Varias entidades bancarias se han sucedido en el uso de este local, de propiedad menorquina, que vuelve al mercado del alquiler. | Gemma Andreu

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El comercio vive en Maó una situación de apoplejía, concentración en el centro y parálisis en la periferia. Pero el centro son solo las cuatro calles del eje que discurre entre la Explanada y la plaza del Carme. El entorno próximo ya no es lo mismo, no goza del privilegio que suponen los altos precios que se piden por locales ubicados en la espina comercial que forman Ses Moreres, Costa de sa Plaça, Carrer Nou y S’Arravaleta. También la acera por la discurre el flujo de la estación de autobuses se valoriza más.

En el Carrer Nou se están pagando hasta 10.000 euros mensuales –esa es al menos la cantidad que se pedía–, por la planta que ocupó El Turronero, aunque advierten que es muy probable que se negociara y contratara a la baja. El local que dejó Barclays a escasos metros se alquilaba de salida por 7.500 euros y está ocupado. El resultado final es probable igualmente que sea menor.

Las franquicias de grandes marcas tipo Mango, Springfield o Stradivarius son la causa de que se mantenga alto el listón de los alquileres. También lo son de que la actividad comercial mantenga el pulso. Algunas, como la primera, optaron por comprar, otras por alquiler, que en el caso de establecimientos de Sa costa de sa Plaça se sitúan también en los 10.000 euros mensuales.

La estampa del resto de la ciudad, en particular la periferia, ofrece un paisaje muy diferente. En general, solo comercios consolidados y especializados conservan fortaleza. En los barrios, van desapareciendo los comercios de proximidad y solo sobreviven o se instalan pequeños negocios, tipo peluquería, que pueden vivir de los vecinos del barrio.

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