Albert Negrete con la estampa típica de los rascacielos de Nueva York al fondo. | A. N.

TW
1

La ficha

Lugar y año de nacimiento: Barcelona, 7 de noviembre de 1994, aunque ejerce de menorquín, por origen paterno.

Formación académica: Graduado en Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona, y MFA en producción de televisión en Brooklyn College CUNY.

Ocupación actual: trabaja en el sector audiovisual en la productora The Angle.

Reside en Brooklyn desde el verano de 2016.

Su ilusión es: "me encantaría hacer un proyecto en la Isla"

Albert Negrete es periodista y productor audiovisual. Mantiene vivo su vínculo con Menorca por sus raíces paternas y por sus visitas frecuentes a la familia, en Ciutadella. Albert Negrete es un joven que se abre paso en la ciudad en la que confluyen los sueños de mucha gente, Nueva York, donde ha creado una productora con otros compañeros, The Angle Studio, y donde piensa seguir residiendo si consigue el visado de artista. Lo relativo a la permanencia en el país «está muy regulado», asegura, pero no se queja, «siempre ha sido complicado». Hará los trámites, como todos los que llegan a la gran urbe norteamericana, porque allí es donde quiere pasar los próximos años.

Estudió periodismo pero ¿le tiró más estar detrás de las cámaras?

—Había muchísimos periodistas saliendo de la UAB (ríe) y tenía que hacer algo más. Desde pequeño siempre me había gustado grabar y hacer vídeos. En la carrera toqué algo este campo, pero a nivel profesional me he formado en televisión y audiovisual aquí en Nueva York, en la City University of New York-Brooklyn College, donde cursé lo que aquí llaman un Máster of Fine Arts (Bellas Artes)

Y ahora, después de poco más de dos años en Nueva York, ha creado una productora, The Angle Studio.

—Sí, es una productora que fundamos hace unos cuantos meses entre compañeros de estudios, cuando nos graduamos. Lo usamos como ‘paraguas’ para compartir equipo, recursos..., lo formamos Marta, que llegó también desde Barcelona aunque ahora está con un proyecto en Chile; Cristina, que es de Rumania, Julia, que es norteamericana, y yo.

¿Qué tipo de filmaciones le gusta abordar? Hasta ahora en sus trabajos domina la temática social.

—Sí, al haber hecho periodismo supongo que es como una deformación profesional , me gustan los temas políticos y sociales. Me parece que no soy un gran creador de ficción, me atraen más los temas que suceden de verdad, la realidad, los documentales. Uno de ellos, «Against de current», que trata sobre un seguidor de Donald Trump en Nueva York, se emitirá a partir de finales de enero en Amazon Prime. Hemos estado haciendo algo de promoción y, la verdad, va bastante bien.

No debe haber sido fácil, imagino que la competencia es tremenda.

—Sí. Es cuestión de ponerte en contacto con una empresa de distribución, yo encontré una, les interesó mi trabajo, y me hablaron de publicarlo. Tengo otro trabajo publicado pero solo en Estadsos Unidos, Canadá y Reino Unido, que es un piloto de un reality, que va sobre gente que intenta construir un país de cero, una especie de Jersey Shore pero de política...., se llama «Concordia». Hemos hecho un capítulo piloto para ver cómo funciona y si va bien haremos más.

¿Qué otros proyectos ha realizado?

—Acabamos de publicar un videoclip de una cantante catalana que se mudó aquí, Meïa, estamos de ‘promo’ con él y creo que ha quedado bonito, lo rodamos en Brooklyn, con colores muy ‘ochenteros’ y ha entrado en algunos festivales; ha sido finalista en los Aphrodite Film Awards en Nueva York, y este mes sabremos si ha entrado en más certámenes. (el videoclip es el de la canción «Under the sky of your tough love» de la artista Mireia Izquierdo ‘Meïa’). El documental sobre Trump fue seleccionado en el festival Rome Independent Prisma Awards, y el de «Concordia» también quedó seleccionado en el Europa Film Festival de Barcelona.

¿Y algún trabajo en marcha?

—En febrero vamos a estrenar un corto de terror en realidad virtual, en 360, hay que ponerse las gafas. La grabamos hace un año en una casa antigua de Connecticut, algo así como la casa encantada. Es de las primeras historias de ficción en realidad virtual y creo que va a ir muy bien. Este medio se ha explotado mucho con documentales y reportajes, pero es difícil contar una historia de ficción con este sistema, hay que pensarlo diferente, no hay planos que te expliquen la historia, es casi como teatro.

