Domingo y Maria, en una simpática pose en una de las excursiones en tierra.

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La ficha

Lugar y año de nacimiento

— María Pons Janer es de Ferreries. Domingo Ocaña Rico nació en Castellar de la Frontera, Cádiz, y lleva 40 años en Menorca

Profesión

— Ella trabaja en el comercio y él es cocinero, fue copropietario durante años del conocido restaurante Es Cranc. Ahora está en los fogones del agroturismo Son Vives.

Viven en...
— Fornells

Qué motivó su viaje
— La ilusión de conocer los fiordos y una fecha especial, su 60 cumpleaños

Otros países visitados:
— República Checa, Budapest, Viena, París, Londres, Lyon, Ginebra, en sus escapadas de microvacaciones han recorrido casi toda Europa. Hasta ahora habían realizado un gran viaje a Argentina y Uruguay, una estancia de casi un mes en el año 2015.

Han llegado a una cifra redonda, los 60, optimistas, activos y con ganas de conocer otros países y paisajes. Ese aniversario especial requería de un viaje de esos para recordar. La ilusión de navegar por los fiordos noruegos, hogar vikingo, siempre se había quedado aplazada, el trabajo de temporada impedía un viaje que recomiendan hacer en primavera o verano, pero este año se dijeron que era el momento. «Al cumplir los 60 decidimos cumplir ese deseo», explica María Pons Janer, auténtica impulsora de un crucero por los fiordos del norte que «tenía en mente desde que era pequeña». «Ya llevábamos años diciéndolo, que iríamos al cumplir los 60 y ahora gracias a Dios lo hemos podido cumplir», añade.

Domingo Ocaña asiente, tranquilo. Este cocinero, gaditano de origen y menorquín porque lleva aquí más años que en su tierra natal, fue copropietario durante años de uno de los restaurantes emblemáticos de la localidad costera, Es Cranc. Ahora cocina las cenas de los clientes del agroturismo Son Vives en Ferreries; ella sigue trabajando como encargada de un comercio local de moda. «Hemos bajado el ritmo pero seguimos trabajando, somos jóvenes», explica riendo Domingo.

En mayo pasado se embarcaron en un crucero por los fiordos noruegos. Era la opción que buscaban, un viaje de placer con salida desde Rostock, en la costa norte de Alemania, y llegada en Trondheim. Poco más de mil kilómetros en línea recta, que ellos realizaron navegando ocho días –normalmente las horas de navegación son nocturnas–, con escalas en las ciudades de Stavanger, Bergen, Flaam, Hellesylt (al inicio del fiordo de Sunnylvs), Gerianger, Alesund y finalmente Trondheim, la tercera ciudad más grande de Noruega y ubicada en el centro geográfico del país.

De allí la pareja voló por su cuenta a Oslo para encontrarse con sus amigos Mariel y Ole Gunnar; y es que la amistad surge después de muchos años de veraneo de estos noruegos en la villa pesquera de la costa norte menorquina.

Una de las excursiones que más les gustó fue la del tren de Flaam, durante la cual admiraron sobre todo la naturaleza, «fue el recorrido más espectacular que hicimos». Es uno de los recorridos en tren considerado de los más bonitos del mundo y desde luego un atractivo turístico de primer orden en el país nórdico. Y es que, utilizado antiguamente para el traslado de mercancías, discurre desde la población situada al nivel del mar, junto al fiordo de Sogn, hasta las altas montañas y la estación de Myrdal, a 867 metros de altura. Y aunque hacía buen tiempo, allí sí que pudieron admirar los picos nevados.

Un mes de récord
Sin duda una de las sorpresas de sus vacaciones noruegas fue la meteorología. Tuvieron un buen tiempo que no se esperaban. Hasta el punto de que la mayoría de los días estaban en el mes de mayo, «que suele ser fresquito», apunta María, a una temperatura de 26 grados. Mientras tanto en Menorca se rondaban los 19, «cuando parece que por lógica debía ser al revés».

