Fort de l’Eau es uno de los tres grandes puntos complicados que identifica el Plan de Movilidad Urbana Sostenible. | Javier Coll

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El pleno de Maó aprobó ayer el Plan de Movilidad Urbana Sostenible que marca las pautas para la reordenación del tráfico en la ciudad durante la próxima década. El documento contempla un bloque de propuestas para pacificar el movimiento de vehículos en el municipio desde distintas perspectivas, unas iniciativas que el equipo de gobierno asegura que aplicará con flexibilidad, debate previo y en función de las posibilidades de cada momento.

El plan identifica los puntos más calientes de la ciudad en cuanto a tráfico y propone posibles soluciones. Una de las medidas que plantea es extender las zonas del centro histórico con restricciones de paso, es decir, exclusivas para residentes y vehículos autorizados, con la opción de que impere solo en determinados horarios. Desde el equipo de gobierno aseguran que esta medida se puede plasmar con distintas fórmulas, y que una de ellas está siendo ya la implantación de la zona verde de aparcamientos, que tiene un fin claramente disuasorio. No tiene por qué ser una prohibición explícita. El plan propone que se regulen con cámaras u otros medios impeditivos, como se hizo en la Plaça Reial.

Además, el plan considera adecuado crear más zonas de prioridad invertida, donde el peatón tiene preferencia sobre el coche con el pavimento a un solo nivel y sin aparcamientos, sobre todo en los barrios de Tanques del Carme y Molí des Pla. Se plantea para las calles más estrechas de la ciudad, de menos de siete metros de ancho, donde existe una línea de aparcamientos y los coches apenas pueden pasar. La voluntad de PSOE y Ara Maó es que cada vez que se retiren plazas de estacionamiento en una calle se compensen con la la existencia de bolsas de aparcamiento en su entorno. El plan estima que se podrían llegar a eliminar unas 400 en total dentro de los límites de la Ronda.

Tres zonas se definen como especialmente congestionadas en estos momentos. En primer lugar, la Vía Ronda, con un elevado volumen de tráfico. El estudio elaborado por Cinesi plantea una reducción de la velocidad máxima de 50 a 40 kilómetros por hora. Además, pone sobre la mesa la posibilidad de instalar semáforos para los lugares donde suelen cruzar los peatones, ante el riesgo que esta acción conlleva. Se plantean en la entrada a Malbúger y en las inmediaciones del cementerio, por ejemplo.

Otro punto complejo es la plaza Explanada, por donde entran en pleno verano unos 19.000 vehículos al día. El concejal de Movilidad, Manolo Lora, explica que solo tres de cada diez automóviles que realizan esta acción acaban derivando al centro histórico por la calle Sant Jordi, el resto tiene otros objetivos más lúdicos. Por esto, el plan de movilidad plantea restricciones de paso por horarios o tipos de conductor (solo residentes, por ejemplo). La medida tendría que ir acompañada de actuaciones como una adecuación de este tramo de la calle.

El tercer foco de complicaciones, con una gran cantidad de tráfico en pocos metros de calle, es Fort de l’Eau, entre las rotondas de la Costa de Corea y Abu Umar. El problema, explica Lora, es que confluyen al mismo tiempo coches desde demasiados sitios. Por este motivo, la propuesta del plan es que la Costa de Corea pase a ser solo de bajada y que los coches que vienen del puerto accedan a la ciudad por la cuesta de Cala Figuera. Ligado a este punto negro, el plan contempla una profunda reordenación del tráfico en el barrio de Tanques del Carme, con nuevos cambios de sentido en calles como Camí des Castell o Carrer del Carme.

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Maó defiende que una de las virtudes del plan es que es el fruto de un intenso trabajo de intercambio de opiniones en el que han participado numerosas entidades para alcanzar el máximo acuerdo, aunque admiten que el consenso absoluto en un tema tan sensible es prácticamente imposible.