¿Graban siempre en exteriores? ¿Tienen un estudio?

Noticias relacionadas

—Estudio como tal no hay, si hay que usar uno se alquila; trabajamos en localizaciones. El trabajo en estudio cada vez se hace menos, la gente quiere ver lo que pasa fuera, grabamos en todas partes. Después edito en casa, en mi habitación, con el ordenador, y los demás también, en su casa.

En un tiempo relativamente corto ha podido abrirse camino en una ciudad nueva y complicada, ¿cómo se siente?

—Supongo que también ha sido por presión, yo mismo me decía «esto tiene que funcionar, no puedo volver a España» y empecé pronto a grabar y enviar trabajo. Ha ido funcionando, me gano la vida bastante bien. Quiero quedarme aquí, esto me encanta, y tengo que hacer lo que sea. Además, mi visado no me permite trabajar en algo que no esté relacionado con este mundo. Esto me ayudó a enfocarme más y a espabilarme.

¿Por qué no desea ahora mismo regresar?

—No digo que no quiera hacerlo en un futuro, pero de momento si puedo quiero quedarme en Nueva York. Aquí tengo más oportunidades, pasan muchas cosas cada día, hay muchísimo trabajo y en España todo es más lento, cuesta, la producción está mal pagada y el periodismo también.

Pagarse una vivienda en Nueva York no será barato...

—No, no, comparto piso claro, aquí la gente comparte hasta los 35 y 40 años, pero puedes ser más o menos independiente. Con el sueldo tiro. Vivo en Brooklyn, que es mucho más grande que Manhattan, son casi tres millones de personas. En el centro hay rascacielos está muy bonito y se ha puesto de moda. Donde yo vivo es más tranquilo, una zona residencial. En Brooklyn se respira un poco menos estrés, pero hay que ir a Manhattan constantemente por el trabajo y las distancias son enormes.

¿Cómo se mueve en la ciudad?

—En metro, que para ir a cualquier sitio ya es una hora, y en verano también uso la bici; ahora imposible porque estamos a 5 grados bajo cero. Pero con buen tiempo me gusta porque al menos así haces deporte, aunque subir pedaleando el puente es duro, es mastodóntico.

¿Con quién comparte su casa?

—Con dos chicas de mi edad, una es diseñadora gráfica y la otra profesora de Primaria, va muy bien con ellas, una es de Colorado y otra del estado de Nueva York. No eran amigas antes, esto se lleva mucho aquí, mudarte y conocer a tus compañeros, y claro, puede ir fantástico u horrible. Todo el mundo tiene historias.

Una de sus ideas es rodar en Menorca, ¿qué zonas son sus favoritas?

—Sí, lo veo poco explotado, y tiene unos paisajes que para muchas películas serían impresionantes. Pienso en esas zonas rocosas alrededor del faro de Cavalleria o Lithica, en la tierra rojiza de Binimel·là, daría para muchas escenas de ficción. O el casco antiguo de Ciutadella, que me fascina. Creo que los responsables de la promoción de Menorca debería contactar con producciones, con gente del cine porque estas cosas no vienen solas. La Isla tiene paisajes naturales espectaculares y conservados. Vale la pena darle un empujón a esto, las producciones no se cargan el paisaje y dan nombre a la Isla.

¿Qué es lo que le llevó hasta Nueva York, qué le atrajo?

—Lo tenía en la cabeza desde hace tiempo, vine por primera vez con 14 o 15 años con la familia y me enamoró. Quería vivir aquí. Me fui con una beca Erasmus a Utrecht y al volver, ya solo pensaba en irme y encontré el máster que yo quería en esta ciudad. Lo que me gusta es que Nueva York tiene una energía que no está en otros sitios, la gente quiere hacer cosas, hay mucha inquietud, vienen con sus sueños, claro que muchos se estrellan pero esto crea una energía y surgen las ideas. Es la capital cultural del mundo, aquí pasan las cosas y luego se explican, todo lo que sucede tiene una repercusión. Pero claro, la imagen de glamour tiene su otra cara: hay suciedad, hace un frío horroroso, es carísimo, los primeros meses te caen palos por novato..., pero luego descubres que hay mucha gente joven, que se hacen cosas interesantes. Es una ciudad dura pero le coges cariño.