Aunque la primavera es la fecha recomendada para hacer turismo en los países nórdicos, el pasado mayo no fue en absoluto normal en el norte de Europa. En Noruega se batieron récords de temperatura, siendo el mayo más cálido de los registros históricos del Instituto Meteorológico, que comienzan en 1900.

María y Domingo fueron por tanto testigos del cambio climático. Sus chaquetas y chubasqueros para protegerse del fresco y de la lluvia en los fiordos o en las tardes de Oslo –incluso gorro y bufanda para salir a cubierta cuando el crucero navegara–, se quedaron en sus maletas. A cubierta salieron en manga corta y la piscina del barco estaba abierta.

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«La diferencia se nota, es más extrema allí, porque en Menorca suele hacer calor pero Noruega es un país frío, incluso nuestros amigos que llevan más de diez años veraneando en Fornells lo comentaban, y afecta a todo», reflexiona Domingo, «porque dicen que el turismo se va a Túnez, Egipto o Turquía, pero nadie se fija en que alguien del norte que hace años venía a la Isla a tomar el sol, para qué va a venir si lo tiene allí, no tienen la necesidad».

Incluso una de las excursiones que realizaron con sus amigos en Oslo fue a una playa «no a bañarnos», pero sí con un tiempo estupendo que hacía que los habitantes de la capital noruega salieran a parques, a echarse en la hierba en traje de baño. «Cenamos a 26 grados en la terraza», incluso sus amigos les dejaron algo de ropa de verano.

La experiencia de estos resorts vacacionales flotantes no pudo ser mejor, aunque al principio eran reticentes a viajar en crucero «lo hicimos porque queríamos ver los fiordos y era la manera cómoda de hacerlo», explican. Pero las ventajas y actividades disponibles en un buque de estas características acaban por convencer al más escéptico. Con 1.600 pasajeros y 600 personas de tripulación, aún así la distribución en diferentes categorías, el tamaño del buque y la organización de las actividades evita la sensación de agobio, aseguran. A bordo una mayoría de pasaje español –también sudamericano–, ya que la salida fue en un chárter desde Madrid a Rostock.

«Cuando entras dentro de un fiordo y descubres esa inmensidad, la calma, esas montañas a los lados con las cascadas..., es algo alucinante», cuenta María. «Es como si tuvieras muros al lado del barco», corrobora Domingo. Los fiordos es un lugar de tránsito de cruceros turísticos, en su viaje llegaron a coincidir hasta tres en uno de los tramos de mar.

«La entrada en las ciudades es impresionante», recuerdan, y la arquitectura fundamentalmente de madera también es otro atractivo. Especialmente en Bergen, conocida por sus edificaciones de diversos colores.

Ya en Oslo, pudieron visitar, entre otros destinos populares, la población de Drobak, a 50 minutos en autobús de la capital del país y donde se encuentra la casa de Santa Claus o Papa Noel; o el edificio de la ópera, y el famoso parque escultórico de Vigeland.

Aun viviendo frente a la bahía de Fornells, el recorrido por los fiordos sin dudarlo les ha impresionado. Un viaje altamente recomendable, aseguran.

Y en cuanto a la gastronomía, como no, Noruega es el destino acertado para consumir el mejor salmón, en casi todas las comidas del día. De todo tipo y en diferentes platos, no en vano la acuicultura de esta especie es una importante actividad económica en el país nórdico que ha establecido los máximos controles de calidad. Esos criaderos en los fiordos también son parte de las atracciones del viaje, «los veías desde el barco».

Cumplida su ilusión, recordando sus experiencias, la pareja ya vuelve a pensar en hacer la maleta, pero aún tienen que decidir y acordar un destino. La ciudad que nunca duerme, Nueva York, les atrae, pero al otro lado del mundo, Japón también es un país que despierta su curiosidad. «Son destinos que tenemos en mente, pero primero hay que ahorrar», afirman cómplices en esta afición compartida, la de viajar.