En Es Castell. Es la localidad donde actualmente reside, después de haber vivido algunas temporadas también en Maó y Ciutadella. | Javier Coll

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Fecha de nacimiento

— 8 de agosto de 1987.

Actualmente vive en...

— Es Castell.

Llegó a Menorca...

— En el verano de 2002. Nació en Sevilla pero a los dos años se trasladó a Senegal.

Trabajo

— Camionero.

Profesión

— Tiene un proyecto musical como cantante de rap.

Su lugar favorito de la Isla es...

— Es Castell.

Llegó a este mundo en Sevilla, pero siendo un bebé viajó a Senegal, donde vivió hasta los 15 años. Tiene hermanos y sobrinos nacidos en Menorca, un lugar en el que ha pasado más de la mitad de su existencia: «Esta isla es parte de mi vida», confiesa.

¿Cómo fue la experiencia de aterrizar en un lugar tan diferente del que procedía?

—Llegué en verano, en el mes de junio recuerdo. No se me olvida porque se estaba celebrando el mundial de fútbol. Había mucha gente, mucho turismo, todo estaba muy bien, y empecé a trabajar con mi padre que tenía un puesto de mercado ambulante. Pero luego llegó el invierno y fue un poco más difícil de llevar. Dos ritmos muy diferentes, aunque pasados tres años comencé a acostumbrarme. La transición fue fácil porque contaba con la ayuda de mi padre y un hermano que ya vivía aquí.

¿Qué llevó a su familia a abandonar el país?

— No sé muy bien cómo responder a esa pregunta. Mi padre salió de Senegal en 1982. Lo que sí puedo decir es que los senegaleses tenemos la cultura de viajar y emigrar. Él tenía un tío que ya vivía en Sevilla y fue el que lo trajo.

¿Qué tal se las arregló con el tema de los idiomas?

—La lengua fue un problema. Volví a España sin saber castellano, ya que solo pasé mis dos primeros años de vida en Sevilla. Vine con 15 de años y no sabía decir ni hola. Tuve que empezar de cero. Ni siquiera sabía que aquí se hablan dos lenguas, pensé que el menorquín que estaba aprendiendo era en realidad castellano, hasta que empecé a distinguirlos, y eso hizo que me costara arrancar.

Cuestión de tiempo, supongo.

—Sí, en mi familia somos del Barça; yo veía que mi padre compraba todos los días el diario «Sport» y me enganché (risas). Me ayudó mucho. Cuando llegué me puse a ayudar a mi padre con el trabajo, todos mis estudios los hice en Senegal. Después de tres años comencé a trabajar ya por mi cuenta.

¿Cómo se gana la vida?

—Lo que sí he hecho es aprovechar para realizar muchos cursos que me han ayudado a encontrar trabajo; es una cosa buena de la Isla, la posibilidad de formarse. Uno que hice fue de paret seca, profesión en la que también he trabajado; hice uno de diseño que me dio oportunidades laborales y también de cocina. Actualmente soy camionero.

¿Qué le gusta de la vida aquí?

—Yo siempre digo que la Isla es maravillosa; es de lo mejorcito de España para vivir. Un sitio tranquilo; muchas cosas de las que sufre mi gente fuera nosotros no las vivimos aquí, al menos mi familia.

¿Qué siente cuando ve a compatriotas suyos emprender viajes tan largos y peligrosos para poder empezar una nueva vida?

—Duele, te parte el alma. Nosotros estamos aquí y tenemos un papel que jugar, y muchas veces lo hacemos mal.

¿Por qué?

—Pues porque a veces damos una imagen falsa, de que todo va bien y es maravilloso. Yo he conseguido cambiarle los pensamientos a muchos amigos míos. De hecho hay uno que quería dejar sus estudios para venir aquí en cayuco, en 2005; cuando me lo contó me enfadé mucho con él. Eso le hizo pensar; le recomendé que terminara sus estudios, le dije que la mejor manera de venir a Europa es con un diploma, porque cuando consigues sacar el bachillerato te surge la posibilidad de que te ofrezcan becas.

¿Sirvió de algo el consejo?

—Sí, sacó sus estudios y ahora vive en Francia, viajó con sus papeles y está en la universidad.

Nacido en Sevilla, criado en Senegal y residente en Menorca. ¿De dónde se siente?

—Es complicado, porque uno se siente como en medio. Me siento muy senegalés porque me aceptan en Senegal; allí nadie me mira como diciendo «¿Tú qué haces aquí?». Y aquí estoy bien hasta que alguien me lo recuerda, hasta que alguien te dice «vete a tu país». A veces parece como si por ser negro no pudieras ser español. En ocasiones no te das cuenta de que eres negro hasta que alguien te lo recuerda (risas).

