Las salinas de Addaia y al fondo la casas de Mongofra, que es sede y símbolo de la Fundació Rubió

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Dos años, tres contratos y cuatro pleitos después ¿dónde estamos? Así comienza Dimitri Sturdza su reflexión en torno a la aventura que inició hace dos años con el alquiler de Mongofra a la Fundació Rubió. El último pleito lo ha iniciado él al reclamar a la Fundación 231.284 euros en concepto de pagos y facturas abonados mientras el contrato de alquiler de la finca estuvo en suspenso.

«Todavía me encanta Mongofra y el proyecto funciona», advierte de entrada para despejar dudas, antes de relacionar las iniciativas promovidas y llevadas a cabo en dos años. «En este periodo he invertido [en la finca] más de 500.000 euros» y reitera su voluntad de continuar con lo que ha puesto en marcha, «he venido a Menorca para desarrollar un proyecto no especulativo sino agrícola y cultural, de sostenibilidad económica y medioambiental», explica.

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