Punto de recarga de coche eléctrico situado en el aparcamiento de un supermercado. | MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

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Menorca ha empezado la cuenta atrás para el proceso de transición energética exprés y uno de los vectores fundamentales de su plan de descarbonización, la movilidad eléctrica, está en pañales. El Consell estima que el parque automovilístico menorquín cuenta con alrededor de un centenar de vehículos cien por cien libres de emisiones, lo que supone el 0,13 por ciento del total, un porcentaje pobrísimo si se tiene en cuenta que el objetivo de la Estrategia 2030 es que en ese horizonte, en poco más de una década, la mitad de los vehículos que circulen por la Isla hayan abandonado el uso de carburantes.

Según figura en el documento estratégico validado por la Comisión Europea, unos 50.000 vehículos que hay inscritos en Menorca son particulares y para conseguir que al menos la mitad se pasen a la movilidad eléctrica sería necesario la sustitución cada año de entre 2.000 y 2.500 vehículos convencionales por eléctricos. Dicho de otro modo, los particulares y empresas menorquinas se tendrían que comprar esa cantidad de coches eléctricos cada año, cifra que están tremendamente alejada de los datos actuales de matriculación.

No en vano, según los datos oficiales de la Dirección General de Tráfico, en los primeros seis meses del año 2019 se han inscrito en Menorca cinco vehículos eléctricos y en todo el año 2018 fueron seis. El detalle estadístico por tipo de propulsión, que se remonta al año 2015, da una idea de la pírrica implantación del coche eléctrico en Menorca. Desde el año 2015 se han matriculado solo 24. En ese tiempo, el total de vehículos de todo tipo que se han dado de alta ha sido de 10.940. En cuatro años y medio los eléctricos inscritos representan el 0,21 por ciento del total.

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