¿Ha vivido el racismo de una forma muy directa?

—Igual soy yo que no me doy cuenta o que simplemente paso, pero cosas que igual a otro le podrían doler igual a mí no tanto. Yo suelo tomármelo como que alguien no me conoce, como ignorancia, como desconocimiento más que racismo. Considero que el problema muchas veces es que no nos conocemos.

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Decía que quienes ya estáis en Europa tenéis parte de culpa de la imagen que llega a África.

—Sí, algunos cuando vuelven a Senegal no cuentan la realidad. La gente se piensa que vivimos como jefazos porque tenemos un coche y una casa, pero la realidad es que sufrimos mucho para conseguir lo que tenemos. Y ese proceso de sufrimiento muchas veces no lo contamos. Aquí en la tele solo ves sida, pobreza y hambre en África; allí, solo ven maravillas de oro de Europa todo el rato, solo enseñan eso.

¿En qué situación se encuentra Senegal actualmente?

—Es un país con riqueza; de hecho podríamos no necesitar venir aquí si estuviera bien aprovechada. Senegal es un país estable, no hay guerra, está bastante bien, pero no está bien gobernado. Hay mucho pero para muy pocos.

¿Regresa mucho a Senegal?

—Normalmente viajo cada invierno, tengo allí mucha familia.

¿Se plantea regresar allí definitivamente?

—Sí, los senegaleses siempre volvemos a casa, aunque sea en un ataúd. A nuestros muertos los repatriamos. Todos nosotros estamos pensando en volver, la idea no es quedarnos para siempre.

¿En su caso qué planes tiene?

—Volver antes de la jubilación. Hay que luchar por ello.

Es el secretario de la asociación de senegaleses en Menorca Kanzul Muhtadiin. ¿Qué objetivos tienen?

—Hacemos todo por nosotros mismos desde que se fundó en 2004, sin ayudas. Funcionamos sin subvenciones y el objetivo es juntar dinero para enviarlo luego a Senegal, la asociación tiene una función social. Nos juntamos porque la unión hace la fuerza y cada uno aporta lo que tiene. Queremos ayudar a nuestra gente allí.

En 2018 hicieron una actividad que tuvo cierta notoriedad.

—Sí, aunque en realidad se trata de una fiesta que celebramos cada año. Lo que ocurrió es que el año pasado salimos a la calle e hicimos una marcha a la que llamamos «de la buena convivencia». Queríamos que fuera un agradecimiento a Menorca y a los menorquines y fuimos desde la plaza Explanada de Maó hasta el Ayuntamiento. Yo era de los que al principio se oponía a la marcha.

¿Por qué?

—Por miedo de que no funcionara. Cada año costaba mucho poner la organización en funcionamiento y éramos muy pocos, así que si te lo planteabas como una marcha era todavía más complicado porque necesitas más gente. Pero salió muy bien, perfecto. Vinieron senegaleses de Palma, de Madrid, de Bilbao… Y también los menorquines se sumaron en la calle. Fue increíble, maravilloso y seguramente lo repetiremos.

¿Qué cosas no le gustan tanto de Menorca o qué echa de menos de su país?

—Echo de menos todo. Lo que he notado en Menorca es que a estas alturas, y después de vivir aquí desde 2002, la mentalidad de la gente no ha cambiado mucho. Sigo viendo los mismos comportamientos; es como que no nos acabamos de conocer, de aceptar los unos a los otros tal cual.

¿De quién es la culpa?

—Te contaré una anécdota, en los comentarios de la noticia de la marcha en la página web del diario se nos criticaba porque los hombres iban al frente tocando los instrumentos y mujeres detrás sirviendo café. ¿Cómo puedes ver algo malo en eso? Para nosotros la marcha fue algo maravilloso, pero algunos se empeñaban en intentar enfocar las cosas desde la negatividad. Hubo personas que fueron más allá en sus comentarios, pero también quien nos defendió. A veces la gente se pone barreras a sí misma, hay cosas que ni siquiera conocen. Creo que a estas alturas deberíamos estar en otro nivel.

Cambiando de tema, creo que lo suyo también es la música.

— Sí, tengo un proyecto, Bizzy, que nació en 2017 y he grabado un disco que se puede escuchar e Youtube y en Soundcloud, «Self-made».

¿Qué tipo de música hace?

— Hago rap bastante moderno, con ritmos africanos. Rimo en francés, inglés y senegalés. El rap es un género bastante amplio y no me cierro a ningún estilo. Hasta la fecha mi música la muevo más por Senegal, y reconozco que es un error, debería ser más activo aquí. Ahora estoy preparando un segundo disco que estoy a punto de publicar.