Uno de los camiones de la empresa Valeriano Allés cargando agua en la depuradora | Javier Coll

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Desde que el pasado 1 de enero entró en vigor la directiva europea que obliga a la central del puerto de Maó a reducir sus emisiones, la térmica ya ha recibido 420 camiones cisterna –doce camiones diarios cada día laborable– con el agua necesaria para hacer funcionar el sistema de refrigeración de las turbinas, lo que supone un total de 840 trayectos (incluyendo viajes de ida y de vuelta) entre la planta de Endesa y la depuradora de Es Castell. La suma de los kilómetros recorridos por los vehículos, más de 6.000 kilómetros, prácticamente permitiría llegar en línea recta hasta Nueva York.

Los vehículos de la empresa Valeriano Allés tienen una capacidad de 27.000 litros de agua por lo que en el último mes y medio la central ha recibido más de 11 millones de litros. Aproximadamente el 60 por ciento de ese caudal que ha llegado a la central ha sido devuelto a la depuradora porque el sistema de refrigeración que permite enfriar las turbinas y reducir más de un 70 por ciento las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) requiere de un agua de extrema pureza. El agua que sí se queda en la central se almacena en un depósito y cuando se utiliza se convierte en vapor de agua.

Cabe recordar que todo ese trasiego de camiones –que es incluso mayor si se tienen en cuenta los casi dos meses en que el sistema funcionó en fase de pruebas– es la alternativa logística de emergencia ideada por Endesa una vez asumido que el proyecto principal, la doble canalización que debe unir en ambas direcciones la central y la depuradora, no llegaba a tiempo para cumplir con una directiva europea, la de reducción de emisiones industriales, que fue aprobada hace casi una década, en 2010.

Más allá de esa cadena logística para reducir emisiones y de la paradójica contaminación que lleva asociada, desde la compañía aseguran que por el momento el funcionamiento del sistema de refrigeración está siendo «muy satisfactorio» y que está logrando dar cumplimiento a las directrices medioambientales de la Unión Europea, que solo se refieren a uno de los agentes contaminantes de la generación eléctrica, sin contar otros como los azufres, las partículas y el CO2. El coste autorizado –y costeado por el sistema eléctrico– de ese sistema ha sido de 18,5 millones.

En paralelo avanzan las obras de instalación de seis kilómetros de doble tubería que acabarán con el tráfico de camiones. La canalización de llegada a la central tiene previsto un caudal de 30 metros cúbicos por hora, mientras que el de regreso a la depuradora con el agua rechazada es de 18 metros cúbicos, aunque la infraestructura está dimensionada para transportar el doble. El proyecto tiene un coste de dos millones de euros y se completa con sendas estaciones de bombeo en los extremos.