Maó tiene cerca de 4.000 contadores de agua cuya antigüedad supera los diez años. En concreto, hay aún cuatro que tienen 29 años. Al otro lado de la balanza hay otros 11.160 contadores que no alcanzan la década. | Gemma Andreu

TW
27

Cerca de 4.000 contadores de agua de Maó tienen una antigüedad superior a los diez años y, por tanto, pueden llegar a generar facturas de hasta un 30 por ciento por debajo del consumo real. Es una de las vías principales de pérdida de agua que se produce en la ciudad. Así lo desvela el Plan de la Gestión Sostenible del Agua, un documento que el Ayuntamiento de Maó ha encargado a la empresa concesionaria del servicio con el objetivo de poder disponer de un diagnóstico de la situación actual, prever el crecimiento y abordar medidas que ayuden a reducir la demanda, mejorar la eficiencia en el uso de este recurso y evitar su deterioro.

Estos 3.932 contadores que ya han superado su década de vida útil representan el 26 por ciento del total de medidores con que cuenta la ciudad y que asciende a 15.092 aparatos. El informe, elaborado por Hidrobal, explica que la mayor parte de las pérdidas de agua en el uso doméstico son debidas a un error en la lectura de los contadores. Y especifica que no es necesario que éste se pare, que sería un caso de fácil detección, sino que uno de los problemas que requiere ajustes y soluciones se fija en aquellos medidores que siguen leyendo consumos pero de forma errónea a causa de esta antigüedad. Les cuesta más girar.

Asimismo, a partir de estos años de funcionamiento, los contadores pierden sensibilidad y, por tanto, también tienen más dificultades para ponerse en marcha. De ahí que necesiten caudales más altos para hacerlo. Y las lecturas son cada vez menos precisas.

El error que estima la empresa «puede fácilmente pasar a valores del 20 o el 30 por ciento por debajo del valor real», concreta. Y aunque estas lecturas que no coinciden con la realidad del consumo están siempre presentes, incluso en contadores de menor antigüedad, Hidrobal desvela que «el riesgo crece muy rápidamente a partir de los seis o siete años de vida». Es por eso que es aconsejable, indica la empresa redactora del plan, un cambio de contadores entre los ocho y los diez años de antigüedad. Si tomáramos como valor la vida útil de los ocho años, deberíamos sumar otro millar de contadores que están en esta franja. Se superarían las 5.000 unidades.

En lo que se refiere a pérdidas que se dan por parte de los propios usuarios, el informe apunta a los fraudes, es decir, a aquellas conexiones a la red pública sin consumos registrados. También hace referencia a aquellas instalaciones en comunidades de viviendas donde en el aljibe no disponen de un contador general a la entrada y, por tanto, pese a haberlos individuales, las fugas que se producen no quedan registradas. Se trata, entonces de un problema de carácter particular. La solución pasa por instalar un contador comunitario al inicio de la instalación para poder calcular no solo el agua que llega a los hogares sino también la que sale del aljibe y acaba perdiéndose. Se facturaría a los propietarios.

A todo ello, hay que sumar también fugas procedentes de los depósitos de almacenaje del agua y en la red de distribución.