Joshua y Salas, en una excursión.

TW
2

La ficha

Salas Sánchez Bennasar

— Mahonesa, nacida en Mallorca por circunstancias familiares. 2 de febrero, 1980

Formación académica
— Doctorada en Filosofía por la City University of New York. Inició su carrera en Barcelona, la continuó en el King’s College de Londres y se doctoró ya en EEUU

Ocupación actual
— Programadora informática, tras un curso intensivo en Silicon Valley, donde residió

Vive en...
— Denver, en el estado de Colorado. Afincada con su familia desde 2014

Aunque doctorada en Filosofía Salas Sánchez optó por la preparación tecnológica e informática mientras residía en Silicon Valley. Su periplo personal por Estados Unidos dura ya 15 años, se doctoró en Nueva York, ciudad de la que es su marido Joshua. En el país norteamericano ha formado una familia, ha obtenido la nacionalidad y ha terminado por establecerse en Denver, la denominada Mile High City por su altitud, situada en el estado de Colorado. Salas Sánchez Bennasar se encuentra feliz pese a las extrañas circunstancias que vivimos todos, ya sea en Europa o al otro lado del Atlántico, debido a la pandemia del coronavirus. Allí están confinados, su gobernador actuó de manera preventiva y ágil, ambos pueden teletrabajar y al mismo tiempo se ocupan de su hija de 21 meses. Ona, a quien su madre habla en menorquín, confiesa, porque «quiero que guarde sus orígenes».

¿Cómo pasó de las humanidades, la filosofía, a la programación informática?

—Aquí hay mucha demanda de programadores informáticos y ofrecen unos cursos intensivos que te permiten ya trabajar y luego la empresa completa esa formación, es una inversión para ellos. Mi razón para hacerlo es que realmente en el mundo de la academia es difícil encontrar un trabajo bien pagado y en buenas condiciones, y la verdad, no me veía dispuesta a ir persiguiendo ese trabajo imposible, era un gran sacrificio personal y de tiempo. Lo que te permite la informática en EEUU es elegir dónde quieres vivir, porque hay muchísima oferta de trabajo en este sector, al menos por ahora.

Y eligió Denver, después de haber vivido en Nueva York y California ¿por qué?

—Habíamos vivido antes en Colorado, por el trabajo de mi marido, y después por ese mismo motivo nos mudamos a Silicon Valley, en California, pero queríamos volver. Cuando conseguí el trabajo en Denver pudimos regresar. Nos gusta porque es una ciudad en la que hay calidad de vida, sobre todo si te gusta hacer cosas al aire libre, porque tenemos las Montañas Rocosas. Hace buen tiempo pero a la vez hay nieve, a hora y media de casa, tenemos ocho estaciones de esquí.

Quince años en EEUU son muchos ¿añora la Isla, ejerce su menorquinidad?

—¡Claro! Mi hija se llama Ona y le hablo en menorquín, quiero que guarde sus orígenes. Intentamos visitar una o dos veces al año Menorca porque se echa en falta, sobre todo la familia, los amigos, la comida..., porque a mi me gusta mucho el embutido, el queso, las pastas, que no se encuentran tan fácil en otros sitios. Pero también me gusta Estados Unidos porque tengo la suerte de tener una buena calidad de vida y seguridad.

Esa seguridad ¿peligra para parte de los estadounidenses por la crisis sanitaria?

—Sí porque aquí el seguro médico es a través de la empresa, si pierdes el trabajo pierdes también la atención médica. Últimamente me angustia muchísimo lo que está pasando en este país, la injusticia social. Realmente aprecio que nuestro trabajo es flexible, podemos hacerlo en remoto y por ahora el paro en el mundo de la tecnología es nulo, las empresas te dan libertad y te cuidan. Si tienes esa suerte, se vive muy bien. Pero espero que con esta crisis la sociedad estadounidense a lo mejor pueda darse cuenta de que un sistema de salud público y universal es necesario, para una sociedad justa y que no ‘mate’ a los pobres. Es verdad que hay una red asistencial para quien tiene pocos recursos, pero es un procedimiento, hay que solicitarlo y no se lo dan a todo el mundo.

De EEUU, en concreto de Nueva York, llegan muy malas noticias sobre la expansión del nuevo coronavirus ¿cómo está siendo en Denver?

