Lagier Fréoléuc y Simon Fobienneeste viernes junto al velero | Gemma Andreu

TW
13

Gritos, silbidos, luces. Lagier Fréoléuc y Simon Fobienne, la pareja francesa propietaria del velero dañado, realizaron todo tipo de ruidos y señales mientras observaban desde otra embarcación, sin poder hacer nada, como el ferri «Jaume III» se abalanzaba, sin detenerse, sobre su embarcación (registrada con el nombre de «Koala»), con la que habían navegado ese mismo día de Francia hasta Menorca para empezar sus vacaciones.

No gritaban solos. Todas las embarcaciones allí fondeadas también lo hacían, con desconcierto pero también con insistencia, según relató este viernes la pareja. Pero el impacto fue inevitable. «Estábamos cenando en el velero de unos amigos, fondeado muy cerca del nuestro, cuando todo aquello sucedió. Pensábamos que el ferri pararía, pero no sabemos por qué, no lo hizo», explican y aseguran que fueron minutos de verdadera angustia.

El «Jaume III», que también sonaba repetidamente la sirena, acabó rozando otro catamarán y chocando contra el velero, que pocos minutos después empezó a inundarse a través de la vía de agua que le produjo la colisión.

Su reacción fue rápida. Cuando el ferri recuperó el control y se alojó de la zona delimitada con boyas en la que se encontraban, la pareja accedió al interior de su barco y al percatarse de la vía de agua, intentaron taponarla con prendas de ropa.

Por suerte, Salvamento Marítimo pudo acudir al lugar poco después y evitar que el velero se hundiera. «Fueron muy rápidos y eficaces. Si hubieran llegado media hora más tarde, el velero se habría hundido», asegura Lagier Fréoléuc, quien habitualmente ejerce de patrón.

Sacarlo del agua tampoco fue fácil. Las toneladas de agua del interior del barco (tres o cuatro) impedían que la grúa pudiera elevarlo hasta el varadero. Antes tuvieron que vaciarlo con una bomba.

La mañana de este viernes la familia tuvo que dedicarse a sacar todas sus pertenencias del velero y secarlas, además, de limpiar y eliminar los restos de sal de su interior para evitar que los bajos de la cabina se estropearan.

Otra cosa es la reparación de los daños. «Todavía no sabemos cuanto tiempo tardaremos. Estamos valorando irnos a Francia y volver a buscar el velero cuando esté listo», explicaban. De momento expresaron sus intenciones de buscarse un lugar donde alojarse y un coche para moverse.

Aunque estas no son las vacaciones que habían planeado (su idea era visitar también Mallorca y Barcelona), por lo menos, no tuvieron que lamentarse daños personales y se mostraban tranquilos sabiendo que la culpa no fue suya. «Nosotros estábamos bien colocados, no sabemos lo que le pudo pasar al ferri», aseguraron.

El velero se hallaba en una zona delimitada de libre fondeo

El velero francés se encontraba, como muchas otras embarcaciones la noche del jueves, fondeado en la Cala Degollador, dentro del espacio delimitado con boyas, que separan el área portuaria de la propia cala. Así, la ubicación del velero respetaba los límites establecidos y en ningún caso impedía el acceso del ferri al dique de Son Blanc, según confirmaron este viernes fuentes de Ports de les Illes Balears y, también, el jefe de Distrito Marítimo de Maó y Ciutadella, José Luis Ortega.

Lo cierto es que se trata de una zona donde suelen acumularse una gran cantidad de embarcaciones de recreo durante el verano, dada la falta de amarres en el interior del puerto. En cualquier caso, corresponde a los agentes portuarios procurar la movilización de los barcos que no respetan los límites.