Las cabras sobre las rocas del acantilado de S’Algar, junto al paseo de la urbanización, el pasado mayo | R.L.

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Las cabras silvestres que campaban por S'Algar y pusieron en jaque al Ayuntamiento, que tuvo que dar marcha atrás en sus planes de sacrificarlas si no surgían adoptantes, ya están casi bajo control y no es algo fácil, explica el concejal de Urbanizaciones, Llorenç Carretero. Del rebaño solo dos han sido adoptadas y viven ahora en una finca situada entre Ferreries y Ciutadella y que dispone de la cartilla ganadera. El resto, un total de veinte, han abandonado S'Algar y sus jardines para desplazarse a terrenos rústicos y el Consistorio está a punto de concluir el vallado de un terreno en el que puedan ser confinadas y alimentadas. De hecho capturarlas es complicado y se les ha atraído poco a poco a dicha zona, en la que disponen de agua y vegetación para pastar. El cercado, de un perímetro de unos 40 metros, permitirá que la población de cabras silvestres esté bajo control municipal.

El Ayuntamiento prefiere no desvelar el emplazamiento exacto del rebaño, para evitar que alguien pueda asustarlas y de nuevo se desplacen hacia la urbanización. Sobre las adopciones, Carretero asegura que ha habido «buena voluntad» de algunas personas, que se han interesado por acoger a los animales, pero no es tan sencillo, ya que requieren una serie de documentación y controles como el resto del ganado.

El pasado abril el anuncio del posible sacrificio de las cabras llevó a las críticas y la movilización de grupos animalistas y finalmente el Ayuntamiento optó por promover las adopciones y buscar alternativas que no pasaran por su eliminación.