Jarro de agua fría para los alcaldes, que tenían esperanzas puestas en el reparto de la ecotasa | Gemma Andreu

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Sorpresa, desconcierto, decepción, enfado, indignación, resignación... Esas fueron este miércoles, a grandes trazos y con los lógicos matices, las reacciones de los alcaldes de los ayuntamientos menorquines tras comprobar que, como ya ocurriera en la primera convocatoria a principios del año 2017, ninguno de los proyectos presentados para el último reparto del Impuesto de Turismo Sostenible ha recibido el visto bueno del Govern, que se ha reservado la última recaudación de la ecotasa principalmente para financiar proyectos que ya contaban con partida en sus presupuestos ordinarios.

Esa es precisamente, el uso de la ecotasa para pagar proyectos que deberían corresponder la gestión ordinaria del Ejecutivo autonómico, la crítica que ha suscitado más consenso entre los primeros ediles. Incluso aquellos con un discurso menos crítico, como el alcalde socialista de Maó, Héctor Pons, lo reconocían. «Vista la situación complicada económicamente que atraviesa el Govern en cierto modo nos tranquiliza que se mantenga la inversión para el conservatorio, pero todos habríamos preferido que esas inversiones aprobadas salieran del presupuesto ordinario».

Socialistas

Los alcaldes socialistas fueron naturalmente los que se mostraron más benevolentes con el Govern y destacaron la importancia de las inversiones que se llevarán a cabo, como el conservatorio de la Sala Augusta, el centro integral de FP de Ciutadella o la promoción de viviendas sociales en Fornells. Pero tampoco se mostraron satisfechos: «Hay que escuchar a los municipios, se tendría que trabajar para que los proyectos sean consensuados previamente. No pueden venir las cosas hechas», aseguró Carol Marqués, alcaldesa de Sant Lluís.

El alcalde de Es Mercadal, el también socialista Francesc Ametller, se mostraba «sorprendido» y reconocía que «nos habíamos hecho ilusiones». A pesar de admitir que está«en parte contento» por la promoción social en Fornells, admite que «pensaba que el dinero para las viviendas de protección oficial iba a salir de otras partidas». Defiende también que «los municipios tendríamos que tener más voz, somos lo que sabemos de primera mano las problemáticas». La alcaldesa del PSOE en Es Castell, Joana Escandell, no ocultaba que «estamos decepcionados» y recordaba que ya van dos años de negativas al proyecto conjunto presentado con Maó para dotar de tratamiento terciario la depuradora del levante menorquín: «Lo aceptamos, seguiremos buscando financiación». Tanto Escandell, como Héctor Pons reclaman que el Govern habilite una partida de sus presupuestos para el proyecto.

Mucho más contundentes fueron las valoraciones de los consistorios gobernados por el PP. La alcaldesa de Es Migjorn, Antònia Camps, calificaba el reparto de «desastre» y consideraba que «es una vergüenza que para cuadrar presupuestos nos dejen fuera a los ayuntamientos». En ese sentido, recordó que en Es Migjorn el Govern decide invertir en la estación de bombeo, un proyecto que estaba aprobado, con presupuesto y a punto de licitarse. «Me parece que Susana Mora –la presidenta del Consell– tendría que hacer más fuerza. No pinta nada».

En ese sentido, desde el Ayuntamiento de Alaior que dirige el popular José Luis Benejam, mostraron su «total descontento» con la decisión del Govern de no contemplar ninguno de los proyectos presentados por los ayuntamientos y denunciaron que «lo que en un principio tendría que ser destinado a la protección ambiental se acaba usando para sufragar el déficit de las áreas de gestión del Govern, financiando infraestructuras de gasto común que deberían pagarse con el presupuesto general».

«Salimos perdiendo»

Tanto la alcaldesa de Ciutadella, Joana Gomila (PSM), como la alcaldesa de Ferreries, de L’Entesa, Joana Febrer, centraron sus críticas en el destino que se le está dando a los fondos de la ecotasa: «Estamos decepcionados», afirmaba la segunda, mientras Gomila ponía el acento en que proyectos como el conservatorio o el centro integrado de FP no parece que se ajusten al espíritu de un impuesto turístico que «debería ser para mejoras medioambientales y del entorno turístico». La primera edil de Ciutadella iba más allá y afirmaba que al final Menorca «ha salido perdiendo porque esas inversiones ya estaban comprometidas».