Langostas recién capturadas en Ciutadella, ayer, con la brida identificativa de que es un producto local y perteneciente a la Cofradía de Pescadores del área de Ponent. | Sergi García

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En marcha el antídoto contra la comercialización fraudulenta de langosta. Ya no habrá posibilidad de dar gato por liebre. Todas las langostas capturadas en Menorca llevan el distintivo identificativo, en rojo, para que el consumidor final sepa si el crustáceo que saborea es de la Isla o no. Es obligatorio desde esta misma semana.

Hasta el momento, el uso de este distintivo era voluntario. Algunas langostas lo llevaban, otras no pese a que hubieran sido capturadas en la Isla. Y es que pocos pescadores la utilizaban. Alegan que suponía una mayor carga de trabajo, un sistema poco ágil. Ahora nadie lo podrá esquivar.

La medida ha entrado en vigor después de que la Conselleria de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca publicara el sábado en el Butlletí Oficial de les Illes Balears (BOIB) una resolución a través de la que especifica las especies que deben ir etiquetadas. Era necesario que se dictara esta resolución en cumplimiento al decreto 22/2018 de 6 de julio por el que se regula el desembarco, primera venta, trazabilidad y control de los productos pesqueros.

Y mientras que en Mallorca se aplica a trece especies y en Eivissa a 22, en Menorca (y también Formentera) tan solo existe la obligatoriedad de etiquetar la langosta.

No obstante, el jefe de servicio de Ordenación Pesquera, Francesc Rosselló, indica que es el primer paso. Menorca empieza ahora con estos distintivos. Pero si los pescadores piden incluir mayor número de especies, no habrá ningún problema. «Avanzamos siempre de la mano de los pescadores, del sector», resalta. Menorca y Formentera son las islas que acumulan mayor retraso en este sentido. Eivissa fue la que primero apostó por distinguir su producto del que procede de otras aguas con estos distintivos, a la que poco después se sumó Mallorca. «Es una forma de poner en valor nuestro producto y combatir la venta fuera de mercado», asegura Rosselló.

La temporada de captura de la langosta (palinurus spp) concluye el viernes, de ahí que Rosselló indique que la intención del Govern es tener las bases puestas de cara a la próxima campaña de capturas. Incumplir esta resolución supondrá la apertura de un expediente y enfrentarse a una sanción, si procede.

Todas las langostas estarán enumeradas, con lo que el cliente final conocerá sin tapujos si la que va a consumir es o no menorquina.

A partir de ahora, si no lleva el distintivo, significa que no es un crustáceo capturado en la Isla. La que tenga distintivo amarillo, significará que ha sido capturada por pescadores mallorquines y si no lo lleva, informará al consumidor final de que procede de otros enclaves. «Ahora se sabrá en seguida las que no son de aquí», apuntan pescadores.

Las cofradías aplauden esta obligatoriedad que, sin duda, permitirá diferenciar el producto capturado en aguas menorquinas del que no lo es. No obstante, siguen recelando del sistema a utilizar. Lo consideran poco práctico y que va a retrasar el proceso. De ahí que en Fornells los pescadores no lo hayan utilizado hasta el momento. En Maó la Cofradía señala que son unos pocos y en Ciutadella informan que no son la mayoría pero hay bastantes que la utilizan porque «supone diferenciar el producto local del que llega de fuera». El Govern avanza que es el mismo sistema que utilizan las otras islas. No obstante, «si nos plantean otra opción, estamos abiertos a modificarla», asegura Francesc Rosselló.

Algunos pescadores ya apuntan a ampliar el número de especies identificadas y apuestan por el gallo, sargo, cabracho o el mero, entre otros, ya que «permite identificar el pescado que ha sido capturado en Menorca dándole la calidad que necesita».

Otros aplauden la medida porque permitirá distinguir y dar valor al producto local, blindándolo. Aunque consideran que «no servirá para ampliar ventas porque ya hay mayor demanda que oferta» y tampoco revertirá en un incremento de su precio.

Los restauradores lo aplauden

La Asociación de Bares y Restaurantes de Menorca adherida a PIME también aplaudía ayer esta medida porque «al cliente le das la tranquilidad de que la langosta que va a consumir es de Menorca» apunta su presidente Antoni Sansaloni, quien agrega a su vez que se trata de «un certificado de garantía». Indica que aquel restaurante que vende langosta local quiere que los crustáceos de su pecera lleven todos el distintivo de la Isla ya que el hecho de que algunos lo llevaran y otros no, pese a ser todos de Menorca, podía generar dudas al consumidor.

Además, tanto restauradores como pescadores animan a aquellos profesionales que compran langosta de otros enclaves a indicarlo en sus cartas para evitar confusiones al cliente final. Lo hacen porque promocionar caldereta de langosta de Menorca a 38 euros es, dicen, imposible.