Noticias relacionadas

—Al ser un sistema federal cada estado toma sus decisiones. Yo creo que en una emergencia como esta el gobierno federal tendría que haber puesto orden pero ese liderazgo con Trump ha fallado. Nueva York, Washington y California tienen un mayor número de contagios, pero en Colorado yo creo que el gobernador demócrata, Jared Polis, lo ha hecho bien, se ha intentado reaccionar ante la crisis con más antelación. Por ejemplo aquí el estado de emergencia se declaró el 10 de marzo con 17 casos de covid-19. Bares y restaurantes cerraron el 16 de marzo, las escuelas de Denver cerraron el día 12 y en todo Colorado el día 18. Mi empresa nos puso a trabajar en remoto ya desde el 9 de marzo, mi marido empezó el día 12 y el 22 del mes pasado el gobernador ordenó el teletrabajo para todo el mundo salvo para los servicios esenciales. Al principio todo esto generó críticas, decían que era una sobreactuación, pero yo creo que nos ha ayudado a controlar la epidemia mejor que en otros estados. Las estaciones de esquí, que fueron un foco, se cerraron el 14 de marzo, mucha gente entonces pensó que era exagerado, pero por ahora todo eso ha ayudado a controlar la situación.

¿Cómo es el confinamiento?

—Estamos confinados desde el 25 de marzo, pero creo que es un poco más suave que en España. No puedes salir a las montañas ni hacer excursiones pero sí nos dejan pasear por el barrio y también salir a correr, ir en bicicleta y hacer deporte. Desde el 3 de abril el gobernador dictó el uso de mascarillas, pero no he visto policía por la calle obligando a llevarlas; es verdad que la policía separa las concentraciones de gente, pero no te multan por salir, culturalmente sería muy fuerte para ellos que no dejaran salir a pasear, con lo que les gusta hablar de «libertad». La respuesta ante la pandemia va a depender mucho de cada estado, en algunos aún no hay orden de quedarse en casa, como en Florida, que además es muy turístico y un destino predilecto para los jubilados. En Florida hay mucha gente mayor, pero su gobernador ha sido menos proactivo, en los estados republicanos se teme mucho la recesión económica.

Al margen de la situación actual ¿le gusta vivir en Denver?

—Es una vida muy cómoda. Colorado no es como Nueva York o Silicon Valley donde la gente está totalmente volcada en su profesión, aquí hay un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y las empresas lo respetan, porque si no te vas, por eso nos gusta y quisimos volver. En general en EEUU se vive muy bien si tienes la suerte de estar en el lado privilegiado de la sociedad, con un buen trabajo. Ya veremos cómo nos afectará la crisis que vendrá después, porque si las pequeñas y medianas empresas cierran y desaparecen, desaparecerán clientes..., aún estamos empezando.

¿Qué nivel de contagio tienen de covid-19?

—Las últimas cifras son alrededor de 5.000 casos (dato a 5 de abril) en Colorado, y 140 fallecidos, para una población total que ronda los 6 millones de habitantes.

Aunque trabaje en informática, su formación como filósofa ¿le ayuda a extraer conclusiones de todo esto?

—Bueno, no pretendo ser original pero esta pandemia nos ha hecho ver que lo que afecta a un país, afecta a todos, que estamos todos juntos en esto. Esa es mi esperanza, que nos demos cuenta de que si todos unidos nos ponemos a hacer algo, podemos cambiar las cosas. La analogía con el cambio climático resulta evidente.

¿Cambiaremos cuando salgamos de esta, nuestro modo de viajar o de consumir?

—No sé lo que va a pasar, observo a la gente y veo que incluso en estas circunstancias tan radicales muchos siguen siendo egoístas, queriendo hacer lo que hacen normalmente, porque a ellos nadie les dice cómo tienen que hacer las cosas. Parece que no nos acabamos de dar cuenta de los efectos de cada granito de arena, de cada acción individual..., es un poco deprimente. Espero que cambie algo después de esta crisis, pero me pregunto si vamos a ser capaces de sacar consecuencias y de luchar juntos contra el cambio climático o va a ser esa parte egoísta de cada uno de nosotros la que ganará. Y entonces cuando pase esta pandemia volveremos a hacer lo mismo, y todo el mundo seguirá pensando que si quiere coger 20 aviones al año o comer fresas en cualquier momento, pues está en su derecho y nadie se lo puede quitar. La consecuencia más importante a extraer sería darnos cuenta del valor de la acción colectiva, impulsar y apoyar leyes y regulaciones que a nivel colectivo nos ayuden a cambiar el rumbo que llevamos.