Ferroni es desde hace años directora del único campo de golf de Menorca, en la urbanización turística de Son Parc, en Es Mercadal. | Gemma Andreu

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La ficha

Nacida...
— En Italia, el 3 de julio de 1970.

Actualmente vive en...
— Son Parc, Es Mercadal.

Llegó a Menorca...
— Por primera vez en 1994 y se instaló en ella en 1999.

Ocupación actual
— Directora del campo de golf de Son Parc.

Estudios
— Licenciada en Turismo.

Su lugar favorito en la Isla es...
— Cala Pregonda... y también Cala Pudent, «un lugar maravilloso».

Estaba estudiando Turismo en la universidad cuando en su camino se cruzaron unos touroperadores que buscaban gente para trabajar en España. «Me presenté y fue bastante peculiar porque no hablaba castellano, ya sabes el típico italiano que dice le añado una ‘s’ al final y ya está, pero no funciona así (risas)», rememora. Sin embargo, todo salió bien: «Llegué a Menorca y comencé a conocer una isla que me impactó bastante. Me lo pasé bien trabajando, era verano y yo joven, tenía 24 años».

Razones más que suficientes para volver, entiendo.
—Al año siguiente me volvieron a llamar y repetí. La sensación que tuve desde el primer momento que pisé la isla de nuevo fue como de volver a casa otra vez; eso es lo que me transmitió la tierra. De ahí que me dijera a mí misma que algún día vendría a vivir durante todo el año.

Y no tardó mucho, ¿cierto?
—En 1999 vine para quedarme todo el año. Había empezado a trabajar en el sector del golf en Italia; sabía que aquí había un campo, aunque más pequeño -entonces tenía nueve hoyos-, y me propuse intentarlo para ver si merecía la pena. Venía con experiencia pero también con la intención de adaptarme a lo que fuera necesario.

Son muchos quienes se quedan en la Isla por culpa del amor, por encontrar a una persona.
—En mi caso fue amor por la Isla lo que me hizo quedarme.

La experiencia funcionó.
—Sí, poco a poco las cosas han ido evolucionando. Ha habido cambios en la empresa, y aquí sigo. Empecé en la recepción y ahora soy la directora del campo de golf de Son Parc.

¿Cómo fue el cambio de la temporada de verano al año completo?
—La verdad es que no fue muy difícil porque antes de dar el paso hice mi tesis en la universidad sobre Menorca, razón por la que ya había pasado un invierno antes para documentarme y ver cómo era la Isla en esa época del año. Eso me ayudó a tomar la decisión final. Porque claro, no es lo mismo una estación que otra; pasé la prueba de fuego de la tramontana y la isla me encantó aún más.

¿En qué se centró su tesis?
—En los aspectos turísticos y culturales de Menorca; la historia del lugar y cómo había evolucionado la Isla. Un poco de todo; también la parte medioambiental y ecológica como Reserva de Biosfera.

¿Cómo convive el elemento natural con el golf, un deporte para algunos no muy sostenible?
— Primero hay que decir que, sobre todo en Balears, tenemos la obligación de utilizar agua reciclada para el riego; eso es algo que está documentado, y si hay críticas en ese sentido yo las achacaría a la desinformación. Luego, dentro de la industria del golf todas las empresas, y no solamente en España, tienden a trabajar con productos que no afecten al medio ambiente. A veces se ve al golf como el malo de la película, pero no es así. La fauna y la floran existen en un campo de golf y conviven perfectamente con los golfistas.

¿Qué peso tiene el golf como producto turístico en Menorca?
—Me encantaría que viniese gente a jugar durante todo el año; la famosa desestacionalización para el golf es fabulosa, pero tiene que haber una coyuntura que vaya más allá de solamente el golf. Hay que tener en cuenta factores como la comunicación, el alojamiento y la oferta complementaria. Las personas que se mueven, vengan o no a jugar al golf, quieren hacer y ver algo.

En definitiva, tienen los mismos problemas que cualquier otro producto turístico.
—Exactamente. Por el momento no somos destino de golf, para serlo necesitaríamos tener tres o cuatro campos.

¿Sería factible eso en una isla tan pequeña como Menorca?
—Parece pequeña pero no lo es. Me gustaría que vieras el campo de golf desde el aire con un avioneta para comprobar el espacio que ocupa, creo que mucha gente percibiría algo totalmente distinto a la idea que tiene en mente.

