La diócesis de Menorca celebró este Viernes Santo la Liturgia de la Pasión del Señor en la Catedral, a puerta cerrada y sin público | Josep Bagur Gomila

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La diócesis de Menorca celebró este Viernes Santo la Liturgia de la Pasión del Señor en la Catedral, a puerta cerrada y sin público, en aplicación de las restricciones impuestas por el estado de alarma decretado para contener la pandemia del coronavirus.

Un oficio austero y con profundo significado, presidido por el obispo Francesc Conesa, acompañado por el vicario general, Gerard Villalonga, y el rector de la Catedral, Josep Manguán, con ornamentos rojos, en recuerdo de la sangre derramada por Jesucristo en la cruz. Fue retransmitido en directo a través del canal Youtube.Bisbat de Menorca y también por menorca.info.

Este año las cofradías y hermandades de Menorca no han podido salir con los pasos e imágenes para las multitudinarias procesiones del Viernes Santo, expresión del fervor y la devoción popular. Un día de penitencia, ayuno y abstinencia en el que la Iglesia no celebra la Eucaristía.

El significado de la cruz

En la homilía, el pastor de la diócesis de Menorca resumió en tres conceptos lo que significa hoy la cruz. “La primera palabra -dijo Conesa Ferrer- es ‘revolución’, porque el mensaje de la cruz es verdaderamente revolucionario, pues supone cambiar por completo los valores y la forma de pensar de nuestro mundo”.

“Proclama que la salvación del ser humano no reside en la fuerza, el poder o el placer, sino en la entrega, la donación de sí mismo, la humillación y el sacrificio”, añadió.

En segundo lugar, ‘solidaridad’. Conesa Ferrer dijo que “estos días nuestro pensamiento se dirige casi espontáneamente a quienes están padeciendo la epidemia del coronavirus, a sus familiares y a quienes les cuidan”. Advirtió a continuación que “no podemos olvidar a tantas otras personas que padecen la cruz de la enfermedad, el odio, la emigración forzosa o la marginación social”.

La cruz es buena noticia

Por último, el obispo de Menorca proclamó que “la cruz es buena noticia, evangelio, porque el amor con que Cristo se entregó es salvador. Somos testigos del crucificado viviendo sus actitudes a mor a los demás, de entrega generosa a todos”. Destacó que “este amor nos mueve a renunciar a todo egoísmo, nos impele a salir de nosotros mismos y a existir para los demás”.

Pasión y muerte de Jesús

La liturgia del Viernes Santo conmemora la pasión y muerte de Jesús con la celebración de la Palabra, que concluye con la adoración de la cruz y la comunión, en la que se utilizan las formas consagradas el Jueves Santo. El obispo participó sin báculo y despojado de su anillo pastoral. La Catedral permaneció a media luz; el altar, sin manteles ni adornos; y la cruz, en un pedestal, donde fue venerada.

En la liturgia de la Palabra se proclamó el relato de la Pasión San Juan, en cuya lectura participaron los presbíteros J. Ngele y Florenci Sastre y el obispo Conesa. Finalizó con la “oración universal”, con especial referencia a todos los que sufren por el coronavirus. Después se llevó a cabo la adoración del árbol de la cruz. Tras distribuir la comunión con las formas consagradas el Jueves Santo, la celebración acabó sin impartir la bendición, ya que culminará con la Vigilia Pascual.

El Viernes Santo y el Sábado Santo, antes de la Vigilia de la Resurrección, son los únicos días del calendario litúrgico católico en los que se celebra la Eucaristía por la muerte de Jesús. Las campanas enmudecen durante estas horas de reflexión.