Gonzalo Adán | Javier Coll

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Como psicólogo y después de recordar que el debate sobre la apatía de la sociedad insular y la necesidad de dinamizar se produjo ya hace un siglo, Gonzalo Adán dejó flotando sobre el público la pregunta de si «el modelo de desarrollo que tenemos es el que queremos y el que nos va a hacer felices». Ofreció una serie de recomendaciones, entre ellas, no forzar estrategias de desarrollo que no van con la naturaleza de los habitantes de esta isla, «intentar torcer el carácter menorquín es inútil». Más bien invitó a asumir ese carácter «tranquilo y pacífico como una oportunidad, nunca como una resistencia o una queja del forastero. Si se dejan llevar por aquellos que les piden un dinamismo o hiperactividad anti-natura sufrirán ustedes, y sufrirá el turismo tranquilo que ha llegado a fidelizarse en la Isla». Otros de sus consejos, «no busquen el dinero rápido y descontrolado que da el turismo de masas. Abandonen el alquiler turístico vacacional y los hoteles de 3 estrellas y apuesten por el lujo. Es más lento pero se sentirán mejor», señaló.

El director del IBES reivindicó el uso del término patriota «en el sentido de tener un propósito compartido, fomenten los valores colectivos que han desaparecido en otros sitios» y al mismo tiempo consideró que se debe ser exigente para que se eliminen las trabas burocráticas.

«Exijan las dimisiones que sean necesarias para que cualquier tipo de dinamismo económico no tenga trabas burocráticas dependientes de la inutilidad de políticos que han llegado al puesto por enchufe o pago de favores».

Pero sobre todo, Adán recalcó la necesidad de una fuerte base educativa porque, recordó, ningún plan estratégico tiene sentido sin ella. «Si no se puede competir en enseñanza universitaria creen la mejor Formación Profesional de España en materias como el turismo sostenible».