Entrada y salida de Ses Arenetes, a la derecha, cerca de donde la empresa propone el giro | Gemma Andreu

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El diseño resultante de la carretera Ferreries-Ciutadella tiene un perjudicado directo, Valeriano Allés, y otro indirecto, el medio ambiente. Los camiones de esta empresa de construcción han de recorrer 2,4 km más en el trayecto que les lleva de la cantera de áridos de Ses Arenetes a la cantera de tratamiento de Son Sintes.

La distancia real entre ambos puntos es de 1,8 km, pero el trazado actual les obliga a ir hasta el cruce de la Naveta des Tudons y girar en aquel punto hacia Son Sintes. Las alternativas propuestas por la empresa en las alegaciones al proyecto presentadas en 2016 para reducir ese «recorrido inútil» pasan por un cruce en una finca próxima a la salida del camino de la cantera de Ses Arenetes. La solución aligeraría también el recorrido de los camiones procedentes de Ciutadella y que para llegar a Ses Arenetes para cargar han de pasar necesariamente por Son Sintes.

Pilar Carbonero, ingeniera del Consell, informó las alegaciones concluyendo que la normativa de carreteras prohibía el cruce en la carretera por vehículos cuando existía un carril adicional, como ocurre en este caso. Por ello, la empresa proponía recortar el tecer carril en 100 o 200 metros para situar el punto de giro más cercano al de salida y entrada de los camiones.

4.500 vehículos al año

Allés fundamenta su idea en el volumen anual del tránsito, 4.500 vehículos. «El diseño actual no es erróneo, es un desastre total», expone Esteve Bagur, ingeniero técnico industrial en un informe incluido en las alegaciones, que en septiembre de 2018 fueron debatidas con el conseller de Movilidad (Miquel Preto) y funcionarios de su departamento. No hubo respuesta alguna por parte de la Administración.

La empresa constructora ha reiterado el caso y solicitud de respuesta a la presidenta Susana Mora porque «la solución actual es eficaz, si sales llegas al destino, aunque con más riesgo añadido. Pero no es eficiente, ni sostenible, tanto económicamente (el sobrecoste es de 36.000 euros al año) ni ambientalmente», el argumento más sólido y recurrido.