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José María Pons Muñoz es coleccionista de objetos de los lugares que ha visitado. Este año se ha traído de su última aventura africana algunas lanzas y flechas masais, facturadas y «con toda la documentación habida y por haber», aclara. Este viajero, amante de la naturaleza y experto en gastronomía afirma haber nacido «en el sitio más bello del mundo», Ciutadella, aunque reside en un pueblo a unos 30 kilómetros de Madrid, en el campo. José María Pons Muñoz estudió Bachillerato y se fue formando por su cuenta. «Llegué con 21 años a la Península, trabajaba por las mañanas en una empresa textil, estudiaba por las tardes, me gustaba estudiar ciencias pero no tengo títulos académicos, soy autodidacta», afirma.

Junto a los viajes, otra de sus aficiones es la escritura; además de colaborar con «Es Diari», escribió durante diez años para las revistas «Captura» y «Caza y pesca». Porque Pons Muñoz también practicaba la caza, actividad que abandonó hace tiempo y que nunca practicó en África. «Fui drástico, lo dejé de golpe hace 20 años, me di cuenta de que era mucho más difícil hacer fotos a animales que dispararles, ahora llevo años cazando solo con mis cámaras, como un aficionado medio, aunque tengo casi cien mil fotografías», explica.

No obstante, no reniega de esta práctica «cuando los cazadores son honrados y se practica con deportividad, es sana por ejemplo en lugares donde los depredadores han desaparecido, con prudencia y respeto por la naturaleza», considera. Prepara sus viajes y safaris con la meticulosidad de quien busca un preciado trofeo. «Planifico el viaje 4 o 5 meses antes, y quiero ir con el mismo chófer y el mismo guía».

El pasado junio estuvo 15 días en Kenia (los montes Aberdare, el lago Nakuru, la reserva Masái Mara, el campamento Kandili) con una ilusión: lograr una buena instantánea de un leopardo. Es un animal que admira.

¿Cumplió sus expectativas?

— Por completo. El leopardo es básicamente nocturno, uno de los animales más difíciles de encontrar. Un macho puede pesar entre 160 y 170 kilos, y arrastra empujándolo un antílope de 120 y sube su presa por un tronco de árbol vertical, hasta la horquilla de una acacia, ver esto es algo increíble. Tengo que decir que las mejores fotos del leopardo las ha hecho mi mujer, cuando pasaba a unos tres metros de una maleza a otra, tuvo mucha suerte.

¿No es muy arriesgado?

— Siempre tengo cuidado. Aún así hay veces que pienso por qué estoy ahí, pero es que para hacer una buena foto hay que tomar cierto riesgo, si no, me iría a un zoológico. En el Kandili hay cinco tiendas en medio de la nada, y por la noche a pocos metros pueden pasar animales como ñus, cebras, jirafas, antílopes o incluso un búfalo cafre o un rinoceronte. He visto huellas de león a unos metros, y un león puede abrir en canal una tienda con el aliento. Hay una cuerda del pánico en las tiendas por si necesitas la compañía de un masai. De todos modos, creo que la mejor foto que he tomado este año (ríe) no la he hecho en África sino en España, ha sido la de un lince en Doñana, no es nada sencillo ver un animal de estos.

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¿Qué diferencia un viaje de fotografía de un safari turístico?

— Cuando viajas para hacer fotos no vas a lo que salga, buscas un animal determinado, por ejemplo este año el leopardo era mi reto, mi ilusión. La fauna africana te ofrece animales únicos, como el gerenuk o la gacela jirafa. Por ejemplo Amboseli, con charcas y hierba fresca, es el mejor lugar para ver manadas de elefantes.

¿Ha tenido algún susto?

— Sí, vivimos la carga de un león y de un elefante, suerte del chófer que dejó al elefante detrás y salió zumbando. Con el león, nos acercamos a una manada que hacía la digestión para tomar un primer plano y un macho se levantó de un brinco y dejó las garras marcadas en el Land Rover. Pero todo estaba cerrado, solo sacábamos la cámara por una rendija.

¿Y una experiencia especial?

— Ir a Kenia y visitar la zona donde se filmó «Memorias de África» es algo casi obligado. En la tumba de Denys Finch Hutton (el cazador y aviador inglés, amante de la protagonista y autora de la historia, la danesa Karen Blixen) se puede leer el verso «Bien reza quien amó al hombre, al pájaro y a la bestia». En el campamento del Kandili, en Masái Mara, disfrutamos de una recreación de la escena de Robert Redford y Meryl Streep en la película, con cena y brindis. De allí parten los safaris a la antigua, como si fueran de la época de la reina Victoria. Ya se estaba poniendo el sol cuando nos dijeron que detrás de la vegetación, a 10 metros, los leones habían cazado un búfalo cafre antes de que llegáramos nosotros. Al día siguiente fuimos y conté más de 40 hienas, el animal ya estaba totalmente descuartizado.

Dicen que África engancha ¿volverá?

— Si puedo sí, en un próximo viaje volveré a África porque hay dos zonas que quiero ver, por seguir y fotografiar a pequeños felinos como el serval, o el caracal, que tiene pinceladas las orejas como los linces. Los linces siempre han sido para mí como un imán.