Bolsa de procesionaria en pinos ubicados en el Camí d’en Kane. | Gemma Andreu

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La plaga silenciosa que deshoja los pinos sigue cebándose con la masa forestal de la Isla. Nueve de cada diez árboles padecen ya una defoliación clasificada entre intermedia y alta. El empeoramiento de la situación es incuestionable. La mayor parte de la superficie se encuentra entre el nivel 3 y 4 de los cinco eslabones posibles. Concentran el 91 por ciento de la masa forestal afectada. En 2017 estos dos niveles tan solo representaban el 26,6 por ciento de la afectación.

El bosque de pinar de la Isla ocupa 11.073 hectáreas, en base a los datos facilitados por la Conselleria de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca. Y de este total, hay 5.806 hectáreas clasificadas en el nivel 3 y otras 4.289 hectáreas en el nivel 4. Hace un año estos niveles representaban tan solo 2.284 y 659 hectáreas, respectivamente. Predominaba entonces el nivel 2 de afectación.

No hay afectación del nivel cero, lo que lleva a confirmar que la presencia de la procesionaria está extendida a todo el pinar. Tampoco hay afectación del máximo nivel posible, el cinco, que es el que define las defoliaciones más fuertes.

La técnico de Sanidad Forestal, Sandra Closa, apunta a un «empeoramiento de la situación» teniendo en cuenta que la mayor parte de la superficie está ya en el nivel 3 de afectación. La procesionaria no mata a los pinos sino que los deshoja. No obstante, los debilita porque necesitan mayores esfuerzos para volver a sacar las hojas. Además, hay insectos que atacan árboles débiles, lo que puede acabar matándolos, al igual que ocurre cuando el verano es muy seco.

Este empeoramiento de la situación es consecuencia de la dinámica de la población. Closa explica que cada pareja de mariposas de procesionaria pone una media de 200 huevos. «Solo que avancen la mitad de ellos, ya supone incrementar en un 50 por ciento la especie de forma natural», asegura.

El Govern no tiene previsto de momento ningún tratamiento fitosanitario en las masas forestales de la Isla. El departamento de Sanidad Forestal no tiene indicaciones al respecto. La última campaña de fumigación aérea tuvo lugar en 2014, aunque no se actuó en zona protegida dentro de la Red Natural 2000, después de que se modificara el plan de acción por las críticas recibidas desde el entorno ecologista. Closa explica que el criterio actual es la utilización de productos lo más biológicos posible que no afectan a las abejas ni a los cultivos agrícolas. Su coste es superior a los productos químicos y además, requiere «una doble pasada» porque el producto biológico se mantiene poco tiempo en la hoja. Desde el punto de vista medioambiental es positivo porque no afecta a animales o insectos, pero es necesaria una doble actuación puesto que las orugas no siempre nacen a la vez. Estima que una actuación a gran escala para las cuatro islas supondría una inversión de dos millones de euros. Y sería necesario actuar de nuevo al cabo de dos o tres años.