Halloween. Recogiendo calabazas para celebrar la fiesta de Halloween el pasado octubre

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La viajera es...

Brandy Lyn Wilson (Marion, NY, 24 de mayo de 1982), menorquina de adopción, 14 años ya viviendo en Maó.

Profesión

— Es filóloga, especializada en la lengua y cultura españolas, estudió la carrera en Nueva York. Trabaja en la agencia Viatges Magon, desde donde planifica al detalle y con conocimiento de la materia todas sus escapadas.

¿Qué motivó su viaje?

— Mantener el contacto con su familia pese a la distancia, y dar a conocer a sus dos hijos menorquines, Lucas y Álex, el país del que llegó su madre.

Otros países visitados:

— Era muy joven cuando se instaló en la Isla después de estudiar en Salamanca. Su primer gran viaje fue precisamente a España, para especializarse en sus estudios de Filología Hispánica. Aunque por motivos laborales, ya que antes trabajó en Sebime, tuvo que hacer numerosos viajes.

Nació en Marion, un pequeño pueblo en el estado norteamericano de Nueva York, cerca del lago Ontario, condado de Wayne. Cruzó el charco hacia Europa para completar sus estudios de Filología Hispánica, y ella, que vivía a poco más de 150 kilómetros de la Salamanca neoyorquina (condado de Cattaraugus) decidió instalarse durante un año en la Salamanca de Castilla y León, para ganar fluidez en el idioma.

La estudiante Brandy Lyn Wilson no podía entonces sospechar que estaba dando los pasos para llegar hasta su destino final, Menorca, la isla del Mediterráneo en la que formaría un hogar con Alberto, menorquín que también estudiaba en Salamanca, con quien se casó en 2004 y es el padre de sus hijos Lucas (8) y Álex (5). Ahora esta norteamericana es cada año turista en su propia tierra, a la que viaja para que sus niños conozcan sus orígenes y para no perder el contacto con la familia.

Las escapadas al otro lado del Atlántico hay que planificarlas bien, «miramos muchísimo el presupuesto», reconoce Brandy, quien sin embargo cuenta con la ventaja de que trabaja en el sector de los viajes, en la agencia Viatges Magon. Así que sus rutas contienen todo lo necesario para que los pequeños se diviertan siempre de camino al «pueblito», como ella misma denomina a Marion en el estado que todo el mundo asocia a la Gran Manzana, pero que ofrece mucho más, paisajes diversos y naturaleza.

«Casi siempre vamos a Estados Unidos una vez al año, pasamos diez días con mi familia y la primera semana intentamos hacer un miniviaje para que mis hijos vean otros sitios», explica Brandy, «lo combinamos mirando el precio de los vuelos, hay varios aeropuertos por los que podemos entrar y luego siempre hay unas cinco horas conduciendo para llegar a mi casa, así que esta vez volamos a Philadelphia».

En las afueras de la ciudad la familia encontró actividades para los niños en la ruta entre 'Philly' y Lancaster, donde pudieron conocer una de las mayores comunidades amish de Estados Unidos. Los amish, un colectivo que se resiste a abandonar el estilo de vida tradicional, cristianos de doctrina anabaptista (protestantes), pueden ser vistos en sus carromatos con su indumentaria del siglo XVII y sus granjas pueden visitarse. «Hay diferentes grupos, algunos son muy cerrados y no utilizan nada de tecnología, y otros ya tienen coche», comenta la viajera. «En realidad no fuimos a ver la comunidad, que es una atracción muy turística, porque los ves por la calle y tienes que tener mucho cuidado por la carretera porque circulan con los carromatos».

Otra novedad para los pequeños Lucas y Álex fue conocer el Rail Road Museum of Pennsylvania en Strasburg, un museo de trenes antiguos con réplicas en miniatura para el público infantil.

El viaje es una muestra de cómo conocer parte del estado de Nueva York con niños y, desde luego, no aburrirse. De los trenes al chocolate, Brandy lo tenía todo previsto. Fuimos a Hershey el pueblo del chocolate. Hershey's no es un simple chocolate sino que es 'el chocolate' por excelencia en Estados Unidos. Es la compañía chocolatera más grande del país y la familia quiso conocer su centro neurálgico, la fábrica.

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«La primera parte del viaje, que duró 17 días, la dedicamos a los niños, y como coincidió con Halloween fue mucho más divertido. Estuvimos cinco días en el estado de Pennsylvania, en ruta hacia el norte, hasta Marion, desde Philadelphia a Lancaster, Strasburg, Hershey y ya hacia mi ciudad».

En la carretera

Como buena estadounidense Brandy no teme los viajes largos por carretera, está habituada. Antes de viajar a Europa había recorrido con amigos y familia la costa este, hacia Carolina del Norte, Virginia, Washington DC, Disneyworld en Florida o Cape Cod en Massachussets, donde se pueden avistar ballenas. También viajó en caravana con sus tíos por el curso del Mississippi.

Las distancias son enormes «pero la gente se mueve mucho en coche, la gasolina es más barata que aquí y los vuelos son muy caros si no los coges con mucho tiempo, para una familia no compensa comprar 4 o 5 billetes. Desde mi ciudad hemos viajado a Montreal o Toronto (Canadá), otra vez fuimos a Chicago, siempre son más o menos cinco horas y alquilar un coche sale barato», señala, «de este modo montamos un miniviaje y disfrutamos».

Hay otros destinos pendientes, que a Brandy le gustaría visitar, destinos más lejanos, «pero cuando los niños sean más mayores». De momento planea ya el próximo regreso a casa vía Boston, pero están a la espera ver cómo evolucionan los vuelos directos de otoño-invierno entre Menorca y Madrid.

Para esta joven Estados Unidos no debe arredrar a las parejas con niños pequeños sino todo lo contrario, «hay que investigar, hay muchas rutas, parques, lugares que visitar sin tener que pasar por las grandes ciudades». Uno de sus consejos es, eso sí, tener en cuenta la estación del año. Por ejemplo «no es buena idea viajar al norte en febrero, porque tendrás un montón de nieve y mal tiempo y problemas para conducir».

Para conocer un poco los Estados Unidos hay que ir más de una vez, asegura Brandy. «Recomendaría 4 o 5 noches en Nueva York para conocer la ciudad y luego cambiar, iría a Washington o a las cataratas del Niágara, el típico triángulo, y luego repetir e ir al oeste. A California, San Francisco, Las Vegas..., porque ves muchas diferencias». ¿Y lejos de las costas? «El interior es mucho interior» (ríe) «pero también es muy interesante, por ejemplo Baton Rouge en Lousiana, a la gente le gusta mucho, o seguir el río Mississippi como hice yo de pequeña. Yo tengo pendiente ir a Texas, mi hermana quiere estudiar Medicina allí y aprovecharé cuando tenga que ir a visitarla».