrenar al ritmo que desea?

— Entreno dos veces por semana a un nivel no tan alto como al que yo estaba acostumbrado en Barcelona, para eso me tengo que desplazar los fines de semana a los suburbios, donde hay centros de tecnificación, pero lo he compensado con más entreno a nivel físico. Estaré una semana antes en Dinamarca con mi hermano para entrenar y conseguir mejoras significativas. De ahí viajaremos a Gotland.

¿Con qué objetivo?

— Los IGA son muy importantes para nosotros, sentimos la responsabilidad de representar a Menorca y de dejar el bádminton en alto. En 2013 hicimos bronce en dobles, en 2015 plata y, si todo sigue su curso, en 2017 esperamos lograr el oro. Creo que podemos conseguirlo. A nivel individual yo voy a darlo todo, mi objetivo siempre es hacer medalla cuando juego.

Pese a que se dedica a estudiar su lado peligroso, despídanos de Chicago con buen sabor de boca.

— Es muy bonita y agradable para pasear. Me gusta el contraste entre la naturaleza y la vida urbana, los parques y los rascacielos, también las playas del lago Michigan. En invierno es fría pero en verano se llena de conciertos y festivales en las calles. También me gusta la diversidad de culturas que viven en bastante armonía.