Grupos beben y charlan junto a los coches, de los que sale la música.

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Noches de calor sofocante, ventanas abiertas y el ruido y la música procedente de los botellones que se organizan en Es Pla forman un cóctel explosivo que tiene a los residentes en la calle Sa Muradeta, en Ciutadella, con los nervios alterados durante todo el verano pero especialmente ahora, en agosto. Las denuncias vecinales se suceden, con fotografías incluidas, como las que ilustran este artículo, en las que se aprecia cómo grupos de jóvenes, con los maleteros abiertos, se montan su fiesta particular al margen de la oferta de los locales de ocio nocturno de la zona. «Llevan su bar y su disco particular, que disfrutamos todos», ironiza un vecino de la calle que da a Es Pla, y que reconoce que ha reformado su casa y trasladado los dormitorios a la parte trasera de la vivienda, porque de lo contrario, es imposible conciliar el sueño. «Esto viene de atrás», explica, «pero ha ido in crescendo hasta que ya es difícil de dominar». Y es que este vecino, testigo de lo que sucede cada noche, asegura que si llega la policía, una vez han pasado los agentes y han avanzado unos metros, los maleteros se vuelven a abrir y la fiesta continúa. «Hay impunidad», afirma.

Por parte del Ayuntamiento de Ciutadella, el concejal de Servicios de Seguridad Ciudadana, Sergio Servera, reconoce las dificultades que tiene la Policía Local para vigilar la zona. Y corrobora la queja vecinal: cuando pasan los agentes la música y el ruido se interrumpen pero en cuanto se van, continúa. «No se puede tener una dotación permanente en Es Pla», afirma, porque no hay plantilla suficiente en el cuerpo de la Policía Local. Son entre 38 y 40 agentes operativos –según haya o no bajas puntuales–, y solo en lo que va de año ha habido tres jubilaciones de agentes, se prevé una cuarta y también se retiran tres oficiales. Servera asegura que el Consistorio trabaja para cubrir las vacantes de agentes mediante la oferta pública de empleo y las de los oficiales, vía promoción interna. Mientras tanto, los agentes que hay deben repartirse por el municipio más extenso de la Isla y el botellón prolifera en Es Pla.