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¿Cree que más allá del efecto de la competencia que supondrían nuevos campos, su apertura beneficiaría al suyo colocando la Isla como un destino para la práctica de ese deporte?
—Sí, seguramente. Pero no vale solo con abrir campos, tendríamos que mirar todo lo de alrededor, especialmente en el aspecto de las comunicaciones; se necesita una visión conjunta en mi opinión. Construir solo campos no es suficiente.

Un tema el de la desestacionalización del que se habla mucho pero se avanza mas bien poco. ¿Da la batalla por perdida?
—Espero que no; tiene que haber una solución y tenemos que ir todos de la mano, eso es lo que le hace falta a Menorca; y es una pena, porque todos luchamos por Menorca pero cuesta. La gente tiene miedo a que venga mucha gente, pero precisamente lo que hay que hacer es no concentrarla en los mismos meses.

¿Es fácil conseguir pista en Son Parc en agosto?
—A ciertas horas es complicado, pero es el mes de más trabajo. Normalmente en los campos de golf los meses de julio y agosto son temporada baja, pero aquí no; funcionamos con el turismo de la Isla, pero nos gustaría tener un turismo diferente, de golf.

La gente no viaja aquí para jugar al golf.
—Hay gente que tiene aquí su segunda residencia y viene; pero el turista que coge el avión y viene a Menorca, a no ser que haya un torneo específico, en este momento no existe.

¿En qué modelo nos podríamos fijar como ejemplo?
—Mallorca sí que es un destino de golf, con 23 campos, por eso no nos podemos comparar. Ellos tienen vuelos y buenas conexiones durante todo el año, aunque también se quejan (risas). Allí sí que trabajan al revés que nosotros, donde julio y agosto son temporada baja; si vas ahora verás cómo empieza su temporada alta.

Este año, en colaboración con el evento Hats & Horses, han organizado la primera edición del Torneo Lux y se intentará llenar un vuelo chárter para la ocasión desde Madrid. ¿Puede ser el principio de algo?
—Claro. Si organizamos cosas sumando fuerzas, eso supone un atractivo. Pero como siempre, dependemos de las comunicaciones. Ese será uno de los torneos más importantes que organizamos, junto a los que están ligados a la Federación Balear, que traen mucha gente de Mallorca. Los torneos federativos también mueven bastante turismo de golf.

¿El menorquín juega al golf?
—He visto que ha habido una evolución importante. Cuando empecé a trabajar el 80 por ciento de los jugadores eran ingleses, y ahora podría decir que la mitad son locales. Lo que estamos haciendo es desarrollar actividades para introducir a la gente en el mundo del golf.

Un deporte que, de toda la vida, ha tenido un halo elitista. ¿Está cambiando esa percepción?
—El golf, desgraciadamente, tiene esa fama; lo tenía el tenis en su tiempo, y ahora nadie habla de ese deporte en ese sentido; también lo tenía el esquí, y ahora todo el mundo va a esquiar. Creo que poco a poco llegaremos a que el golf será así. Para empezar a jugar a golf no hay que gastarse una burrada; hoy en día la mayoría de los campos, incluido el nuestro, si vienes a clase nosotros ponemos los palos. Es como todo, para hacer ciclismo te puedes comprar una bicicleta de 200 euros o de 8.000. Cada uno pone sus límites.

¿Qué es lo que más valora de vivir aquí?
—La tranquilidad. El hecho de poder desconectar con facilidad. Vivo en Son Parc y, por ejemplo, me encanta ir a Cala Pudent, especialmente en esta época del año. Hay muchos sitios de la Isla que te permiten estar contigo mismo si así lo deseas, vivir de una manera que no se podía en otros lugares en los que he residido. Es un concepto de vida diferente. Además, me encanta el mar y estar a su lado, lo necesito. El mar me da esa visión de libertad, de poder estar en otro mundo si quieres.

¿Y lo que menos le gusta?
—El hecho de que si mañana me quiero ir a cualquier sitio lo tengo un poco chungo (risas). Me gusta mucho conducir, y no puedo coger el coche y ponerme a hacer kilómetros. Es una de las cosas que más me limita, pero claro, estás en una isla y no lo puedes tener todo.

¿Se ve para largo en Menorca?
—No lo sé. Yo siempre estoy abierta a cualquier cosa. Encerrarte te limita mucho para oportunidades de cualquier tipo en la vida, en todos los sentidos. En este momento estoy a gusto, pero si se me abren otras oportunidades en otro sitio del mundo, pues habrá que estudiarlas. Creo que el afán de ver mundo no lo perderé nunca. Cuando te mueves para ver cosas nuevas hay que estar siempre dispuesto adaptarte al nuevo sitio, porque si no, malament.