Joana Camps Marquès es una de las impulsoras del proyecto co-housing en la Isla. | Josep Bagur Gomila

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Falta de plazas en centros sociosanitarios y pocas ganas de depender de las rutinas de los demás al llegar a la tercera edad. Esos son los motivos que han llevado a un grupo de mayores de 50 años a querer implantar una comunidad de cohousing senior en la Isla. Una decena de personas busca un bloque de entre diez y doce pisos para establecer un proyecto de co-viviendas autogestionadas que les permita mantener el contacto con amistades y vecinos y, en definitiva, seguir con su vida dentro de sus posibilidades a medida que cumplan años.

La idea no es crear «ni una residencia ni una comuna», aclara una de las impulsoras, Joana Camps Marquès, sino un lugar en el que convivir, cada uno con su propio espacio, y garantizar algunos servicios que se puedan necesitar, como atención médica preventiva, lavandería o servicio de comedor comunitario.

En proceso de constituirse como Sociedad Cooperativa Comunidad de Viviendas Menorca, están buscando una promoción de pisos o una casa grande para adquirirla mediante un préstamo hipotecario y financiación por parte de pequeños inversores y socios. Tienen el modelo de negocio por cerrar, pero en principio la cooperativa compraría el espacio y cada inquilino pagaría una entrada y una cuota mensual que, calculan, no debería sobrepasar los 550 euros. Se trataría de una cesión de uso en la que «la gente no tiraría el dinero», asegura Camps. Cuando falleciera un inquilino sus herederos recibirían lo que habría invertido al entrar otro socio.

El grupo estudia la compra de un emplazamiento en Ciutadella, propiedad de un banco, pero, como explica Camps, «no nos cerramos a nada». El camino que se les presenta no es fácil. Para la puesta en marcha ya han contactado con instituciones públicas pero actualmente no cuentan con ningún tipo de ayuda, algo que entienden «perfectamente» al no contar con un proyecto ni una ubicación en firme.

El espacio es lo que más les cuesta encontrar. Llevan incubando el proyecto desde hace dos años y en este tiempo ya han tanteado la compra de una casa antigua en la ciudad de Ponent, pero fue desestimada por distintas circunstancias. De hecho, ante las dificultades, están abiertos a negociar también con quien tenga una casa amplia en zona urbana, preferiblemente en Ciutadella, al ser el municipio con más interesados en la iniciativa. Incluso valoran la posibilidad de reformar una casa señorial en estado de abandono para instalar la comunidad de co-viviendas.

Este complejo asistencial que plantea la cooperativa no es el primero de carácter privado que se proyecta en la Isla. La constructora Pons Subirats ideó sin éxito una promoción de apartamentos con servicios asistenciales en Maó en 2007. El proyecto contemplaba la construcción de 22 viviendas con espacios comunes en la Calle Vives Llull. El solar se vendió para un nuevo proyecto el año pasado después de que la empresa se hartara de trámites burocráticos y esperas. Tenían una treintena de interesados.