Rivera, flanqueado por Francesc Ametller y Xavier Pericay, quien hizo la presentación | Gemma Andreu

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Bravo Albert, no callis mai», le gritó una mujer a la salida del Ayuntamiento. «Quin oi, marxem de pressa que no vull sentir ni l'olor d'aquest home», le dijo unos metros atrás un padre catalán a su hijo cuando el líder de Ciudadanos se dirigía a la accidentada charla que ofreció este jueves en el Pla de l'Església de Es Mercadal.

Fue el reflejo inicial de la bipolaridad a la que aludió el líder de Ciudadanos en su concurridísima alocución ante más de 300 personas, en cumplimiento del compromiso adquirido con el alcalde, Francesc Ametller, por la frustrada del año pasado debido al atentado yihadista en Barcelona y Cambrils.

Rivera, que desea jubilarse en Menorca, donde reside la familia de su pareja, vistió su habitual discurso con un halo positivista que no le privó de atizar al gobierno de Pedro Sánchez, y especialmente a independentistas y nacionalistas. «España se ve mejor desde fuera que desde dentro porque este país lo ha levantado la gente», dijo el político catalán quien ante la prensa minutos antes advirtió que el nacionalismo catalán se está rearmando políticamente y la van a volver a liar». Se refirió a la necesidad de acabar con las dicotomías del siglo pasado y de formularse nuevas preguntas para dar con nuevas respuestas.

«¿Por qué hablan aún de los huesos de Franco y no de la Educación?, por mí como si le ponen otra losa encima», dijo el líder de Ciudadanos. Situó a la educación como primera gran reforma necesaria para el futuro de España, justo cuando fue interrumpido por el grupo de independentistas. «Fijaos cuánta falta hace la educación en nuestro país», respondió con sorna al intento de boicot.

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