Germán Kunusch practicando su afición favorita, la escalada | Cristian Baitg Schreiweis

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Nació en...

— 1980.

Actualmente vive en...

— Alaior.

Llegó a Menorca...

— En el verano de 2007, pero vive en España desde 1997.

Formación.

— Licenciado en Diseño Gráfico.

Profesión actual

— Trabajo vertical para mantenimiento de edificios y lugares de difícil acceso.

Su lugar favorito de la Isla es...

— Para escalar, la zona de Cavalleria.

Entre las muchas cosas que mueven a Germán en su vida hay una que funciona como un motor especial. Nacido para escalar, esa actividad fue la que en el verano de 2007 le acercó a Balears, un destino conocido, especialmente Mallorca, para practicar una disciplina con caída al agua.

¿Por qué Menorca?

—Pues por casualidad, me dijeron que era la isla que estaba más virgen, sin tanta fiesta como en Ibiza y no tan masificada como Mallorca. Por eso fue la primera opción. Pero resultó que las islas estaban más separadas entre sí de lo que yo pensaba y que no era tan fácil moverse entre ellas, así que me quedé aquí muy plácidamente. Y aquí estoy, encantado de la vida y de la Isla.

Sin embargo, no fue su primera parada en España. ¿Qué le hizo salir de Argentina?

—Pues un momento de crisis muy grande del país. Vi que mi trabajo allí se devaluaba hora a hora, así que decidí ir a un lugar donde eso no sucediera. Era la época del corralito y opté por España como destino por las facilidades que me ofrecía conocer el idioma. Vine a probar suerte en 1997 a Barcelona, donde tenía algunos amigos y comencé a buscar trabajo como diseñador pero no me fue tan fácil insertarme dentro de círculo.

Y decidió cambiar de profesión.

—Me propuse buscarme otro tipo de trabajos con las capacidades que tenía. Sabía escalar y controlaba mucho de maniobras de seguridad. Escalar es un deporte y la seguridad es una tecnificación especial que no tiene nada que ver, es seguridad pura y dura. Era algo en lo que me estaba formando, y así fue como comencé con el trabajo vertical aquí en la Isla.

¿Como entró el mundo de la escalada en su vida?

—Es una afición que me vino desde bien pequeño, fue como algo muy natural. Mis padres tenían miedo y no me dejaban, pero cuando me hice mayor lo probé y me encantó. Cuando comencé a sentir que podía empezar a subir con mi cuerpo y quedarme colgado con los dedos y las puntas de los pies fue una sensación que quise repetir.

Defina esa sensación.

—De control de mi cuerpo total. Es como si fuera una desconexión con cualquier cosa que te está pasando porque te concentras únicamente en los movimientos, en no caer. Vas escalando por la roca y encontrando agarres, y a medida que avanzas vas poniendo una cuerda de seguridad. Tu propósito es llegar arriba sin caer. Tienes que procesar mucha información solo viendo la roca. Y cuando logras haber leído bien toda la secuencia y todos lo movimientos, manteniendo la concentración y controlando la fatiga y lo consigues, se te pone la piel de gallina.

¿Cuál es su especialización de escalada?

—Hago escalada deportiva, búlder y psicobloc, que es la de acantilados con caída al agua con una buena profundidad para no hacerte daño si te caes. La deportiva consiste en seguir una línea que ya fue emplazada, con seguros fijos, por un aperturista, que es quien la bautiza y pone un grado de dificultad.

¿Ha abierto usted alguna vía?

—Sí, esa es otra de mis pasiones. Me gusta ver una roca y buscar por dónde puedo pasar. Hago intentos y voy poniendo seguros hasta que abro la vía. Es una satisfacción que luego la utilicen compañeros de la escalada o del resto del mundo, que tenga esa sensación de escalar lo que tú ideaste. Más o o menos en Menorca habré abierto unas 35 vías.

Y eso le llevó a escribir una guía de escalada en Menorca.

