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El estancamiento del consumo interno, que no ha recuperado el pulso previo a la crisis de 2008, ha provocado que el comercio de Maó se vuelque cada vez más en el turismo, y eso ha generado cambios tanto en el paisaje comercial –tiendas que solo abren en temporada por ejemplo–, como en la estructura de los negocios, con plantillas que deben ajustarse a los picos y valles en la demanda.

Este proceso de turistificación del tejido comercial de la ciudad es una de las principales conclusiones del estudio «El consumo y el comercio de Maó en crisis (1995-2018)», elaborado por el economista y consultor Joan Sánchez Tuomala por encargo de la sociedad Mercat del Claustre. El trabajo se expuso recientemente en una mesa de debate en el Ateneu de Maó a la que fueron invitados representantes de todos los partidos políticos en el Ayuntamiento y en la que expusieron su visión sobre la situación del comercio local el propio autor del informe, Joan Sánchez; la presidenta de la Associació de Comerciants Mercat del Claustre, Gemma Olives; el presidente de la patronal del pequeño comercio Ascome, Vicente Cajuso; y Martí Pol, geógrafo y máster en Innovación y Gestión de Turismo que precisamente centró su trabajo de fin de estudios de postgrado en la influencia del turismo en la tipología y la distribución comercial en la ciudad de Maó.

Sobre la mesa de debate se expusieron algunas de las consecuencias de la turistificación comercial del centro histórico del municipio, como son: el desplazamiento de los negocios de servicios comerciales de proximidad para la población residente, lo que representa una mayor dificultad de acceso a una estructura mínima de comercio para las personas mayores y una situación de pérdida de rentabilidad para los comercios tradicionales.

Que el comercio de toda la vida está en crisis es algo que no dudan ni la Associació Mercat del Claustre ni Ascome. «Si contamos los comercios que son propiedad de menorquines el declive es claro, años atrás los empresarios locales podían representar el 98 por ciento de los comercios del centro», considera el presidente de Ascome, Vicente Cajuso. Ahora en el centro han ido ganando terreno a esos comercios las franquicias y las cadenas.

Gemma Olives, presidenta de Mercat del Claustre, entidad que encargó el informe tras constatar el descenso de locales y clientes en el recinto, asegura que «hemos querido exponer el problema, ponerlo a la vista y compartirlo con otros comercios». También buscan la implicación de las instituciones «para evitar que el comercio local muera».

En cuanto a la estacionalidad turística, Olives señala que los comercios «dan servicio todo el año, tienen que mantener su estructura pero solo obtienen beneficios tres meses». Al final, concluye, «se vuelven más turísticos» y eso marca desde el tipo de producto «al cierre una parte del año» para poder sobrevivir.

En su opinión, no hay «una clave» que resuelva esta tendencia, un remedio mágico, «se tiene que hacer en equipo» y con la colaboración de las administraciones. Olives reivindica que «los comercios hacen pueblo y se vuelcan para embellecer la ciudad, iniciativas como Maó+Flors no serían posible sin ellos». Por otro lado expone una problemática que se agudiza: el cierre de negocios por falta de relevo generacional en oficios como los de frutero, charcutero y carnicero, este último especialmente ya que «requiere mucho tiempo formar a alguien».