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Ciutadellencs, menorquines en general y posibles visitantes han de tener claro que las fiestas de Sant Joan 2020 están suspendidas a causa de los efectos de la pandemia y el riesgo de un rebrote. No es que la qualcada desaparezca puntualmente como elemento fundamental de la insigne celebración y con ella los actos que protagoniza los días 23 y 24, es que todos los escenarios y componentes de la misma, recogidos en las ordenanzas municipales de Sant Joan, también desaparecen y están prohibidos.

El Ayuntamiento prevé programar algún acto para difundir a través de la red en pequeño formato, pero no presencial que no implique aglomeración, mientras que la diócesis mantendrá la celebración en la ermita de Sant Joan de Missa y la eucaristía de la fiesta litúrgica de Sant Joan, pero no será la Missa des caixers.

En ese marco excepcional por el que atravesamos, no habrá Vetlla ni Diumenge des Be, los días 20 y 21, tampoco se organizarán los festers durante la noche del día 22, ni se han concedido licencias a aquellos restauradores que habían solicitado la colocación de una barra externa en su local, altavoces o ampliación de los horarios de actividad. Regirán las ordenanzas municipales actuales, con el añadido de la normativa sanitaria emanada de la Covid-19, a riesgo de caer en infracciones leves, graves o muy graves, con multas que van de los 750 a los 10.000 euros.

Así, los locales del centro histórico de Ciutadella tienen horario límite a las 3 o a las 4 de la madrugada, según su catalogación, y las terrazas a la 1.30, mientras que los de la zona de ocio del puerto oscilan entre las 4 y las 5.30 de la madrugada, y las terrazas están permitidas hasta las 4.

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«Hay que hacer un esfuerzo, la gente debe asumir que la fiesta se ha suspendido por muy mal que nos sepa a todos», explica la alcaldesa Joana Gomila.

«El botellón está prohibido»

La finalización del estado de alarma, prevista para el día 21, supondrá que no haya restricciones para el número de personas que se puedan congregar en un lugar, aunque deberán evitarse las aglomeraciones y el uso de la mascarilla será obligatorio en la vía pública siempre que no se pueda asegurar la distancia interpersonal de 1,5 metros.

«Claro que podremos ir a merendar o a tomar un gin o dar una vuelta, poner la bandera en la ventana o hacer sonar el fabiol, pero no tiene sentido hacer mucho más en esta situación sin actos programados», explica la alcaldesa. Que haya grupos de jóvenes paseando por la ciudad y bebiendo también está fuera de las ordenanzas. «El botellón está prohibido, pero es que además qué sentido tiene que un grupo de jóvenes esté en la calle bebiendo si no hay nada más, si no hay actos a los que asistir en la calle...?», se pregunta la alcaldesa. La Policía Local, en todo caso, dispondrá un servicio de refuerzo, como si de un sábado de tardeo se tratara. Gomila recuerda que es necesario velar por el futuro inmediato «e intentar que en julio, agosto y septiembre haya trabajo para la gente, por eso sería muy lamentable que a causa de querer celebrar fiesta con reuniones de mucha gente apareciera un rebrote del virus».