—Sí, fue llegar a la Isla con muchas ganas de escalar, y al ver que había muchos sectores y que no había una reseña clara de cómo llegar a esa información, se fueron mezclando muchas cosas y me vi capacitado para comunicarme con todos los locales, tener buena onda con ellos y que me fueran dando información. Fui a cada uno de los lugares, probé todas las vías y después de un proceso de años de trabajo de campo nada más, hasta que me senté frente al ordenador y me puse a hacer la guía con mucho cariño.

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¿Es Menorca un buen destino de escalada?

—Está muy bien. Cuando recién llegué me pareció increíble. Pero es verdad que venía de un lugar donde no se escalaba tanto. En Argentina se escala, pero no al nivel que hay en España. Me pareció que Menorca es un paraíso en el que se puede escalar todo el año, pero luego cuando viajas te das cuenta de que hay lugares que son mejores. En épocas secas, la Isla es muy buen destino.

¿Un destino conocido por los escaladores?

—No. Para nada, está muy en el underground, pero tiene a Mallorca al lado y Catalunya, que consumen todo el circuito de escaladores europeos, porque hay como un turismo especial que es únicamente de escalada.

Pero que no llega aquí.

—No, aunque sí a Mallorca, porque allí lo tienen mucho más desarrollado, con más roca y montaña. Y en Catalunya está superdesarrollado, ahora es el epicentro del mundo en ese campo. Estando tan cerca, es raro que no venga nadie para Menorca, y eso es por falta de difusión.

¿Se podría llegar a promocionar como otros productos turísticos, como la náutica, el senderismo o la bicicleta de montaña?

—Lo que hay que tener en cuenta es el impacto que tiene cuando se trae mucha gente. Aquí estamos en una burbuja, y eso está también muy bien; no sé que es lo mejor, yo ya he hecho mi parte y abierto el camino con la publicación de una guía.

¿Qué supone la escalada en su vida?

—No me imagino sin practicarla, para nada. Es una parte muy importante de mi vida. Creo que desde hace muchos años estoy moviendo toda mi vida alrededor de la escalada, todo gira en torno a eso. Mis vacaciones son ir a destinos para escalar; esos son los momentos en los que me lo paso súper bien, hago lo que me encanta. Para mi las vacaciones es estar ahí dándolo todo, sentir el cuerpo. Y si puedo alcanzar un nivel al que antes no había subido, pues es un viaje que voy a recordar toda mi vida.

¿Cómo fue su adaptación a la vida menorquina?

—La verdad es que me costó poco. Y eso fue una de las razones por las que me quedé, fue todo muy sencillo. Soy una persona que mayormente se crió en un pueblo, y cuando llegué me di cuenta de que la Isla era un gran pueblo con sus barrios. La gente aquí es cercana cuando logras conectar con ella. Conoces mucha gente, aunque hasta que no te ven muchas temporadas fijo por aquí no empiezan a abrirse, pero cuando lo hacen descubres esa calidez menorquina que la verdad es que agradezco.

¿Qué planes de futuro tiene?

—Justamente ahora estoy viendo si me mudo a Mallorca, un lugar al que estoy viajando mucho porque hay mucha más roca y escalada que acá. Llega un nivel en el que siento que aquí lo he hecho todo. Pero lo bueno es que Menorca sigue estando cerca, no me quiero ir lejos y perderla. Así que lo estoy valorando junto a mi pareja.

Entiendo que no tiene pensado volver a Argentina.

—En este momento no. Allí están mis padres, pero mis hermanos, como yo, también se han ido. Argentina es un país que nunca termina de salir de ninguna crisis, vivir en crisis es una elección propia, si tienes la posibilidad de poder salir, hazlo. Allí sigue pasando que el dinero que ganas hoy a final de mes se te ha devaluado. ¿Qué sentido tiene?

Algo echará de menos.

—Soy de la Patagonia y aquello es increíble, eso lo voy a echar de menos siempre. La gente es increíble, los paisajes son únicos y hay una naturaleza brutal y salvaje. Das un paso y estás en la naturaleza pura. Eso sí que lo echo de menos.